viernes. 29.03.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Después de tanto tiempo de conformismo por parte de las principales fuerzas políticas y sindicales, y pasividad de la sociedad civil en España, tenía que surgir algún movimiento de protesta ante los ataques implacables e inmisericordes del sistema capitalista, en su versión más injusta e insolidaria del neoliberalismo que ha provocado una crisis económica, generando tanto daño a amplios sectores de la sociedad. Mas, no deja de ser sorprendente que para salir de ella se sigan utilizando soluciones estrictamente neoliberales. Por ello, los Estados están destinando una gran cantidad de recursos para rescatar el sistema financiero, con la consiguiente inmensa deuda pública contraída con los bancos privados, coartada perfecta para justificar ante la ciudadanía durísimas políticas de ajustes fiscales, que siguen incrementando el sufrimiento en amplios sectores de la sociedad: parados, desahuciados, jóvenes sin futuro, jubilados con pensiones congeladas y los asalariados cada vez con menos derechos sociolaborales, sin negociación colectiva, despidos más baratos, salarios ya no vinculados al IPC, retraso en la edad de jubilación. Además de un ataque despiadado a nuestro incipiente Estado de bienestar, con sus correspondientes cuotas de privatización de determinados servicios públicos, presentándolos como más baratos y más eficaces. Ya ha puesto en marcha está política Artur Mas en Cataluña y la acaban de anunciar Camps en Valencia y Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. Todo justificado con la sacrosanta palabra de la austeridad, como si fuera un fin en sí misma. Hace unos días Josep Ramoneda señalaba con buen criterio: ¿cuál es el objetivo final de la austeridad? No obstante como señalaba al principio, muchos nos vimos sorprendidos gratamente por el hecho de que finalmente numerosos jóvenes, aunque también gente madura, ocupasen las plazas de muchas ciudades españolas para mostrar sus quejas ante esta situación. La capacidad de aguante de una sociedad tiene un límite. Dijeron hasta aquí hemos llegado. En nuestro país tenemos en estos momentos combustible suficiente almacenado como para que se produzca un incendio de gran magnitud, porque la gente sale a la calle cuando está desesperada, porque no tiene nada que perder. Y ya hay muchos, demasiados, que no tienen nada que perder, lo cual aparte de ser una flagrante injusticia es un peligro terrible. Mientras tanto los políticos a los suyo, a ocupar buenos sitios en los lugares de salida. Los indignados comenzaron a debatir en régimen asambleario cómo se ha llegado a la situación actual y arbitrar algunas medidas para salir de ella. El movimiento tuvo una buena acogida en amplios sectores de la sociedad, aunque también en círculos restringidos de determinada élite política, financiera y mediática empezó a surgir cierta inquietud ante la posibilidad de que se consolidara y comenzara a plantear otras medidas más justas y solidarias para salir de la crisis, que las puestas en práctica y que nos la quieren presentar como las únicas posibles, de acuerdo con el triunfo del pensamiento único. Veámoslas.

Una reforma de la ley electoral, al ser muy injusta la representación surgida de las urnas. En las elecciones generales de 2008 con 963.000 votos IU obtuvo dos escaños, y CIU con 774.000 once; y con 303.00 el PNV tuvo seis y UPyD sólo uno. Los grandes beneficiados de la actual ley electoral han sido y siguen siéndolo PSOE y PP con los partidos nacionalistas. Como es entendible ni la cambian ni la cambiarán.

Una democracia más participativa que la estrictamente representativa, como el uso de los referéndum ante cuestiones de gran trascendencia: reforma de las pensiones o laboral. Hace unos días el pueblo esloveno ha rechazado en referéndum la reforma de las pensiones. Listas abiertas en los procesos electorales, con la obligación de los electos de dar cuentas periódicas a sus votantes en lugar de a los dirigentes de su partido.

Combatir la corrupción política ampliamente extendida con casos conocidos sin que las fuerzas políticas hayan tomado medida alguna para erradicarla, salvo el acusar al lado de contrario de que la propia era producto de alguna confabulación. Exigencia de responsabilidades políticas a los dirigentes que hayan llevado a cabo actuaciones irresponsables e ilegales.

