viernes. 19.04.2024

Comienza el nuevo curso escolar y lo hace también para aquellas asociaciones que durante el verano han dado una pequeña tregua a sus integrantes para posibilitarles realizar actividades propias de este tiempo de ocio que les permitan salir de la rutina anual.

Este es el caso de El Cribo, uno de los organismos sociales que cuenta con más prestigio y reconocimiento por parte de la sociedad lanzaroteña. Su trabajo desde el año 1992 con los enfermos mentales y sus familias ha conseguido que a día de hoy actividades como los talleres ocupacionales, la escuela de familia o los pisos tutelados sean una realidad.

Marta Minguela es la coordinadora de El Cribo y asegura que si bien es cierto que durante julio y agosto muchas personas han aprovechado para irse de vacaciones y desconectar de las actividades que realizan día a día, ha habido otros grupos que han tenido más trabajo que nunca y pone como ejemplo a la coral, que ha estado funcionando a pleno rendimiento, gracias a la oportunidad que las fiestas locales les han brindado para mostrar su talento.

Haciendo balance de todo lo que se ha hecho desde ese año 1992, Minguela dice que “entonces venía mucha menos gente y teníamos muchos menos medios”. Recuerda que estaban en un almacén de la calle El Cribo y no había profesionales contratados ya que todo el trabajo se llevaba a cabo por parte de los voluntarios. “Todo empezó como un centro de ocio, un punto de encuentro en el que reunirse, tomarse un cafecito y charlar de los problemas”, rememora.

Hoy entre 65 y 70 enfermos mentales acuden con asiduidad al Cribo y cuentan con toda una serie de actividades pensadas para ellos. Además, existen programas específicos para los familiares, ya que en ocasiones, la asociación ayuda a padres o hermanos de pacientes que no van forman parte de esta comunidad. “Hay muchas veces en las que el enfermo no quiere venir y prefiere quedarse en casa con atención domiciliaria y es su familia la que empieza a participar, incluso antes que el propio afectado”, destaca Minguela.

Hay que tener en cuenta que los enfermos ya reciben una atención sanitaria y que sin embargo, la gente que les rodea y que tiene que tirar del carro, no cuentan con los consejos necesarios para poder sobrellevar la situación.

En este sentido, las terapias y sobre todo la escuela de familia suponen el alivio que padres o hermanos necesitan. La escuela se creó precisamente el año pasado gracias a un acuerdo de colaboración con la obra social de la Caja de Canarias para atender a 20 familias. Se trata de que el tiempo que están allí sea para ellos, para que puedan olvidar por un rato los problemas del enfermo y puedan cuidar de su propia salud mental, que en ocasiones se ve seriamente deteriorada. “Se intenta que no se esté dando continuamente vueltas a cómo se tienen que comportar ante la enfermedad, que es algo que se hace más en las terapias familiares”, explica la coordinadora.

Formación para el empleo

Una de las principales actividades desarrolladas por El Cribo va orientada a que los pacientes hallen una orientación que les ayude a encontrar un trabajo que se pueda adaptar a sus posibilidades. Los talleres de serigrafía, agroecología o de ornamentación floral cuentan con el beneplácito de muchos de los integrantes de la asociación. De todos modos, no hay que olvidar que no todos los pacientes están capacitados para poder desarrollar una actividad laboral en la calle ya que a algunos les puede sobrepasar el estrés o la competitividad, pero sí se dan casos en los que si las empresas se implicasen, podrían salir adelante.

Lo malo es que, a pesar de que la legislación establece que las entidades con más de 50 trabajadores deben contratar a un discapacitado, son pocos los casos en los que se cumple. En este sentido, la coordinadora de El Cribo asevera que por fortuna desde Inspección de Trabajo se está persiguiendo a aquellos jefes que hagan oídos sordos a la ley. Minguela recomienda que para que la integración de los pacientes en las empresas se lleve a cabo con éxito, lo ideal es empezar con una media jornada que se vaya ampliando.

Alternativa a la contratación

La coordinadora de El Cribo también reconoce que existen empresas para las que la contratación de un enfermo mental es complicada debido a la especialización del trabajo o a otras múltiples causas. Sin embargo, quiere dejar claro que en estos casos, los dueños de las empresas tienen otras posibilidades para cumplir con su deber social; la primera de ellas es comprar productos a un centro especial de empleo, como el que acaba de inaugurar El Cribo, y la segunda opción es una donación a fondo perdido para un proyecto concreto de una organización no gubernamental.

En cuanto a la experiencia de los pisos tutelados, Marta Minguela explica que “aunque ya llevamos muchos años, los recursos son pocos”. En Lanzarote cuentan con dos viviendas en las que viven cuatro mujeres por un lado y cuatro hombres por otro, con una monitora que está media jornada en cada una de las casas. Comenta que “es un camino intermedio para los pacientes que no pueden vivir en los domicilios familiares pero sí están capacitados para hacerlo de forma independiente, sin tener que acudir a una residencia o a una estancia hospitalaria ya que no están descompensados”. También es verdad que a día de hoy no existe una residencia para estas personas y el coste de una cama en un hospital es muy caro.

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