jueves. 28.03.2024

Increíble. Inaudito. Ilógico. No asumible en tiempos democráticos y supuestamente en un Estado consolidado de Derechos y de Libertades, en el que debiéramos sentirnos seguros, debido a las garantías constitucionales que disfrutamos desde 1.978.

Comentan los informativos isleños, que se nos advierte desde ese colectivo, que se investigará y casi se perseguirá, a quien se atreva a decir algo de la actuación de los Fiscales, o mejor aún, de algún Fiscal en concreto, aunque en el ejercicio de sus funciones, sus acciones o decisiones, a lo mejor, pudieran ser claramente partidistas, interesadas, inciertas, manipuladoras a Miembros de Jurado legalmente constituidos, egocéntricas, sin objetividad alguna y a veces, incluso, soslayaran presuntas ilegalidades, pero no pasaría nada, pues el título de Fiscal se los perdonaría todo. Por tanto, silencio absoluto. Asumir, acatar y aguantarse.

Pues no. Yo no. No voy a dejar de escribir o decir lo que pienso y siento, sobre todo, si lo que pienso, siento, veo, escucho y compruebo, es un atropello a las libertades y a los derechos de las personas, a cualquier ciudadano, sea quien sea.

Creo, en todo caso, si los informativos nos dicen la verdad, que algún Fiscal debiera denunciar y abrir diligencias contra esos otros, que mandan a callar a los ciudadanos porque sí, por muy Fiscales que sean. Se han dedicado mayormente al exclusivo ejercicio de acusar, que no lo diré yo, olvidándose casi de su verdadero objetivo, que es el de garantizar la legalidad de todo Proceso Judicial, afecte a quien afecte.

Los Garantes de la Legalidad, cuando no la garantizaran, no velaran por ella, la pudieran obviar, o no quisieran tenerla en cuenta, se apelliden Stampa, Morales, Fuentes, Fajardo, Pallarés, Perdomo, o lo que sea, que me da exactamente lo mismo, no pueden, ni deben en ningún caso, ser inviolables a las críticas. Profesionalmente, lógicamente, que no en lo personal.

Pues a veces se puede pecar de imparcial y escribir o decir verdaderas barrabasadas, con el daño moral que ello implica. Claro que no puede olvidarse, que a veces los exabruptos son necesarios para captar atenciones, pero bien es sabido, que lo cortés no resta valentías y que el respeto debe profesarse recíprocamente de un lado hacia el otro. El respeto no puede ser exigido siempre a los mismos, pues sus decisiones y actuaciones señores Fiscales, infinidad de veces, pudieran faltar al respeto y no son consecuentes con el daño que se inflige.

El cargo, el puesto de Juez, Secretario Judicial, Agentes, Forenses, o Fiscales, en ningún caso, dan garantías del saber y el acierto absoluto, debido a que la persona que lo ostenta, es ante todo persona, y por ello lleva aparejada consigo los vicios, los deseos, los caprichos, las antipatías, las amistades, la subjetividad, la parcialidad descarada, la afinidad política con sus filias a los de igual pensamiento y sus fobias a los que militan contrario, desconociendo la realidad que envuelve a la sociedad de un determinado lugar, soliviantando el quehacer cotidiano y provocando alarma social, a veces del todo innecesaria con sus acciones y decisiones discutibles y criticables.

Así que es muy difícil que se pueda en un sitio como este ser independiente, ser honesto, profesional hasta el extremo y garantizar la auténtica legalidad, cuando se pueden dejar influenciar, llevar, o consentir determinadas confianzas en el Cargo, sea cual sea, y en el ámbito que sea, pues ello implicará garantizar y hasta justificar las ilegalidades y defender absurdamente lo indefendible, por muy en posesión de la verdad que se crea estar, y que normalmente es interesada a determinados intereses de cercanos supuestos influenciantes y no encaminada al interés y al bien general de la ciudadanía.

No es consecuente y además sospechoso, que se aplaudan determinadas acciones y decisiones de la Fiscalía, por una parte que presume de profesionalidad letrada y defensa loable medioambiental, considerándose intocable, la mejor sobre las mejores, la más honesta entre las honestas, y presumiendo descaradamente ser apéndices de los Juzgados o lo que vulgarmente conocemos en esta isla, como sucursales de las Salas de Vistas y que supuestamente, son determinados despachos profesionales que andan esparcidos por varias calles, pues comparten asaderos y aficiones con quienes luego tienen que dilucidar y decidir sobre la Justicia. Se denota imposible la garantía, la independencia y la objetividad.

El corporativismo entre profesionales, para justificarse entre ellos los posibles errores cometidos, nos dejan indefensos a los demás, que no conocemos, ni tenemos obligación de conocer, a quienes en distintos estamentos ostentan responsabilidades en la Justicia, imposibilitando que podamos tener alguna oportunidad, aunque nos avalen las razones, seamos inocentes o hallamos hecho las cosas bien.

Y es curioso, que normalmente la golfería, la sinvergüenzura, el rencor y las envidias, disfrazadas de lo contrario, se busquen la manera de que la Verdad fracase en su intento de querer mejorar y acceder a la Justicia.

Han salido Fiscales a defenderse entre sí. Ese apoyo a los suyos está muy bien, aunque nos resulte un paripé innecesario, pero como estamos tan acostumbrados a teatros y parodias, una más no importa. Esperemos que salgan también a apoyar, a pedir perdón, y a defender a los inocentes falsamente acusados, a todas aquellas personas a las que han perjudicado con sus equivocaciones u obsesiones, empecinados supuestamente sin razones, intencionadas o no, en busca de protagonismos más que de eficacias.

Ahora, si quieren, ya pueden perseguirme y tomar medidas contra mí señores Fiscales, pues la Verdad aunque pueda molestarles nunca es ofensiva, y ya se sabe que sirve para corregir rumbos perdidos y actitudes malsanas. Sí. Lo sabemos. Algunos o alguno, ya no tiene remedio. Este pequeño islote no da para más. A lo mejor, en otros sitios con más solera y muchísima gente, la Legalidad profesional tuviera otra oportunidad. Los traslados se solicitan y a veces hasta se conceden. También pueden producirse forzosamente y ahorrarse un montón de problemas, como al de tener ahora que enfrentarse a una ciudadanía, que ni más ni menos, la invitan a tragar con sus postulados y a no disentir de sus posibles equivocaciones mandándola a callar. Yo, en todo caso, espero que el Fiscal que me toque a mí, sea tan Garante de la Legalidad, que pueda ser capaz de elevarla hasta el mismo nivel que el de la Infanta doña Cristina de Borbón y Grecia.

Fiscales
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