martes. 16.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Hay teóricas felicitaciones navideñas muy poco afortunadas o felices, valga la cuasi redundancia. Y ahora se nota más que nunca antes con el invento de la telefonía móvil, que es un gran hallazgo tecnológico cuyas innegables virtudes no voy a glosar aquí y ahora, pues no tengo alma de publicista, pero cuyas desventajas también se cuentan por docenas, como no ignora a estas alturas ni el más despistado de la clase. Una de ellas, el envío masivo de los mensajes (sms para los amigos y demás personas piadosas) para felicitar fechas o efemérides muy señaladas, tal que las navidades, fin de año, año nuevo y por ahí, en donde la creatividad o la propia iniciativa literaria no es precisamente la gran triunfadora, antes al contrario.

Como todo hijo de vecina, entre el domingo y el lunes aterrizaron en mi móvil toda una riada de mensajes y felicitaciones que, salvo contadas y agradecidas excepciones, eran unos copia descarada de otros, y otros plagio desvergonzado de unos. ¿Dónde queda la mínima originalidad, si la hubiera o hubiese?

No niego la gracia de algunas de esas gracietas (con perdón por el pleonasmo), aunque hayan sido fusiladas casi todas de internet y por ahí, pero se fastidia totalmente y tontamente el invento cuando coincide que varias personas o amigos algo perezosos te han enviado el mismo chascarrillo. Razón de más para no responder al mensaje de marras, incluso a riesgo de quedar como un grosero ante el felicitador. Para grosería, la suya, bien mirado.

Hasta catorce presuntos amigos o amigas tuvieron la misma ocurrencia, y los catorce, aunque la mayoría me consta que ni se conocen entre ellos, me enviaron la misma tontería (de muy mal gusto, para mi gusto), que reproduzco a continuación de forma y manera aproximada (hablo de memoria, porque las bobadas las borro sobre la marcha): “Feliz Semana Santa. Asociación de Enfermos de Alzheimer”. Como para partirse de risa. Desternillante, ya usted ve.

Otras basan su supuesta hilaridad en las palabrotas, al estilo vulgar de las murgas carnavaleras o los infraprogramas televisivos a los que tan adictos son los telespectamierdas (que son mayoría en España, como es triste fama, pues los índices de audiencias no engañan): “Cuando un sueño se cumple, un pequeño duende esboza una sonrisa. Que el 2007 sea el tiempo en que tu duende aprende a sonreír. Y si no sonríe con su tierna carita, dale una buena patada en la boca y retuércele los coj... hasta que sonría el cab... del duende, que al fin y al cabo es el único favor de m... que le pides en todo el p... año. Feliz 2007”.

Y así, casi todo por un mismo estilo, salvo las contadas excepciones protagonizadas por los que, una vez que deciden felicitar o saludar de forma especial a alguien, se toman al menos la molestia de escribir algo personal e instransferible, como dicen ahora.

Con tanta bobería felicitadota navideña, acabas echando de menos un simple, sincero y sencillo “Feliz Navidad”, aunque no creas ni la efeméride ni en los ritos propios de la misma.

A veces lo más original es lo más sencillo, a fe mía.

Por cierto, y aunque ya casi sea a toro pasado, felices fechas y mejores fiestas, dentro de lo que queda y dentro de lo que quepa. ([email protected]).

Felicitaciones y coincidencias
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