Fotos: Dory Hernández
El impresionante Navigator of the seas, el segundo crucero más grande del mundo tras el Queen Mary II, atracó este viernes su impresionante mole en el muelle de Los Mármoles, donde se volvió a demostrar que hacen falta nuevas instalaciones para albergar buques de estas características. En su interior llegaron 3.000 pasajeros que se han gastado entre 2.200 y 13.000 euros por conseguir uno de sus soberbios camarotes.
Como viene siendo habitual en Lanzarote, no así en Fuerteventura, ni su tripulación ni sus pasajeros recibieron demasiadas atenciones. Únicamente el oportuno aviso hecho a los comerciantes de la zona permitió que se encontraran en este día festivo algunas tiendas de la Calle Real abiertas, lo que es mucho decir en tiempos en los que apenas se cuida el que dicen que es el mejor turismo de los posibles, el de personas de altísimo poder adquisitivo que apenas desgastan el territorio y que en muy poco tiempo podrían dejar mucho dinero.
El barco, de unas dimensiones tremendas que hacen daño a la vista -en los alrededores del puerto había gente que no se explica todavía cómo puede flotar y navegar-, cuenta con 15 cubiertas y 63,45 metros de altura en los que se reparten los camarotes de pasaje y tripulación, además de todo un impresionante despliegue de diversión y ocio para los primeros. La cubierta 15 cuenta con tres piscinas y un spa, además de la zona deportiva con pista de footing, mini golf, cancha de baloncesto y rocódromo en la chimenea. En la 14, un bar ofrece música de jazz en vivo cada día. En la 13, los pasajeros desayunan en un enorme bufet con una gran variedad de zumos y frutas tropicales. Algunos pisos más abajo, tras pasar por el bar latino y el de música roquera, se desemboca en la galería comercial. Tiendas de ropa, cafeterías, heladerías, un pub inglés y un impresionante casino, según los datos aportados por la empresa que lleva el barco, el más importante de todos los que existen en la actualidad. Para controlarlo todo, 1.881 tripulantes al mando de los cuales está el capitán Otto Bang. Impresionante.
