jueves. 25.04.2024

Víctor Corcoba Herrero

El Parlamento Europeo conmemora el 50º aniversario de la primera sesión de la Asamblea Parlamentaria Europea, celebrada en Estrasburgo el 19 de marzo de 1958. La Eurocámara, con medio siglo de vida injertada en el laberinto del tiempo, es normal que haya crecido en número de representación y de representados, en poderes de decisión y competencias, cuestión por otra parte vital, si queremos reforzar el control democrático y que tome raíces en la vida cotidiana de sus ciudadanos. A pesar de los años cumplidos, las instituciones europeístas para muchos residentes son algo lejano y desconocido, hasta los propios Estados miembros manifiestan desconsideración cada vez que incumplen, que son muchas veces, la propia legislación que generan y que debería servir para fortalecer aún más la Unión. Cuando los que mandan pierden la cortesía y lo único que recuperan es el desacato; los que obedecen, pierden el respeto y ganan espacio las arbitrariedades.

Como botón de muestra algunos ejemplos al desafuero. El Parlamento Europeo aprueba la revisión de la legislación europea que establece máximos para una serie de contaminantes. La nueva directiva reducirá las emisiones de partículas contaminantes nocivas, pues se introducen, por primera vez, valores límite para las llamadas “partículas finas”, que pueden causar enfermedades como el asma. Hasta ahora, la UE sólo establecía límites para el dióxido de azufre y las partículas más grandes. España es uno de los países que incumple la legislación vigente. Más de lo mismo de mal. Se da luz verde a una directiva que introduce una separación de al menos 30 minutos entre los bloques publicitarios televisivos. Esta normativa, que actualiza una directiva de 1997, establece un máximo de 12 minutos de anuncios cada hora y también se aplicará a la televisión en Internet. En los programas infantiles se prohibirá la colocación de productos y se desarrollarán códigos de conducta que limiten la publicidad de alimentos con altos niveles de grasas. Ya no les digo nada del azote del empleo ilegal, la falta de cohesión social y el incremento de la pobreza, que todos hablan de reducir y en España se incrementa. La verdad que tiene bien poco sentido pasar la vida haciendo leyes para luego quebrantar hasta los propios principios éticos.

Si celebrar la vida y el sueño de vivir es una cuestión de dejarnos querer y de gratitud, el medio siglo del Parlamento Europeo debe, al menos, ponernos en actitud europeísta, aunque a veces nos transmita desasosiego y fracaso, en vez de gozo y conquista. Reducir Europa a un asunto territorial únicamente me parece una postura muy pobre. Bajo la expresión europeísta debe apuntalarse un orden estético libre, capaz de combinar vigor con justicia social, pluralismo político con tolerancia, solidaridad con apertura. El partido socialista ha introducido en su programa impulsar la reforma constitucional para introducir una referencia a Europa en la Constitución. Refrendo la idea, la aplaudo, pero con el añadido de sumarse al esfuerzo colectivo de renovar las normas de la vida en común establecidas en los Tratados, cumpliéndolas y haciéndolas cumplir.

El Parlamento Europeo
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