jueves. 28.03.2024

Cuando miramos nuestro entorno, más allá de las fronteras de lo urbanizado, solemos ver terrenos yermos y baldíos. No tenemos costumbre por lo general de observar algo más de lo que se ve a simple vista, tierras que en su día fueron de cultivo y bancales desfigurados por el paso del tiempo. Un suelo cubierto por una suerte de vegetación autóctona, compuesta por cardones, tabaibas, cardoncillos, balos, verodes, cornicales, etc., que a ojos de cualquiera no son más que hierbajos y chamizos, pero que a ojos de otras personas son un conjunto de inmensa riqueza vegetal. Y éste es justamente el punto al que quería llegar, la tendencia a infravalorar lo local, una tendencia que puede afectar hasta a la más ínfima de las plantas, aquí nadie se escapa

Sin embargo, de poco pa’acá se ha producido un cambio en los hábitos de consumo que ha hecho que se aprecien los productos naturales, ecológicos, tradicionales, etc. Esto es lo que me hace pensar que es posible que pueda haber una segunda oportunidad, pero no para las plantas, porque ellas ya estaban ahí y seguirán estando a pesar de nuestra existencia. Me refiero a un cambio para nosotros mismos, para re-aprender, poner en práctica y transmitir los conocimientos sobre las propiedades medicinales de las plantas autóctonas que gracias a la tradición oral han ido pasando de generación en generación. Y es que, ¿quién no se ha bebido alguna vez una “agüita guisada” como remedio para algún malestar, catarro o pequeña indisposición?

Si nos asomamos a esos terrenos baldíos podemos encontrar, entre otras cosas, Hierba Clin o Yerba Amarga (Ajuga iva) que se usa comúnmente para el catarro y disminuir los niveles de glucosa en sangre. Conserva o Sanalotodo (Salvia aegyptiaca) que se utiliza para las afecciones estomacales. Tomillo de costa o también llamado borriquero (Micromeria teneriffae) que sirve para el catarro o fiebre. Ratonera mansa (Parietaria judaica) que se emplea para la irritación e infección de orina y tiene propiedades anti-inflamatorias. Esto es una pequeña muestra de lo que podemos encontrar. Pero a pesar de ello no es suficiente, porque parece que como pueblo tenemos la tendencia a buscar fuera e importar las cosas, que es justamente lo que se está haciendo en la actualidad con plantas como la moringa.

Volvemos a infravalorar nuestros recursos y quiero pensar que es por desconocimiento de los mismos y no por ese sentimiento de inferioridad que está presente en el pueblo canario como tendencia general. Ahí lo dejo. ¿Y por qué no empezamos a poner en valor nuestros recursos de una vez por todas? ¿Y por qué no hacemos un catálogo con las plantas autóctonas y sus usos populares en el que participe todo el mundo? Existen numerosos trabajos sobre plantas y flora autóctona, pero echo en falta trabajos que pongan en valor los usos tradicionales de las mismas y sobretodo echo en falta la difusión de nuestra tradición popular.

Y por último, aclarar que con ello no quiero decir que abandonemos la práctica de ir al médico, ni tampoco quiero presentarlo como la solución a las largas listas de espera en la sanidad canaria (aunque mira, no estaría mal). Pero no debemos olvidarnos de esos remedios caseros que nos preparaban nuestras abuelas y abuelos, que han pasado de generación en generación y que forman parte de nuestra tradición cultural. En definitiva, quiero recordar y recordarme a mí misma que las plantas tienen más usos aparte de embellecer el paisaje. Esto es algo que nuestro pueblo sabe desde siempre.

Échese una agüita
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