sábado. 20.04.2024

Por José Montelongo

Vértigo. Ese debe ser el mal que aqueja al alcalde de Arrecife, Cándido Reguera, no sabemos si causado por los acontecimientos vividos en los últimos meses en el Ayuntamiento o por los que amenazan con llegar a partir de ahora.

Reguera, en una moción de censura legal pero totalmente indecente, vendió la convicción de que desalojaba al alcalde elegido mayoritariamente por la ciudadanía, con el apoyo necesario de dos imputados confesos de corrupción, para dar estabilidad al Ayuntamiento de Arrecife.

Seis meses después comprueba el edil y comprueba la sociedad que las promesas a los vecinos de Arrecife han caducado. Y huelen mal. A derroche, a improvisación, a banalidad. A falso.

A pesar de lo cual, siguiendo el manual del Partido Popular, Cándido, que es alumno aventajado, saca un diez en defensa de lo indefendible.

Ya en el Pleno extraordinario solicitado por el PSOE, la mayoría de los concejales le requirieron a Reguera el cese de los doce asesores extra, junto al pago de las cantidades adeudadas a las ONGs, la paralización del procedimiento de externalizacion del servicio de guaguas y la negativa a cualquier modificación puntual del Plan General, salvo para obra pública.

Cuál fue nuestra sorpresa al oír por boca de este demócrata que tenemos como alcalde que ni hablar de cesar al personal de confianza y que, una vez que consiga “resolver el problemilla” de los concejales imputados, revocaría todos los puntos aprobados por mayoría.

Hemos vuelto a escuchar al alcalde abogar por los doce asesores y por los 600.000 mil euros que nos cuestan. Esta vez es la Delegación del Gobierno en Canarias quien le dice al Ayuntamiento que la Ley de Estabilidad Presupuestaria se incumple en la partida del Presupuesto destinada a gastos de personal. Y Reguera, con los datos en la mano, habla de persecución política.

Y para rematar el pastel, la guinda: la desconvocatoria, por tres veces consecutivas, del Pleno ordinario correspondiente al mes de mayo; aquel en el que se iban a tratar los asuntos realmente importantes, y no aquellas bobadas que preocupan a la oposición.

Quien es capaz de vender un concierto de 300.000 mil euros para crear empleo y no gestiona unos servicios sociales adecuados a las actuales circunstancias; quien tiene dinero para la parranda de los sábados pero no para pagar a las escuelas deportivas o quien prioriza el viaje a Grecia de un concejal frente a los premios populares del Carnaval, es normal que padezca de vértigo.

Medicación, la que prescriban los médicos, por supuesto. Pero los socialistas le recomendamos al alcalde un tratamiento complementario de reflexión, atención a mejores consejos y una reducción en la exposición a las cámaras. Que tanto flash no puede ser nada bueno, hombre.

El vértigo del alcalde
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