miércoles. 24.04.2024

Por Ramón Pérez Hernández

Irrefutables las opiniones de D. Wladimiro Rodríguez Brito, Consejero de Agricultura y Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, sobre nuestro arrinconado campo en la entrevista del “Lancelot”, nº 1326 del 12-12-08, con motivo de la conferencia dictada en la “Sociedad Democracia” por invitación de la “Fundación Clavijo y Fajardo”. Emotivos sus ideales y consejos sobre el fatídico destino de la singular agricultura conejera, que como bien dijo... ”no tiene parangón en ningún sitio del mundo lo que ha hecho el campesino de Lanzarote con el jable, la Geria, y los enarenados”; pues... “ el conejero fue un hombre muy pegado a la observación de la naturaleza y a sacar recursos con bastantes dificultades”... A la pregunta del periodista “Pero algo tiene que haber pasado cuando se abandona el campo será que no es rentable”, D. Wladimiro, didácticamente, contestó: “Es que hay dos lecturas, una es la rentabilidad económica... pero yo me atrevo a creer que la mayor devaluación que tiene el campo es psicológica y cultural. Esta sociedad ha devaluado al mundo rural. A este mundo seguimos asociando los chistes, en sentido despectivo... Lo vemos de una época, de cuando éramos pobres... porque se conoce que ahora nos creemos que todos somos ricos cuando estamos viendo como crece el paro y hay toda una serie de problemas. Hemos devaluado totalmente al que trabaja en la tierra. Y además desde el punto de vista político tratamos al agricultor como si fuera un delincuente. Hay una ley demasiado estricta y en cuanto quiere levantar un murito o un cuarto de aperos enseguida tiene al Seprona encima”. Opino D. Wladimiro que en Lanzarote la ley se torpedea falazmente frente a la actividad agrícola básica: “reparar un murito, ejecutar un arenado o un cuartito de aperos”, son cuestiones esenciales de la agricultura que nuestros campesinos tienen que realizar necesariamente con total libertad, con seguridad jurídica; el ejemplo está a la vista en el insuperable paisaje medioambiental que crearon. Nadie, por muy miserable o tonto del bote que sea, tiene derecho a ‘desorganizar' tan desquiciadamente la libertad de acción del agricultor, su libre albedrío, su plena autonomía en la actividad rural, teniendo en cuenta D. Wladimiro que los lanzaroteños nos dimos una acertada norma en el Plan Insular de Ordenación (PIOT) el año 1.991, por la cual se “ordena” a esos que usted llama políticos..., que socorran al agro lanzaroteño. El “PIOT” decreta: Artículo 4.2.1.5. Condiciones de las actividades agrarias. A) Criterio básico. El turismo provoca transferencia de empleos procedentes de la agricultura produciendo la “desagrarización” de la isla, e indirectamente deterioros en su paisaje. El criterio del Plan Insular de Ordenación es el de estimular el mantenimiento de la actividad agraria hacia el futuro, a efectos de evitar el deterioro paisajístico y la desaparición de un sector básico para la subsistencia si llegara a faltar el turismo como fuente de ingresos. C) Directrices vinculantes. C1)Los organismos públicos adoptaran en su gestión medidas para el mantenimiento de la actividad agraria, necesaria para la conservación del carácter y paisaje de la isla. Dentro de esta línea, el Cabildo promoverá un Estudio de Desarrollo Agropecuario de la isla, que incluirá un programa de actuación”. A pesar de todo esto, en Lanzarote desde hace ¡18! años, los organismos públicos (Ayuntamientos+Cabildo) no saben, no quieren, no desean, solo desprecian y arrinconan canallescamente al campo. ¡Qué perversa maldición a Lanzarote de estos colgados pendejos!. D. Wladimiro, gracias, muchas gracias por sus lecciones y advertencias. Le agradezco señor mío su comprensión al valorar la categoría excepcional del campesino lanzaroteño, ejemplo de propios y del mundo mundial, que innovó y pulimentó el adusto panorama insular transmutándolo en un valor añadido con resultados sociales y económicos maravillosos: paró la emigración masiva; descolló los productos de la tierra y dotó a la Isla de un valor paisajístico excepcional que potencia grandiosamente el sector turístico, sin exigir nada a cambio, al revés... es tan noble, que no exige nada y aguanta, sobrelleva... como el coloso que es.

“Garrote Vil al Campo” (III)
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