jueves. 28.03.2024

Por León Andrés Fajardo de Armas

En el principio de todas la cosas, el mar. Casi veinte años atrás, un amor de adolescencia, unos amigos, y los riscos de Puerto Calero.

Aquel niño, cual “carabina” en medio de un nuevo amor no se apartaba de su hermana. Tímido, infantil, acompañaba aquella “pandilla” en asaderos, acampadas y fiestas. Torpe en la brazada, se transformaba en un ágil pez, cuando su diminuto cuerpo desaparecía de la superficie marina. Nosotros en los riscos comiendo, y de las aguas surgía aquel chinijo, pulpo en la mano, mostrando sus hazañas una y otra vez, sorprendiendo a aquellos veinteañeros poco hábiles en tales lides. No hubo esfuerzo alguno, pues la complicidad del amigo llega sin ser pretendida, y pronto el crío, fue hombre, un semejante que dejo de ser alumno y se transformó en un maestro de la vida. Amar, sentir, evolucionar, dar, un hombre dispuesto a redefinirse cuando otros abandonamos. Elegir una nueva profesión, amigos por doquier, compromiso colectivo, competitivo, HUELLA.

Incapaces de dar por perdida esta batalla, nos aferramos a la idea de que estamos en medio de una horrible pesadilla, pronto despertaremos, y el bueno de Juanjo, continuara con su vida, sentando cátedra de superación, recién destinado desde Palma de Mallorca pronto volverá ha hacer las maletas, iniciando su etapa como Guardia Civil de Trafico, fuera de su tierra nuevamente, pero eso si…..por poco tiempo pues aun sin conformismo futuro, su elección es y ha sido siempre Lanzarote, su familia, su novia, sus amigos, su gente.

El destino me situó en su camino, afortunado soy, de ser minúscula parte de su corta pero intensa existencia, abrumado por el pesar, pero celebrando su vida, pues hoy, lejos de acentuar esta despedida e intentar darle un carácter religioso, he asistido a una ceremonia, una misa increíble, que se torno en reencuentro, en satisfacción por el privilegio de haber podido, formar parte de aquel enorme grupo de personas que unidas acompañaban a su familia y a sus compañeros de trabajo, algo que ninguno de los asistentes olvidara.

El desenlace no puede ser el mar, debe ser un nuevo comienzo, un reinicio para formidables. Formidables como nuestro niño, nuestro amigo Juanjo.

En Memoria de Juan José Morales Martín
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