jueves. 28.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- Treinta y cinco años después de la agonía y muerte del general, su herencia envenenada reside precisamente en que todo el mundo habla de él. Habíamos enterrado la guerra, la posguerra y el régimen con una Constitución y con una Ley de Amnistía, pero siempre hay gente dispuesta a no olvidar. Y más cuando un Gobierno empecinado se afana en hacer dejación de su responsabilidad para con el país y en enfrentarse a la historia e intentar vencerla. Y, sobre todo, en doblegar la voluntad de millones de españoles que votaron la Constitución y que celebraron con alborozo la amnistía, para que, entre otras cosas, tantos de las izquierdas que fueron condenados y desterrados por las derechas pudieran volver a su país. ¿Les parece poco esto, que se hubiera conseguido la reconciliación de las dos Españas? ¿Para qué desenterraron el hacha de guerra, acaso para que el país no se fijara en la incapacidad de un Gobierno torpe, lleno de resentidos, incapaz de sacarlo adelante? En medio de la que está cayendo aparece un juez justiciero, que jugó a la política y que utilizó la judicatura para chantajear al PSOE; y que ahora reivindica su papelito en la memoria histórica para seguir apareciendo en los periódicos y turbando la convivencia entre esas dos Españas. A Garzón le han dado de su propia medicina. Ni más ni menos.

2.- El franquismo sociológico sí continúa anidando en los sindicatos, sus herederos. Mientras Europa ha modificado su sector laboral varias veces desde la Segunda Guerra Mundial, en España continúa vigente la rigidez del sindicato vertical franquista: un despido carísimo, un proteccionismo atroz del trabajador, un subsidio fácil, unas medicinas casi gratuitas, un dispendio sanitario brutal y la sensación de que siempre el malo es el empresario. Ahora los sindicatos preparan huelgas en el sector público y quizá una huelga general. Sólo en eso, en el derecho a la huelga, se diferencian estos tiempos de los del muerto y bien muerto invicto caudillo.

3.- El franquismo tenía que estar enterrado bajo la pesada losa de la tumba del general. Pero es el PSOE el que ha encendido la mecha de la memoria estúpida. ¿Dónde estaba la Falange antes de Garzón? ¿Dónde la extrema derecha antes de la famosa y estúpida ley? ¿Es que siempre tienen que estar removiendo el potaje del odio, treinta y cinco años después de la muerte del dictador y a más de setenta de la última guerra civil? El PSOE tiene lo que ha sembrado: odio, falta de respeto hacia los que ya perdonaron, unas ganas enfermizas de emponzoñar heridas que habían cicatrizado. Y así le ha ido: ha resucitado al franquismo. A ver cómo lo arregla ahora.

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El franquismo resucita
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