viernes. 29.03.2024

El caso Galindo

El conocimiento de la noticia de la detención en 2008 del senador electo por Lanzarote y su posterior absolución ha abierto un debate sobre la idoneidad de la persona que mayoritariamente han elegido las personas que fueron a votar el pasado 20 de diciembre

Podemos ha sido la ganadora indiscutible de las elecciones generales en Lanzarote, tanto al Congreso como al Senado. Independientemente del análisis que cada uno quiera o pueda hacer, en el que se incluye el hecho indiscutible de que la mayor parte de los lanzaroteños que han votado se han inclinado por una opción política que prácticamente no hizo campaña electoral en la Isla, es un triunfo incontestable. Y por ello, Podemos merece ser felicitada como organización política. Otra cuestión sería saber cuántos de los votantes de esta formación conocían al candidato local y cuántos se habían interesado por enterarse de su trayectoria y de qué forma podía este señor defender los intereses de la Isla. Suponemos que habrá muchos de esos votantes que ahora se echan las manos a la cabeza al ir conociendo el perfil del nuevo senador, y que de haberlo sabido, habrían votado otra opción. Son esos electores los que deberían asumir la parte de culpa que les toca por haberse dejado llevar por el color de un partido, sin preocuparse por quién estaba detrás y delante de ese partido aquí. El candidato de Podemos en Lanzarote era José Ramón Galindo, no Pablo Iglesias, aunque por la cartelería electoral que vimos, pareciera lo contrario.

La alegría que se llevaría la formación en Lanzarote se vio muy pronto empañada una vez que en las redes sociales corrió; con la rapidez con la que circulan las noticias hoy en día que el senador electo, José Ramón Galindo, había sido detenido en el año 2008 en Tías por parte de la Policía Local acusado de un delito contra la salud pública.

En este medio de comunicación, uno de los pocos que ha seguido todas y cada una de las pautas que marca el ejercicio del buen periodismo, tratamos de averiguar si la noticia era cierta o no. En principio, porque era importante saber si había sido así o si por el contrario se trataba de bulo que era necesario desmentir. Porque el peligro que tienen las redes sociales es que se distribuye cualquier tipo de información verdadera o falsa sin ningún tipo de contraste. En muchas ocasiones, además, se hace por ese ejercicio tan propio de una sociedad en decadencia como la nuestra en la que algunos provocan daño sólo por el puro placer de provocarlo o por intereses que van más allá del mero cotilleo.

Una vez comprobada la autenticidad de la información, la siguiente pregunta era sencilla. ¿Es noticia que no se supiera que un senador electo había sido detenido por traficar con drogas? Tenemos claro que lo era, y que había que saber exactamente cómo se habían producido los hechos y cómo habían terminado. ¿Qué habrían dicho o pensado los integrantes de Podemos si se hubieran enterado de que había medios de comunicación que trataban de ocultar que el senador electo del Partido Popular, del Partido Socialista, de Ciudadanos o de Coalición Canaria había sido detenido por tráfico de drogas?

Antes de publicar nada y desde el primer instante este diario contactó con la organización para conocer el asunto. La mayoría de sus miembros estaban realmente sorprendidos por la información, y está claro, aunque no es oficial, que se produjo algún tipo de reunión para que todos supieran exactamente qué era cierto y qué no lo era. Imaginamos que también trataron, una vez que conocieron todos los detalles de lo ocurrido en 2008, de buscar la forma de trasladar la información y las reacciones. Así, el día después de que se propagara la noticia Podemos envió una nota de prensa a todos los medios (sólo se publicó en este diario en Lanzarote) en la que anunciaban que darían una rueda de prensa para informar de una sentencia que en ese momento parecían conocer pero que no tenían y sobre las actuaciones a acometer. Es decir, hubo un planteamiento inicial de que "algo había que hacer al respecto", lo que supone que en el propio Podemos se dieron cuenta de que el asunto era serio y que iba a acarrear consecuencias. Desde la redacción de este diario se llamó al senador electo para que diera su versión de lo ocurrido, pero no cogió el teléfono.

Con el paso de las horas la noticia tomó forma, y haciendo un resumen rápido para que los lectores entiendan qué ha sucedido, apuntamos que Podemos cambió de opinión, cerró filas en torno a su compañero y envió una segunda nota de prensa en la que aportaba la certificación de que Galindo había sido finalmente absuelto en la causa en cuestión después, eso sí, de haber sido detenido previamente por la Policía Local de Tías. Inmediatamente, este diario se puso en contacto con la dirección de Podemos y con el propio Galindo, que esta vez sí habló y se limitó a explicar que era un asunto del pasado que no terminó en condena.

