viernes. 19.04.2024

Por Antonio Hernández Lobo, profesor de Enseñanza Secundaria y vicepresidente del Consejo Escolar de Telde

El estado de salud de nuestras ampas.

Recientemente nos hemos encontrado con un excelente estudio de la Universidad de Lleida sobre el estado de salud de nuestras ampas. Ciertamente el movimiento de madres y padres del alumnado en Canarias goza, en líneas generales, tanto en lo que se refiere a las ampas públicas como a las concertadas. Vivimos tiempos difíciles para la educación en Canarias, donde arrastramos un conflicto laboral que enfrenta a administración y profesorado, y donde entran en juego las familias y los propios estudiantes con acciones y declaraciones varias. Lo que si queremos todos los sectores, y es donde más nos ponemos de acuerdo, es en la búsqueda de la pronta solución, así como el manifiesto explícito del desconcierto por como ha ido desarrollándose el conflicto sin visos de posible solución en un corto plazo de tiempo.

Históricamente, siempre ha sido un objetivo de las ampas el fomentar la participación e implicación de las familias, favorecer la democracia interna y la expresión de sus intereses, para conseguir una educación de calidad. Pero, por otra parte, la formalidad, las tareas de intendencia y hasta administrativas que hay detrás de algunas asociaciones de madres y padres, consecuencia de la legislación vigente y del poco interés de muchos centros en que funcionen, deberían dar paso a unas AMPAS pragmáticas, útiles, concretas y motivadoras. Lo cierto es que la crisis de participación existente en nuestras grandes ciudades, sobre todo, hace que la sociedad no se implique a ni en el gobierno ni en las actividades de los centros educativos. Lo peor de todo es que muchas familias tratan al centro educativo casi como una empresa de servicios, sucediendo esto tanto en los centros públicos como en los privados. En ocasiones, derivado de este hecho, los docentes y no docentes de los centros son vistos por algunas familias como unos trabajadores que tienen que prestar un servicio de forma eficiente y a los que se les debe exigir resultados más que comprender sus problemas con la tutoría.

Bueno, tampoco el profesorado, nos quedamos atrás. En nuestro gremio también existen compañeros que no se acaban de creer el hecho de que madres, padres, y profesorado debemos ir en una misma línea de trabajo, con los que compartir experiencias, dudas y retos sobre los alumnos/hijos, sino que son un trámite más para cumplir con el expediente.

Y las juntas directivas de las ampas canarias lo tienen muy claro dada su alta motivación y participación. La queja mayoritaria es la escasa participación e implicación del resto de las familias. La realidad es que el resto de padres, no percibe un interés en las reuniones organizativas y decisorias ni participa en actividades que desconoce. Se desinhiben totalmente ante cualquier circular emitida por las ampas.

Una buena receta, según mi modesta opinión es

una definición clara de objetivos a conseguir y que concentren el poco tiempo disponible de las madres y padres en momentos de intercambio, información y formación, gestionados, en la medida de lo posible, por expertos que dominen las técnicas. Para ello es fundamental que se desarrolle lo antes posible el ambicioso Plan de Formación de las familias que ha propuesto la Consejería de Educación. Pero que desconocemos porque no acaba de arrancar. Es más, también sería necesaria la formación conjunta en las mismas acciones de familias y profesorado, por ejemplo en lo concerniente a convivencia escolar, planes de acción tutorial, etc.

Esto es sólo una reflexión en base al trabajo con asociaciones de madres y padres de alumnos desde un doble punto de vista; como profesor y director de un centro educativo, y como padre de dos alumnos. Es difícil, pero seguiré intentándolo.

El estado de salud de nuestras ampas
Comentarios