viernes. 19.04.2024

Por Eduardo Álvarez

Más de uno no se ha dado cuenta todavía, a estas alturas de la historia y con lo que ha llovido desde que a alguien, Dios, Ala, Jehova, Buda o quien fuera el artífice de nuestra existencia nos pusiera aquí, que en esta vida todos estamos de prestado.

Más de uno no se ha dado cuenta todavía que nuestra existencia o nuestra permanencia en la Tierra pende de un hilo muy fino que, en la mayoría de los casos, no depende de nosotros que se rompa o no.

Como seres humanos, podemos hacer que el hilo dure más o menos en función de cuanto tiremos de él, de cuanto forcemos su tensión. Pero el resultado final siempre sera el mismo, tarde o temprano el hilo se romperá

Pero cuando hablamos de existencia en la vida pública, política para ser más claros, nuestra permanencia depende de como seamos capaces de gestionar el hilo que el resto de los ciudadanos nos han prestado. Depende de como seamos capaces de canalizar el caudal de confianza que han puesto en nuestras respectivas formaciones políticas cuando han depositado su voto en las urnas.

Y en este sentido, que nada tiene que ver con la filosofía de vida que he reseñado al principio, hay personas, políticos, que no se han dado cuenta todavía que unos resultados electorales han podido ser como consecuencia de un préstamo que los ciudadanos les han hecho, en función de unas determinadas consideraciones y basado en unos criterios de adjudicación muy singulares.

Cuando vamos a un banco a pedir un préstamo, lo primero que examina el empleado es nuestra capacidad de devolución de la cantidad prestada.

En política pasa algo parecido con una matización fundamental. No solo miramos la capacidad de devolución, de nuestras ilusiones perdidas, del partido al que votamos sinó que ademas les votamos como castigo a otros que lo han hecho mal, muy mal o rematadamente mal.

Es decir, que no solo le prestamos el crédito porque estemos convencidos de que nos lo van a devolver en forma de bienestar económico y social, sino que además les decimos que no queremos más de lo anterior.

En estas elecciones pasadas, al Partido Popular le ha pasado algo parecido. Ha ganado, no porque sea capaz de regenerar las condiciones de vida perdidas por malas gestiones anteriores, que no dudo que sea capaz de hacerlo, sinó porque el Partido Socialista Obrero Español lo ha hecho francamente mal.

Y esto no es una opinión personal, es la opinión de los cinco millones de votos que el PSOE ha perdido en este viaje.

Pero además de los cinco millones de votos que se han ido, también ha ganado porque miles de ciudadanos, y esto seria otra cuestión a analizar muy en profundidad, han decidido quedarse en casa y no prestar su confianza a ninguna de las formaciones que se presentaban.

Parto de la base que estas circunstancias no quitan ninguna legitimidad al triunfo electoral de los populares, pero si considero que a la hora de administrar ese crédito concedido hay que pensar mucho, tanto las medidas a tomar, como las formas de hacerlo.

Un triunfo basado en estas circunstancias tan especiales es un triunfo prestado. Un triunfo basado en el castigo a los contrarios es un triunfo delicado y que pende, su continuidad en el tiempo, de un hilo muy fino.

Uno de los mayores errores de los políticos es pensar que todo el monte es orégano. Es pensar que porque en estas elecciones han ganado, de la forma que lo han hecho, su continuidad en el panorama político español se va a perpetuar en el tiempo. Es ser, en definitiva, prepotente.

Solamente desde el reconocimiento que el préstamo concedido tiene un periodo de devolución muy corto y que cuando este periodo termine solamente es el ciudadano, en función del resultado obtenido en estos años, el que va a decidir si prolonga la confianza depositada o se va a otro banco a ver si sus condiciones son mejores, es cuando podemos sentar las bases para que este triunfo y sus actuaciones posteriores, en forma de medidas, leyes y otras disposiciones, hagan que el hilo, no solo no se rompa, sino que se fortalezca por más tiempo.

Y que no le quepa duda al Partido Popular, como no haga medianamente bien las cosas, que los cinco millones de votos que ha perdido el Partido Socialista, más miles de votos que se han quedado en casa, les pueden pasar factura y devolverles a la situación en la que estaban el 19 de Noviembre pasado.

Nada dura toda la vida y lo único que esta en nuestras manos para que esto se prolongue en el tiempo es no cometer los mismos errores que los anteriores.

Estamos de prestado
Comentarios