sábado. 20.04.2024

1.- Ya se sabe que Canarias presenta graves carencias en educación ciudadana. Todavía la gente escupe en la calle y tira los desperdicios fuera de las papeleras. Esto no se concibe en ningún país civilizado; sin embargo, aquí no producen estos hechos reprobación social alguna. Nos hemos acostumbrado. Y tampoco el maltrato a los animales. Llevo varios años denunciando la forma en la que los cazadores transportan a sus perros: hacinados, incómodos, en diminutos remolques con poca ventilación y menos confort. Yo creo que el verdadero animal es el que va conduciendo el jeep, no el que sufre en el remolque. Y por mucho que lo digo, nada. Todo sigue igual. Es preciso conceder a los miembros cualificados de las sociedades protectoras de animales el papel de agentes de la autoridad en las funciones propias de su trabajo. Y a la Guardia Civil darle instrucciones para que sancione cualquier mal comportamiento con uno de estos perros cazadores, algunos de los cuales son despeñados o abandonados a su suerte en Las Cañadas cuando ya no valen para lo que fueron entrenados. Los turistas no paran de hacer fotos de esos vehículos aparcados en El Portillo, con los perritos hacinados y asándose de calor en el remolque mientras los bergantes de sus dueños se hartan de vino y de cerveza en los bares. Ya está bien.

2.- El nivel cultural de un pueblo se mide por el amor que sus gentes tienen a los animales. Y, la verdad, el nuestro debe ser escaso, a la vista de estos espectáculos deplorables de maltrato, que serían sancionados penalmente con duras condenas en países civilizados. Aquí somos muy aficionados a reformar el Código Penal para imbecilidades diversas, pero no nos damos cuenta de que no castigamos a quienes provocan el sufrimiento de seres indefensos, a manos de desalmados sin conciencia y sin educación. Vayan a Las Cañadas para que vean esos perros mendigar un trozo de pan porque se mueren de hambre. Muchos se quedan en aquellas peñas y fallecen de frío. Y algunos saltan y mueven el rabo cuando alguien les ofrece una caricia, algo que ya tenían olvidado. Ya conté una vez la historia del perrillo "Teide", rescatado en Las Cañadas y que, gracias a Dios, vive ahora entre una familia que lo quiere y lo valora como ser vivo.

3.- Las autoridades canarias no pueden ser insensibles ante esta crueldad. Yo pido que se suspendan los transportes de animales en condiciones propias de un pueblo de bárbaros. Y solicito que se castigue, incluso con pena de cárcel, al que abandone a un animal y lo maltrate. Sé que el Código Penal vigente contempla hechos como los que contamos, pero, ¿cuándo han condenado a alguien por violar estas normas en Canarias? Y animo a las personas decentes a que denuncien a estos desalmados. A lo mejor dando trabajo a policías y jueces se acaba el problema.

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El animal es el que va conduciendo
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