sábado. 20.04.2024

Era la séptima oportunidad que los españoles tenían de votar en unas elecciones europeas. Este domingo 25 de mayo se estrenaban unos 900.000 ciudadadanos, que acababan de cumplir los 18 años, de los más de 34 millones con derecho al sufragio para estos comicios, que no se repetirán hasta dentro de otros cinco años. Y aunque la tónica general de esta jornada electoral en España ha sido la escasa movilización, de un 45,86%, lo cierto es que la acción en varias Comunidades, como Cataluña, País Vasco y Navarra, ha terminado por elevar la balanza respecto a 2009, cuando la abstención fue del 55,1% y también respecto de 2004 (con una participación del 45,14%). El alarde independentista en la primera de las autonomías, donde se ha movilizado un 10 por ciento más de la población, ha levantado la participación en el conjunto de nuestro país, que ha sido mayor a la esperada, nueve décimas por encima del porcentaje de un lustro atrás: el 44,9%. Todo apuntaba a cierto descalabro del bipartidismo, siendo el castigo final todavía más abultado del que pronosticaban los sondeos publicados durante la campaña: la lectura es que el PP de Mariano Rajoy y Miguel Arias Cañete ha ganado las elecciones europeas, pero se ha dejado casi 16 puntos porcentuales en el camino y ocho escaños respecto a 2009 (baja de 24 a 16). Aventaja en tres puntos al PSOE de una Elena Valenciano que se hunde en el abismo, con nueve eurodiputados menos que en los últimos comicios.

Con todo, lo que se ha detectado en la mayoría de los casi 50.000 colegios electorales dispersos por España es que Europa no ha sido capaz de movilizar en gran medida a nuestro país, porque salvo las regiones citadas se ha arrastrado el lastre de la notable abstención electoral. En esta ramplona fiesta de la democracia, han participado algo más de cuatro de cada diez habitantes, lo que significa que se ha puesto (aunque sea parcialmente) a dieta, al decir de Esteban González Pons, número dos de la lista popular, quien ha declarado en esta jornada que «si no se va a votar, la democracia adelgaza». Si en España s la tercera vez de las siete con menor motivación a la hora de ir a las urnas y depositar la papeleta, en el conjunto de Europa ha crecido la movilización por primera vez en dos décadas.

Desgaste del bipartidisimo

En nuestro país la actualidad política pasa por el gran desgaste del bipartidisimo. Sale muy tocado de estas elecciones, pese a que la victoria ha ido a parar a la candidatura popular de Miguel Arias Cañete. Llegan con fuerza los minoritarios, que consiguen atomizar mucho el pastel de los resultados. [Consulta todos los resultados de las elecciones europeas]

Tampoco ha debido espolear mucho al votante el hecho de que un debate, celebrado el pasado 15 de mayo, entre los dos principales candidatos de las listas popular y socialista solo haya servido para agitar el mantra del machismo en campaña. Es decir, el resultado del cara a cara que debía analizar la unión fiscal, monetaria y bancaria europea, la política agraria común, la Europa de los ciudadanos y sus derechos o la implementación del mercado digital, entre otras muchas competencias adquiridas por Bruselas tras la aprobación del Tratado de Lisboa (era la primera vez que se votaba tras esta reforma de calado que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009) radicó en que el madrileño Miguel Arias Cañete es algo desconsiderado con la mujer y que la alicantina Elena Valenciano es, simple y llanamente, mujer. La consultora política Gloria Ostos lo sintetiza así: «En esta campaña se ha hablado en clave nacional con una muy ligera perspectiva europea», pero hay que tener en cuenta que «el 80% de las decisiones que se toman en el seno de la UE nos afectan directamente a los españoles y que ésta es la primera convocatoria electoral después de la mayoría absoluta que obtuvo el Partido Popular y que llevó a Mariano Rajoy a la Presidencia en 2011».

