viernes. 29.03.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Desde este lado de los Pirineos, siento una mezcla de gozo y de envidia sana, al observar la firme respuesta de la sociedad civil francesa ante los ataques a determinados derechos laborales y sociales por parte del gobierno de Sarkozy. Es un admirable ejemplo de una ciudadanía viva que sabe perfectamente lo que está juego: ni más ni menos que su modelo social, el Estado del Bienestar, heredado de las generaciones anteriores, y que piensa que debe de mantenerlo y transmitirlo, es lo mínimo, a las generaciones futuras. Por ello, lo que se está dilucidando en estos momentos en Francia es mucho más que la reforma de las pensiones. Aquí existe un profundo malestar, que viene de largo, aunque se ha incrementado tras la crisis económica que ha desembocado en una profunda crisis social. Existe una gran angustia entre la mayoría de los franceses, ya que no ven una perspectiva clara de salida de la crisis. No deja de ser contradictorio que a los franceses se les pida trabajar más y muchos de ellos están fuera del mercado de trabajo. Estas contradicciones ponen en movimiento a la gente. Así podemos entender que una amplia mayoría de la población francesa, un 70% está a favor de las movilizaciones.

Es un movimiento de protesta iniciado y encabezado por los sindicatos, secundado a conciencia por amplios sectores de la sociedad, desde funcionarios, transportistas, obreros y estudiantes.. Ha arraigado con mucha fuerza en los institutos de bachillerato que llevan los nombres de Voltaire, Diderot, Jean Jaurès, D`Alembert, Condorcet, nombres que son los de la historia de Francia… Todos los días laborables, los estudiantes de bastantes institutos, se reúnen a las siete de la mañana, una hora antes del inicio de las clases. En asamblea improvisada en la calle deciden si se suman a la huelga o no ese día. De momento han votado que sí. También están presentes los jóvenes de suburbio(banlieue), escolarizados o no, que tienen el sentimiento de ser designados como chivos expiatorios. Como siempre, hay grupos antisistema que han provocado graves disturbios sobre todo en Lyón, aunque muchos sindicalistas sospechan que se trate de un movimiento desatado por provocadores con la intención de abortar el movimiento de protesta nacional contra la reforma de las pensiones.

Los estudiantes muestran una hostilidad visceral hacia el presidente de la República y su gobierno. Sarkozy está dando muestras de prepotencia, mostrándose insensible a cualquier negociación. El candidato de 2007 y el presidente actual no se parecen en nada, ya que ha dejado de desempeñar la función ejemplarizante de un jefe del Estado. Vacaciones sobre el yate de Bolloré, el Establecimiento público de organización de la Defensa con Jean Sarkozy), los conflictos de intereses del asunto Woerth … Tienen además el sentimiento, desde hace dos décadas, que todas las reformas emprendidas sirven para empeorar su situación. Los jóvenes franceses están atravesando grandes dificultades, por lo que expresan una desconfianza formidable. Se dan cuenta que las promesas que se les han hecho no sirven para nada. Desde los poderes públicos se les dice: " estudien, y tendrán trabajo”. Y cuando lo tienen son trabajos precarios. El desarrollo de los períodos de prácticas, los contratos temporales y de la interinidad retrasa y debilita la instalación en la vida profesional. Los jóvenes han interiorizado la idea de que ya no tendrán las mismas condiciones de trabajo que sus padres. Sociólogos afirman que como los poderes públicos cuentan muy poco con los jóvenes, ellos quieren ser protagonistas, y lo consiguen a través de las manifestaciones, que les sirven para ocupar el espacio público, así alcanzan la edad adulta y la ciudadanía.

Lo que ocurre en Francia se entiende por su historia. Aquí se inició la Ilustración, la Revolución Francesa de 1789, patrimonio de toda la humanidad, que supuso el final del Antiguo Régimen, de la que se sienten orgullosos, por ello el 14 de julio, día de la toma de la Bastilla, es su fiesta nacional. Paris fue el centro de la revolución liberal de 1830 y la democrática de 1848, en la que se alcanzó el sufragio universal masculino. La Comuna de 1871 que produjo la “Declaración al pueblo francés”, donde se recogían amplios derechos de reunión, prensa, enseñanza gratuita y obligatoria, y supresión del trabajo nocturno. En el siglo XX Mayo del 68. La Historia pesa mucho. Con estos antecedentes es comprensible la reacción actual de la sociedad francesa.

Como contraste hay otras sociedades que en situaciones peores parecen adormecidas, pasivas e indiferentes. Como han alcanzado determinados niveles de bienestar, sin haberles costado mucho esfuerzo, no los valoran como debieran. Además los dan ya como hechos, sin darse cuenta de que no son eternos, y de la misma manera que los alcanzaron, podrían llegar a perderlos en un futuro no muy lejano. En ellas no se ve ningún colectivo suficiente concienciado para encabezar un movimiento reivindicativo comparable al del país vecino. Parecen tener bastante con satisfacer el afán consumista en los Grandes Almacenes, salir el fin de semana a la playa o a la montaña, darse un baño de patriotismo con los triunfos de la Roja; ver los partidos de la Liga de Campeones y el Gran Hermano, y comentar las vicisitudes de la Princesa del Pueblo. Esto es lo que hay.

Quiero terminar con las palabras iniciales. Siento una envidia sana por la actuación de la sociedad francesa. Es de esperar que hagan retroceder a Sarkozy. Este partido no sólo se juega en Francia, se juega en otros muchos campos . Si Sarkozy, que hace bandera de esta reforma, la saca adelante sin corregirla, el camino para Zapatero o Rajoy estará expedito. De ahí la importancia de mirar lo que sucede más allá de los Pirineos. Y tomar nota.

El ejemplo de Francia
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