miércoles. 24.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Hacía tiempo que no se veía tanto tránsfuga por metro cuadrado en esta pobre islita rica sin gobierno conocido, a fe mía. Y ahora acaban de aparecer todos, juntos y revueltos, en las distintas y no tan distantes listas electorales que días atrás se hacían públicas (no he leído ninguna porque no voto y tanto se me da Juana como su hermana, pero sé a ciencia cierta que están repletas de chaqueteros, que es un animalito que siempre repite, como el chorizo de Teror y por ahí).

La precampaña será -está siendo ya- muy dura. Y la campaña propiamente dicha ni te cuento. Todavía no has visto nada: el uso torticero de la publicidad institucional, las huelgas en vísperas del 27-M, los boicoteos a los actos del rival y demás marrullerías son mero fuego de artificio comparado con lo que está por llegar. Hasta que todo esto desemboque, como de costumbre, en el gran triunfo de la abstención, veremos casi de todo, y casi nada bueno. El que avisa no es traidor sino avisador.

Hablar de transfuguismo en la infrapolítica lanzaroteña es pura redundancia, reiterado pleonasmo, pues no hay partido -y casi ni político- que no haya sido tocado por ese virus corrompido y corruptor. No me pidan nombres aquí y ahora porque no me iban a caber todos en la columna. En una isla donde el transfuguismo es a la política lo mismito que las huelgas a Andrés Barreto (no se entendería lo uno sin lo otro, o a la inversa), es lógico que hayamos tenido episodios de traición política para todos los gustos y disgustos. En Teguise se dio el afamado pacto de las tuneras (primer caso registrado de transfuguismo en Canarias), y también en la vieja Villa se escenificó años después el no menos esperpéntico y bochornoso episodio en el que, justo a la hora de la toma de posesión de su acta como concejal del sustituto de Miguel Ángel Remedios como teórico nuevo edil del PP, va el hombre, de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, y jura el cargo alegando que toma posesión del mismo como nuevo miembro (con perdón) de Asamblea Cojonera (Conejera, quise decir).

Lo que menos importa es conocer el nombre y los apellidos del último tránsfuga de turno o el concreto partido que sufre la indisciplina o el que se beneficia de la misma. Tanto da y tanto monta, pues en Lanzarote todos los partidos han sufrido indisciplinas similares y se han beneficiado de las mismas en un momento u otro, como es triste fama, y apenas queda ningún concejal o consejero que no haya chalaneado al modo antes o después. Es el bonito ejemplo que nos dan, a cada paso, estos políticos a los que todavía algunos conejeros (el 50%, aproximadamente) prestan su voto y su confianza en las urnas, sin sufrir remordimientos de conciencia, porque tiene que haber gente para todo.

Los partidos se merecen el castigo que están a punto de aplicárseles en la urna. Todos, casi sin excepción, lo han hecho peor que mal. No me pidas siglas, que las conoces igual o mejor que yo. Que el diablo los confunda a tirios y a troyanos. Que el Altísimo ilumine a votantes y a no votantes, pues de ambos es, a partes iguales, el Reino de los Cielos cuyo remedo tenemos montado aquí en la Tierra. Amén. ([email protected]).

El diablo los confunda
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