viernes. 19.04.2024

Por Gerardo Fernández

Día 21 de noviembre de 2011. Lunes, 15:15 horas. Me decido a coger la guagua, y hacer causa común con eso de la austeridad, haciendo uso de los servicios públicos. Siendo justos, también quería observar el funcionamiento de este transporte y la atención a nuestros visitantes, gestión tan importante para el prestigio y economía de nuestra isla.

Esperé en la estación, ahora llamada intercambiador (junto al edificio del Cabildo Insular) unos veinte minutos. ¡Por fin apareció la guagua! Esperábamos más de cincuenta viajeros, la mayoría turistas y personas mayores. No todos pudieron subir, pues la conductora decía: “no puedo llevar más de diez personas de pie, llegará otra guagua muy pronto”. La misma cantinela fue repitiendo -y dejando a los pasajeros en tierra- durante todo el trayecto hasta que me bajé cerca de mi casa a las 15:50 horas.

Es evidente que la organización no funciona: mal planificados los horarios, la distancia al estribo y pasamanos del vehículo es demasiada, no se producen caídas de milagro, los que van de pie deben ser equilibristas para no caerse ¡Claro, siempre tendrá a alguien para amortiguar el golpe!

Las dos paradas o marquesinas de Costa Sal las eliminó una pala mecánica. Ahora nuestros turistas tienen otro aliciente más: “estar a la intemperie el tiempo que haga falta hasta que aparezca la guagua”.

No sabemos apreciar los grandes políticos y técnicos que tenemos. Está claro que los viajes a los distintos países y ferias, así como el alternar en hoteles de diez estrellas y tenedores les ha servido para adquirir grandes ideas en beneficio de nuestro turismo.

Sugerencia: debe haber más y mejor información tanto en la estación como en las guaguas y por supuesto en los lugares en los que se hospedan los posibles usuarios. Las pantallas informativas deben tener las letras mayores, ir más lentas y tener más nitidez. Faltan asientos a determinadas horas y debería haber una pequeña cafetería.

Para rematar la faena, desde hace bastante tiempo se aprecian malos olores procedentes de cloacas y aguas residuales. Como siempre, a estos ineptos administradores y políticos que tenemos sólo les mueve el dinero.

El turismo y las guaguas
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