jueves. 25.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Principia el año 2007, que será entontecedoramente electoral, por si ya hubiera o hubiese sido poco (pre)electoral el 2006. En Canarias, el actual presidente no volverá a luchar por ese puesto, no precisamente por falta de ganas de Adán Martín Menis sino por las razones que todos nos maliciamos o intuimos a poco que sepamos leer entre líneas y alcancemos separar la paja del grano de los discursos y declaraciones institucionales, que son siempre puro farfullo oficial.

Aunque a regañadientes, pues costó Dios y ayuda hacerle creer que el caramelo no estaba envenenado, sí competirá finalmente por acceder a ese puesto de presidente de Canarias el galletón Fernando López Aguilar, aquel muchacho del flequillo rebelde del que todos empezamos a saber allá cuando hacía sus primeros dibujos y caricaturas en la prensa de la isla redonda, con muy buena mano. El muchacho se amamantó con el primer gobierno socialista de Felipe González Márquez, que acabó cuasi enterrado en el fango de la corrupción y el terrorismo de Estado, y ha terminado siendo mano derecha del presidente por accidente, José Luis Rodríguez El Puma (Zapatero, quise decir), que está obrando el milagro de que todo sus correligionarios hablen igual de mal que él: chino mandarín sonriente, un infralenguaje o argot tontiloco repleto de frases hechas, un discurso tan ampuloso como hueco, que no más lo rascas un fisquito se nota al pronto que no contiene nada potable, aparte de populistas gestos de cara la galería integrada por amplios colectivos fácilmente manipulables (léase, necionalistas, bobos de baba que creen en el diálogo con asesinos armados hasta los dientes, homosexuales que han escuchado el ruido pero no saben dónde están las campanas y caen en el mismo error casamentero que los heterosexuales, feminoides ágrafas y por ahí).

Le costó a Pepiño Blanco, otro que tal habla con el traste, mandar a su casita insular y atlántica a López Aguilar. Y ahora le está costando al Gobierno mediático o mediocre encarnado en el Imperio Prisa de Polanco, que manda más que el de Zapatero, convencerlo de que dimita o sea cesado ya/ya/ya como ministro de Justicia, para no darle así el mejor argumento a CC y PP a la hora de decir que está manipulando a jueces y fiscales en “la cosa nuestra de la corrupción” que se está destapando por aquí abajo, como es triste fama. El diario independiente de la mañana (y yo soy astronauta en mis ratos libres), El País, editorializaba semanas atrás y recomendaba a ZP que le diga a López Aguilar que vuelva a casa por Navidad. Y el pasado sábado, ABC, en otro editorial bajo el título “Candidato o ministro”, le dedicaba este contundente párrafo final al canario que prefiere la jaula madrileña a la insular: “El saldo con el que Juan Fernando López Aguilar cierra su gestión al frente del Ministerio de Justicia es muy negativo. Difícilmente podría haberse pronosticado este juicio cuando tomó posesión de su cargo, teniendo en cuanta que llegó con una merecida fama de político dialogante, nada proclive a los nacionalismos, con principios y buena formación jurídica. Pero no sólo no ha sabido aprovechar este capital político personal, sino que está rematando su mala gestión con un claro conflicto de intereses como ministro y candidato para una comunidad autónoma -Canarias- en la que, casualmente, se han sucedido contundentes actuaciones de la Fiscalía contra ediles de PP. No se trata de cuestionar gratuitamente las decisiones judiciales, pero sí de poner de manifiesto que López Aguilar tiene un problema de estética y de ética, porque se equivocó al no cesar el mismo día en que fue nombrado candidato. Así se habría librado de todas las sospechas que ahora, aunque resultaran infundadas, se ciernen sobre él. Mala despedida de quien deja una Justicia peor que la que recibió”. Ni el mismísimo Pepito Rodríguez, otro que se la tiene jurada al canarión, lo hubiera o hubiese dicho peor. ([email protected]).

Esos son otros López
Comentarios