sábado. 20.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- La gente se entontece en Navidad. ¿O es que ustedes no han visto a las señoras cruzar los pasos de peatones mirando el escaparate de enfrente, ajenas al tráfago de personas y automóviles e ignorando el rojo? La gente se echa encima del coche y has de frenar para no cargarte a un jubileta de pantalón gris, que se juega la vida propia y la de su nieto, planchando en el paso de cebra. La Navidad, lo sostengo yo, embobece a las personas y para no caer en esa estupidez colectiva he decidido no salir a la calle, sino quedarme en casa, instalado en el nada que hacer. Menos mal que hay crisis y la gente en general se agarra el bolsillo con fuerza para que no se le escapen los euros. Los comercios permanecen medio en la ruina, esperando a los clientes que no llegan porque estornudan en la esquina, sacando mocos de flaqueza. El tropezón generalizado se produce en las calles peatonales, donde la gente choca una con otra emulando a aquellos cochitos de esmoche de nuestra infancia. Una cosa que a mí me molesta mucho es que me rocen con la punta de la bolsa en las ingles, dejándome una profunda sensación de vacío.

2.- La Navidad es buena para los niños y para los jubiletas, porque a los dos les encanta el Papá Noel , que es como un fantasma rojo de campanillas y algodones. Los Reyes Magos juegan en segunda división, aunque a la gente le ha entrado una cierta rebeldía anti Father Christmas en beneficio de Melchor , Gaspar y Baltasar , que es el nuevo director general de Empleo del Ayuntamiento. Quienes más sufren en Navidad son los argentinos, porque se mueren de calor. Imagínense un Papá Noel en agosto. Uf.

3.- Esto de hacer juegos malabares con la Navidad enfada mucho al personal, porque la gente se la toma en serio. Cuando chico oía a mi abuela manipular los paquetes de Reyes, a las tantas, mientras yo me hacía el dormido. Mi padre tocaba una campanilla lejana y mi madre amenazaba con el carbón si no nos metía a camino. Qué tiempos. Ahora, como la gente se jubila a los 50 años y aún antes, la población civil se ha vuelto planchona, sin serlo en realidad; apatrullando la ciudad, al más puro estilo del detective Torrente , y chocando una con otra sin poderlo evitar. Las tiendas permanecen vacías, viéndolas venir. Y yo, solo en casa.

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Es Navidad
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