jueves. 18.04.2024

No sabemos quién puso de moda eso de darle cien días a los políticos que acceden a un cargo público. Aunque no lo sabemos, lo respetamos, y estamos procurando ser relativamente condescendientes con todos ellos. Sin embargo, hay algo que tenemos que criticar porque empezamos a estar cansados, y es mejor que se eliminen estas actitudes desde el principio, no vaya a ser que todo tenga que ver con un monumental error. Nos referimos al estiramiento de cuello que parecen tener algunos políticos, alguno de los que antes de las elecciones se moría por salir en nuestros medios y que ahora camina tan erguido/a que parece que se va a partir algo. Aunque parezca mentira, a alguno de nuestros nuevos representantes públicos se les ha subido el cargo a la cabeza, y no sólo te ponen todo tipo de trabas para facilitar la información que tienen derecho a conocer todos los ciudadanos a través de medios como los nuestros sino que encima intentan dar lecciones de comportamiento. A pesar de nuestra juventud como medio (juventud relativa, si tenemos en cuenta que el equipo que trabaja en esta casa es el más veterano y el que más experiencia acumula, comenzando por el decano de la prensa insular, Agustín Acosta), creemos saber cuatro o cinco cosas básicas sobre el tratamiento a la información. Tenemos muy claro que el periódico de ayer sirve en cualquier caso para envolver el pescado de hoy. Por eso nos llama poderosamente la atención cuando se nos impone eso de la cita previa: parece que algunos están empeñados en que cualquier consulta a nuestros políticos sea con cita previa. Suponemos que lo hacen con todos los medios, que no somos los únicos; suponemos también que los que asesoran a nuestros políticos no tienen ni puñetera idea de lo importante que es la información del día, el conocer lo que los políticos tienen que decir sobre los acontecimientos que van surgiendo en el momento. Y aquí, en este diario, tenemos la sana costumbre de trabajar la información al minuto, al segundo. De poco nos sirve que nos den cita para la semana siguiente para hablar de algo que está sucediendo en el instante en el que tratamos de buscar la información. Pero este no es el verdadero problema, porque es una cuestión de reajuste; el verdadero problema es el de aquellos a los que el cargo se les ha subido a la cabeza, y se olvidan de que entre sus obligaciones está la de atender a los medios, que no son otra cosa que la correa de transmisión entre su labor y el conocimiento ciudadano. Si entienden que el medio es hostil, que no les gusta la línea editorial, lo único que tienen que hacer es decirlo. Por nuestra parte, dicho y escrito queda.

ESTIRAMIENTOS DE CUELLO
Comentarios