Esos son los hechos de una noticia que ha despertado notable interés en la Isla, y que entendemos que al menos en nuestro caso se ha contado con el rigor que el tema merecía y sin tratar de hacer ningún tipo de juicio paralelo. Probablemente habrá gente en Podemos que no lo comparta, que entienda que se ha sido injusto con su compañero. Pero probablemente también serán los mismos que justifican que su secretario general, Carlos Meca, utilice su página web para recortar fotografías privadas del director de este medio con su hija de cuatro años o que saque al consejero Echedey Eugenio masturbando a un caballo, entre muchos de los damnificados por un humor que ya le ha costado varias sentencias condenatorias. Y es que desde el entorno del señor Meca tienen una forma un tanto peculiar de abordar informativamente los asuntos judiciales de la Isla. Aquí unos son imputados, culpables o jóvenes que cometen errores de juventud en función de las simpatías o antipatías que le generen al consejero del Cabildo.

Nosotros simplemente nos dedicamos a hacer periodismo, no a hacer política con el periodismo. Es una diferencia notable que ya explicamos en artículos anteriores cuando diferenciábamos en el ámbito judicial entre los que tratan de impartir justicia y los que son auténticos justicieros.

La pregunta que analizamos ahora desde el punto de vista editorial y que trata de dejar clara nuestra postura es sencilla: ¿puede y debe seguir adelante José Ramón Galindo con su toma de posesión como senador? La respuesta es sí.

Y es sí porque en este medio de comunicación hemos creído y respetado en todo momento y para todo el mundo principios básicos y elementales en un estado de derecho como son la presunción de inocencia y la reinserción social. En este caso, siguiendo siempre la argumentación de Podemos y lo que se conoce del tránsito judicial del senador electo, ni siquiera se debe producir la reinserción social de alguien que no ha sido condenado a pagar ningú;n tipo de pena. Por tanto, legalmente y moralmente, al menos a ojo del fiscal y del juez que analizó su causa, está legitimado para representarnos en Madrid.

Conocemos perfectamente eso sí, porque Lanzarote es un pueblo pequeño, las maniobras que los fariseos de siempre están tratando de hacer para que el nuevo senador abandone definitivamente su puesto y pueda así correr la lista, de tal forma que otros que tal vez no se atrevieron a estar en un primer lugar para el que nadie vislumbraba semejante éxito consigan llevarse un premio que no merecen. Conocemos perfectamente también la cantidad de comentarios y rumores que ahora circulan sobre "otras causas" o cuestiones que no tienen nada que ver con lo que fue una noticia perfectamente contrastada. Son asuntos que por tanto se escapan de momento al interés periodístico del momento y que forman parte más de esos juicios paralelos a los que algunos medios de esta isla tienen tanta afición.

José Ramón Galindo, ahora que le vamos conociendo porque todo el mundo sabe que o no quiso o no le dejaron hacer campaña electoral, es un albañil que no llega a los cuarenta años que representa a esa parte de la sociedad que jamás había soñado con estar en un lugar como la Cámara Alta. Representa a esa gente que quiere cambiar las cosas, que lidera una especie de revolución que de momento ha servido para dar un toque de atención a los superprofesionalizados políticos que tenía este país. Es por tanto alguien que se ha ganado el derecho a estar allá; donde se toman las decisiones, y a representar a los lanzaroteñ;os que le han votado y a los que no.

Esa es la posición del medio, aunque comprendemos, en ese respeto que siempre debe haber por la discrepancia (así se construyen las democracias serias y no los regímenes sectarios y dictatoriales que tanto parecen gustarles a algunos que hablan de cambio), que haya gente que considere que la reacción de Podemos debería haber sido otra una vez que ha salido a la luz la noticia.

José Ramón Galindo es el senador que ha elegido por mayoría la población de Lanzarote que todavía va a votar, y es por tanto la persona que debe estar en la Cámara Alta una vez que se constituyan las Cortes Generales. Aunque como van las cosas, y teniendo en cuenta que su partido defiende una nueva convocatoria electoral, lo mismo este tipo de disquisiciones sirven para bien poco.

El caso Galindo
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