sábado. 20.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Para mi gusto, los ganadores morales (los otros no me interesan: que con su pan se lo coman y se lo repartan) de las elecciones celebradas este miércoles en Cataluña, la región peninsular que mejor conozco porque ha sido la que más veces y más a fondo me he pateado, fue la bendita y creciente abstención y la feliz e inesperada (para algunos despistados) irrupción de Ciudadanos por Cataluña, que partiendo de la nada y del total ninguneo mediático va a contar con tres representantes sentados en el hasta ahora endogámico Parlamento catalán.

¿La creciente y mayoritaria abstención? La leo como una sonora bofetada a los integrantes e intrigantes de tripartitos etnomaníacos (incluyo al Partido Socialista Catalán, por supuesto, que es tan "necionalista" como el que más). La abstención es un revés de mano en todos los besos a los inventores del Estatut de lo c. (catalanes) y demás totalitarias inmersiones lingüísticas (Panchito Franco prohibía hablar catalán en público, y los fachas nacionaleros actuales arrinconan el uso del español en las escuelas, instituciones públicas, medios de comunicación oficiales y entre los jugadores internacionales del Barça, pues todo nacionalismo es provinciano y paleto por definición). Ya se vio el caso que la hastiada ciudadanía hizo del Estatut de los c. con el referéndum convocado al efecto. Ahora los millones de abstencionistas, los miles de votantes en blanco y los electores de Ciudadanos por Cataluña (casi 90.000, que se dice pronto y fácil) han venido a confirmar ese hartazgo.

Leo en toda la prensa nacional la definición que hacen casi todos los periodistas de Ciudadanos por Cataluña: "La fuerza de izquierda no nacionalista". Pura redundancia, simple o simplón pleonasmo, pues en puridad no existe el nacionalismo de izquierda. Todos los nacionalismos son de derechas (PNV, CiU, CC, PNL, PNC, CCN, PIL), incluso los que se reclaman como de extrema izquierda, de cuyos nombres no quiero ni acordarme, pues son esencialmente fascistas. El papelón realizado por el "objetivo" periódico El País, similar al de todos los pomposamente denominados macrosondeos previos de opinión (ninguna encuesta se olió, ni de broma, la "sorpresa" protagonizada por Ciudadanos), ha sido casi tan antológico como cuando dio por ganador en las pasadas elecciones presidenciales al rival de Bush, confundiendo una vez más el deseo con la realidad.

Se ha repetido con Ciudadanos, salvando las lógicas y larguísimas distancias, lo que ocurrió en las pasadas elecciones locales con Alternativa en Lanzarote. Sólo a cuatro gatos no nos sorprendió nada la "sorpresa" de sus resultados (ganamos varias cenas que algunos perdedores de las apuestas, por cierto, todavía hoy no nos han pagado), pues habíamos dejado escrito de antemano nuestro vaticinio electoral. Y algo similar veníamos avisando aquí con respecto a Ciudadanos por Cataluña, en artículos que en varias ocasiones fueron reproducidos luego en la revista digital de esa -ahora sí- emergente fuerza política y social. Llámalo voto del descontento, si quieres. El nombre es lo de menos. Lo de más es el hartazgo de tanta derechona nacionalera.

Desde el punto de vista mediático, lo que más llamó la atención de la campaña de Ciudadanos fue la mera anécdota del cartel electoral en el que aparecía un desnudo frontal pero muy modosito, recatado y casto del principal y jovencísimo candidato al Parlamento. Una idea que copió por aquí abajo el PIL en su libro-revista recién editado, aunque sus modelos aparecían desnudos de espaldas al fotógrafo. Total, mucho trasero ("y algún michelín", como me comentaba una periodista que igual no se ha visto el suyo, porque la envidia es muy mala), lo cual tampoco quiere decir que el PIL vaya a ir necesariamnte de culo. ([email protected]).

Elecciones al desnudo
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