jueves. 25.04.2024

Por J. Lavín Alonso

Cosa que, por lo habitual y reiterativo, no debería sorprender a nadie, y más si tenemos en cuenta que en esta ocasión es perfectamente sabedor de que no hallará una respuesta adecuada a sus impertinencias jeremíacas de corte medieval absolutista, con chilaba incluida, tan en consonancia con su idea – intuyo – del ejercicio del poder, en los antípodas de las libertades democráticas y el respeto a los derechos humanos. ¡Ay de aquel a quien le caiga un vecino pendenciero...! Con este primo, más valdría ponerse colorado una vez que amarillo treinta, pero tal parece que las cosas no ruedan así, y cuando el “primo” en cuestión se mosquea por un quítame allá ese helicóptero y tropieza con reacciones pusilánimes, pues eso, la coge con lo que más a mano tiene: las plazas de soberanía española, Ceuta y Melilla.

Y hablando de estas plazas, un breve repaso histórico nos enseña que pertenecen a España desde hace más de 500 años, cuando ni remotamente existía algo parecido al actual reino de Marruecos, que, como estado independiente , apenas se remonta a 1956. Pero por pedir que no quede. Alega el gobierno de Rabat el peregrino argumento de que las autónomas se encuentran en un continente distinto, argumento que no parece muy sólido, ya que existe esta misma circunstancia en otros países sin que ello signifique problema alguno. El caso de Turquía, por ejemplo, que tiene una parte de su territorio en Europa; incluso gran parte de su capital: Estambul, Gálata, está en la parte europea. Otro caso es el del estado norteamericano de Hawái, situado en mitad del Pacífico, a miles de kilómetros de la metrópoli. El estado de Alaska es otro ejemplo de notorio alejamiento, si bien está en el mismo continente.

En esta especie de pulso que el gobierno de Marruecos – país donde no ocurre absolutamente nada en el orden social y político que no esté directamente controlado por el rey – España está sola, mientras que aquel cuenta con el decidido apoyo de Francia – intereses políticos y económicos – y de Estados Unidos – intereses económicos y geoestratégicos. Pero esta circunstancia no debería disuadirnos de tratar al “primo” díscolo y buscapleitos con la seriedad y contundencia adecuadas, sin perder de vista su descarada doble moral: acusar a España de malos tratos a quienes tratan de cruzar los pasos fronterizos mientras ellos practican toda clase de sevicias contra la población saharaui, cuto territorio han ocupado “manu militari” y con la absoluta ausencia del más mínimo atisbo de legalidad. No obstante, tampoco hay que dejar a un lado el notorio abandono en que los sucesivos gobiernos de la democracia, y muy especialmente el actual, han tenido a Ceuta y Melilla. En todo caso, tampoco se aprecia una decidida intención de dejar bien claro ante el “primo” el deseo firma de que las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla sigan conservando su actual status político de forma indefinida.

El “primo” alauita incordia de nuevo...
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