sábado. 20.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Mira que son coñazos algunas feministas. El PSOE las cultiva, como si se trataran de margaritas silvestres. Un comentario del presidente del TSJC, Castro Feliciano, diciendo una obviedad: que hay denuncias falsas por malos tratos para conseguir objetivos de custodia de hijos, venganzas conyugales, etcétera, las ha exitado. Son las quecas -qué coñazos- de ciertas feministas, que confunden siempre el culo con las témporas, que aluden a modo a la xenofobia, al racismo y al machismo aunque no vengan a cuento. Yo creo que no hay demasiado machismo en las islas, sino bastante machorrismo, que es distinto. Pero el machorrismo no debe desembocar en la crítica a una obviedad: cientos de denuncias falsas entullan los juzgados; y no hace falta que lo diga Castro Feliciano, porque eso lo sabe todo el mundo y los jueces están hasta las bolas de tener que enchironar a maromos supuestamente inocentes, por la mera denuncia de su pareja. Claro, no confundir: hay por ahí mucho sinvergüenza, maltratador, carne de mazmorra y de pulsera electrónica. Pero, oiga, también existen pedorras a las que hay que echar de comer aparte, que se pasan la vida levantando falsos testimonios. Las chicas del PSOE deberían saberlo.

2.- No voy a hacer causa común con las feministas, porque sí. Yo hace años que no me subo a un ascensor con una mujer sola, que sea desconocida. Me lo sugirió un amigo periodista de Madrid, que sabe mucho de trampas. ¿Qué sé yo si se trata de una encerrona? ¿Qué sé yo si la señora le da por salir al piso trece con el sujetador en la mano y una teta al aire, gritando que se lo quité yo? No me arriesgo ni de coña. Porque les aseguro que la bofia actuante la va a creer a ella, por principio de norma socialistoide, y no a mí. O sea, que cuando me vean en la puerta del elevador haciendo cola sin haber gente no es que me haya vuelto loco, sino que el panorama no pinta bien. Le tengo mucho miedo al machorrismo al uso, que en Canarias está notablemente arraigado, como he dicho, para desgracia de las personas normales.

3.- O sea, que apelo a la sensatez. A que las damas del PSOE sean más ecuánimes y no se esgorrifen el cerebelo lanzando al aire brotes machorristas en detrimento de lo que es justo. El maltratador, a la cárcel. Y la que denuncia en falso, a la mazmorra también. Y al inocente que no ha hecho nada, que se le deje en paz y que no se le cuestione porque la ley sea tan parcial y tan injusta que la proteja a ella más que a él. Ese es un principio básico equivocado porque si todos -todos- hemos luchado por la igualdad, que la igualdad sea tal y no un fraude de ley que haga culpables a unos e inocentes a otras mientras no se demuestre lo contrario. O jugamos todos o rompemos la baraja, quecas.

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El machorrismo
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