Una auténtica y efectiva separación entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. No es de recibo que a través del sistema de cuotas de los partidos políticos en el nombramiento de sus miembros tengan secuestrado al Tribunal Constitucional, tal como señaló recientemente en su renuncia Eugeni Gay. Todavía más, los diputados que juraron muchos de ellos ante la Biblia respetar la Constitución, la están incumpliendo sistemáticamente al permitir por las luchas partidistas que los miembros del TC permanezcan en el desempeño de su cargo más tiempo del exigido por la Constitución en su artículo 159.3. “Los miembros del Tribunal Constitucional serán designados por un periodo de nueve años y se renovaran por terceras partes cada tres.”

Democratización interna de los partidos políticos, exigencia que aparece en el artículo 6º de la misma Constitución “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.” El incumplimiento sistemático del artículo 6º podría servir de justificación de pleno derecho para declarar ilegales a nuestros partidos políticos.

Independencia de la política de la economía. No puede ser que la élite financiera, que controla el FMI, la Comisión Europea y el BCE, sea quien dirija la política de un país, como está ocurriendo en estos momentos con el Pacto del euro. Al ser así lamentablemente, las ideologías, los programas de los partidos políticos y las elecciones son irrelevantes. Por ende, sería suficiente que unos técnicos del Ministerio de Economía conectados telemáticamente con la Troika se limitaran a cumplir sus directrices, pulsando el teclado de su ordenador. Los indignados con toda justicia se preguntan: "¿qué vamos a votar cada cuatro años?". "¿Si se ponen más o menos farolas o si un candidato es más o menos guapo o simpático?", porque "las medidas claves de un estado están ya garantizas y en cadena perpetua".

Todas estas propuestas no suponen, como algunos nos han querido presentar, el cuestionar la democracia. Los políticos han repetido hasta la saciedad que a la democracia no hay quien la toque. Que no, que no la queremos mandar al cubo de la basura de la historia. Lo que sí estamos hartos de tanta palabrería inútil en torno a la palabra democracia, que se utiliza como pretexto para mantener situaciones injustas y que serían corregibles. Lo que se pretende es inyectarle nuevos bríos, revitalizarla al haberse quedado oxidada en nuestro país tras 30 años de ejercicio.

Sólo desde algunos ámbitos económicos, políticos y mediáticos muy poderosos se pueden cuestionar la justicia de todas estas propuestas surgidas de las plazas españolas. Por ello, muy pronto se mostraron en contra de este movimiento social. Exigieron con prontitud su desalojo de los espacios públicos, argumentando que imposibilitaban el ejercicio del derecho a la libre circulación al resto de la ciudadanía. Perfecto, pero también hubiera sido deseable que exigieran con la misma diligencia y contundencia los derechos al trabajo o a una vivienda digna para todos los ciudadanos.

Visto lo cual, entraba dentro de lo previsible que ocurriera lo que está ocurriendo en relación al movimiento del 15-M. Había que criminalizarlo. La actuación de los Mossos d´Esquadra en la Plaza de Cataluña, toda una provocación, era todo un síntoma. Luego sobrevinieron los lamentables actos para acceder al Parlament de los diputados catalanes. Repito lamentables. Mas me surgen algunas dudas razonables, ¿era responsable de ellos el 15-M? ¿Quiénes eran los que protagonizaron estos actos? ¿Los que los protagonizaron llegaron allí de una manera espontánea o fueron empujados desde determinadas instancias con fines injustificables y así poder estigmatizar y decapitar después el movimiento? Algunas imágenes que circulan a través de Internet pueden servir de respuestas para las preguntas anteriores.

Al final han conseguido el objetivo buscado. El 15-M es un movimiento de criminales, matones, antisistemas, delincuentes, que quieren derribar nuestra democracia que tanto nos ha costado construir. Que quiera que les diga, esta melodía me chirría. Y a otros muchos como yo. Mas aunque fuera cierta, que no lo es, esta versión defendida por las élites políticas, económicas y mediáticas, lo que no deberían olvidar éstas de la justicia de la mayoría de las peticiones presentadas espontáneamente en nuestras plazas. Y que de tenerse en cuenta se conseguiría una sociedad mucho mejor. Y nuestras plazas estarían totalmente despejadas para que los ciudadanos pudieran transitar libremente por ellas. De ello pueden estar seguros. Mas para algunos esta circunstancia no les interesa.

El 15-M un mes después
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