jueves. 28.03.2024

AGENCIAS

El joven que acabó con la vida de su padre la noche del sábado al domingo pasado usó un cuchillo para degollarlo, según algunos vecinos del bloque de Jinámar en el que se produjo el crimen. Otros hablan de una botella. El agresor, Beneharo Jonay S. N., está en prisión por presunto homicidio.

Se desangró en pocos minutos. El corte fue mortal y no se pudo hacer mucho por la vida de Raimundo Sosa Santana, de 52 años, que murió presuntamente a manos de su propio hijo, Beneharo Jonay S. N. (24 años), y en presencia de la actual pareja de este último, que residía con la familia en un piso de la novena planta del bloque 19 (antiguo bloque 12) del Lomo de Las Brujas, en el Valle de Jinámar. Estos dos jóvenes tenían un hijo de tan sólo unos meses que es posible que también estuviera en la casa. La madre del agresor y esposa del fallecido estaba en Fuerteventura.

El joven pasó a disposición judicial la tarde del pasado lunes en el Juzgado de Primera Instrucción Número 2 de Telde, que estaba de guardia. Tras prestar declaración durante casi dos horas, fue enviado a la prisión del Salto del Negro por presunto homicidio. Ante el juez declaró que usó un cuchillo, pero algunos vecinos sostienen que utilizó el gollete de una botella, con la que el padre, que al parecer tenía problemas con el alcohol, intentó agredir antes al joven después de que éste interviniera cuando al llegar a su casa observara una gran trifulca entre su padre y su compañera.

Mientras tanto, y según dicen los vecinos, el hombre ya fue enterrado el lunes pasado con especial discreción. Algunos comentan que ni siquiera pudieron ir a dar el pésame a la familia, que ha decidido vivir estos momentos en la intimidad.

La génesis del crimen se produjo en mitad de una fuerte discusión entre padre e hijo, pasadas las doce y media de la noche del sábado al domingo. De hecho, fueron los propios vecinos los que alertaron a los efectivos policiales, alarmados por los gritos y el escándalo que provenía del piso donde se produjo el suceso.

Hay versiones que apuntan que entre padre e hijo se daban discusiones frecuentes. Unos dicen que por asuntos de dinero, otros que por los supuestos problemas del joven con las drogas. En todo caso, el ambiente en el barrio era ayer de estupor, sorpresa e incredulidad. El mutismo era absoluto. La gente no quería hablar. Todos se encogían de hombros cuando se le preguntaba por la reacción de Beneharo Jonay. «Pero si es un niño tranquilito, eso tuvo que ser que se le cruzaron los cables», comentaba una señora con cierto recelo por el qué dirán.

Por los datos recabados, en ese piso de Jinámar vivían el fallecido, Raimundo Sosa Santana, y su mujer, que estos días se encontraba en Fuerteventura, el presunto agresor, Beneharo Jonay S. N., su pareja actual y el hijo de ambos, un niño que, según los vecinos, tiene apenas unos meses de vida. Jonay tiene al parecer otro hermano que vive con su pareja fuera del hogar familiar.

El parricida usó un cuchillo para degollar a su padre
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