Así las cosas, el debate se convirtió en el eje de la campaña electoral aunque no por la envergadura de los argumentos o «claims» puestos sobre el tapete, como agitar el mantra del sexismo. Más bien lo hizo por lo que está detrás del «vis a vis» televisado y del recuento de votos, a la postre: por ese efecto plebiscitario sobre un PP en alza tras la mejora de los datos económicos pero a revisión tras la llegada a Moncloa, que además había escogido a su ministro con más puntuación por parte de los sondeos demoscópicos; y sobre un PSOE que había designado a la mano derecha del líder para poner a prueba sus posibilidades cara a esas primarias de otoño donde Alfredo Pérez Rubalcaba se juega el retiro.

La escalada de los minoritarios

Ajenos al descalabro de sus datos internos, el resultado del enfrentamiento entre los dos arietes de la política nacional ha sido Arias Cañete 1-Valenciano 0, debido a que el PP ha logrado ganar, en la arena doméstica, estos comicios. Los españoles han olvidado la «superioridad intelectual» con que el exministro de Agricultura y probable comisario no quiso desbancar a su contrincante; y han votado su solvencia y holgada trayectoria comunitaria para su regreso a la capital belga. Valenciano ha cosechado un dato que a buen seguro dará para muchos análisis políticos en los días venideros: se desploma hasta los catorce asientos en la Eurocámara y baja más de 15 puntos porcentuales respecto a 2009 (cae del 38,78 al 23,03%).

España votaba este domingo, junto a otros 20 países, bajo el sistema de circunscripción única que comanda en Europa. El partido que mejor representa los intereses de los ciudadanos españoles es, según las cifras del escrutinio adelantado por la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, el PP, seguido del PSOE y, en tercer lugar, la Izquierda Plural, que logrará llevar a Bruselas a seis de sus integrantes.

Los partidos emergentes han dado la auténtica campanada en estos comicios, que pasarán a la historia en clave doméstica como los de la irrupción con fuerza de un profesor, mediático, llamado Pablo Iglesias y cabeza de cartel de «Podemos». Esta formación de reciente creación, que prometió acabar con diversos privilegios de los eurodiputados, sentará a cuatro diputados en la Eurocámara y se convierte en la cuarta formación en número de europarlamentarios conseguidos.

La quinta candidatura sería UPyD, con un gran aumento en su representación puesto que escala de uno a cuatro eurodiputados; la coalición nacionalista Coalición por Europa se sitúa a continuación, pero se mantiene con similares datos a los de 2009 y amarra sus tres escaños. Entre las fuerzas que también experimentan un crecimiento en porcentaje de votos y representación se encuentran Izquierda por el Derecho a decidir, que duplica de uno a dos asientos; y Ciudadanos, que mejora significativamente, ya que por primera vez sentará a dos de sus dirigentes en Bruselas. ERC, por primera vez en democracia, ha ganado unas elecciones en Cataluña a la CiU de Artur Mas y su propuesta para Europa.

Los Pueblos Deciden consigue un diputado y la coalición de Compromís, Equo y la Chunta Aragonesista, que se ha dado en llamar Primavera Europa, logra el último de los 54 eurodiputados españoles de los 751 de los que se compone el Parlamento Europeo tras la promulgación del Tratado de Lisboa. En el epicentro del Ejecutivo comunitario no estará Vox, con lo que Alejo Vidal-Quadras se queda sin el trabajo que ha tenido los últimos 15 años (pero con las filas populares).

En sus comparecencias tras conocer los resultados, Cospedal y Cañete han destacado que solo en Alemania ha ganado el partido que gobierna, y aunque el exministro se ha mostrado «satisfecho» por haber vencido en la cita electoral, también ha asumido el dato negativo en comparación con las elecciones de 2009. Más contundente ha sido Valenciano, que ha asumido la derrota y ha calificado como «un mal resultado» para la familia socialista el cosechado durante esta jornada electoral.

A epesar de que no habrá Comisión Europea oficialmente hasta el próximo mes de noviembre, cuando tome posesión, en cada país late ya una nueva escena política. Es tiempo de múltiples análisis.

El PP gana las elecciones en España por la mínima con un duro castigo al bipartidismo
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