jueves. 28.03.2024

El chiste sobre la chinija un poquito embarazada ya es muy viejo, así que no voy a repetirlo, que esta columna no es la tele en verano. Lo que sí es más actual es algo que está relacionado con lo anterior y que muchos ya dábamos como antiquísimo y requetepasado de moda. Es al revés: se vuelve a poner de moda lo de la virginidad. La femenina, se sobreentiende, porque en el caso del hombre no tiene ningún sentido ni siquiera desde el punto de vista etimológico

-Chacho, ¿tú todavía eres virgen?

-En todo caso, sería san José...

Razones. La penúltima moda boba no es nueva. Como todas las modas, por cierto, que siempre son la repetición de otras previas. Existe ya una asociación internacional, con nombrete en inglés (Silver Ring Thing, con perdón por el anglicismo), cuyas integrantes son integrantas íntegras. Solteras y enteras, para que te enteres. Las militantes o militontas del creciente colectivo inmaculado se comprometen a permanecer vírgenes hasta el matrimonio, si lo hubiera o hubiese. Algunas feministas cándidas o ingenuas creían que todo esto ya lo había confinado al túnel del tiempo la revolución sexual de los sesenta del siglo pasado. Pero al final habrá que quitarle los signos de interrogación a aquella desopilante obra teatral del gran Jardiel Poncela titulada “Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?”. Las locas de “la pureza” tienen abierto un foro digital y cual al respecto, en el que coinciden en señalar a la virginidad como “algo que mola” (textual), sin que tenga que tener necesariamente relación directa con las creencias religiosas de cada una de ellas.

Puesto que la virginidad vuelve a ser un valor en alza, al menos para algunas, se pone de moda al alimón lo que llaman la “rehimenización” (con perdón por el palabro), más conocido en casa a la hora de comer, ya hablando en confianza, como la “reconstrucción del himen”, para las mujeres que deseen recuperar, mediante una sencilla intervención quirúrgica, el tradicional símbolo de esa virginidad que ya daban por definitivamente perdida. Cierto es también que estaríamos hablando entonces de una virginidad con trampa. ¿Y qué cosa no tiene trampa hoy en día? Mira bien las lolas de la abuela moderna, más turgentes e ingrávidas que las de su nieta, y vete haciéndote una idea.

Comparto lo que ha escrito al respecto Rodríguez Rivero en ABC: “No he sabido nunca muy bien en qué consiste la virginidad femenina, un concepto siempre vinculado a la pureza sexual, ni cuándo ni cómo se pierde exactamente. ¿Reside la condición de virgen en un lugar concreto del cuerpo y su pérdida es algo constatable empíricamente, o es más bien un estado de ánimo? ¿Es un límite -hasta aquí soy pura, de aquí no paso- o un principio moral? Durante siglos la virginidad ha tenido que ver sobre todo con el cuerpo y se focalizaba en el virgo o himen, una problemática membrana mucosa de variable tamaño y dureza que cierra parcialmente la vagina de la mujer. Que algo tan sumamente frágil y de frecuente deterioro fortuito (un accidente, un movimiento particularmente brusco, la introducción de un tampón) haya sido considerado como la garantía de pureza de su propietaria es algo que ahora se hace cuesta arriba entender. El himen ha sido fetiche en las sociedades patriarcales, y su ruptura, con sangre de por medio, era la garantía anatómica de la doncellez y de la pureza de su propietaria. Muchas jóvenes preguntan insistentemente en los consultorios sexológicos si por practicar el sexo oral o anal se pierde o no la virginidad...”

La única religión verdadera para una mujer es la moda, como es triste fama. Ahí no existen ateas, agnósticas, laicas o aconfesionales. Tanta moda gastas, tanto vales. Si te metes contra la moda (la que sea), cometes herejía ante los ojos de cualquier mujer, puesto que para ella es lo único sagrado. Y no hay nada que hacer, porque esa verdad que esconde una gran mentira la lleva ella escrita a fuego en el cerebro. Es congénito al sexo. La palabra de un homodisto va a misa. Lo que diga un chalado que odia el género opuesto porque lo ve como un rival es dogma de fe para la fémina. Y así se ponen de moda los esqueletos andantes o sacos de huesos de las pasarelas o el tongo del tanga, tanto monta. Ahora, a por la virginidad perdida... o a mantener intacta la que todavía se conserva, suponiendo que quede alguna a estas alturas del verano. ([email protected]).

Embarazada, pero sólo un poco
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