jueves. 28.03.2024

Está claro que en la vida no hay más ciego que el que no quiere ver. Eso es exactamente lo que está sucediendo en Lanzarote con aquellos que por razones sanas o insanas se niegan a ver la evidencia de la manipulación y sesgo que tuvo el reportaje que emitió La Sexta bajo el título de “La isla de los imputados”.

Como ya hemos demostrado, en ese reportaje se manipula y se miente a la opinión pública. Alguna de estas manipulaciones y mentiras afectan a esta casa. Sonroja ver, escuchar y leer a supuestos periodistas defendiendo a día de hoy lo indefendible. Curiosamente, son los mismos del fin justifica los medios, los que entienden que Baltasar Garzón es un buen juez a pesar de que se vaya de cacería con un ministro de Justicia para preparar la instrucción de un caso, que participe en política haciendo campaña a favor de un partido político o que grabe una conversación en una cárcel para obtener información de manera ilícita… Creen estar en posesión de la verdad absoluta, y practican un periodismo de pensamiento vertical y único disfrazado de falsa progresía. El que les lleva la contraria es un fascista.

Por si no ha quedado suficientemente claro, lo volvemos a explicar. En el reportaje de La Sexta se afirma que Crónicas Radio pertenece al empresario Juan Francisco Rosa, cosa que es absolutamente falsa. Tal vez, los que indicaron a La Sexta que había que establecer el vínculo son aquellos que recientemente (esto se va a contar en breve con todos los detalles) compartieron mesa y mantel con el empresario en un restaurante de Yaiza para intentar “limar asperezas”, y de paso para intentar que dejara caer algunas perras en forma de publicidad. Debe ser que la reunión no dio sus frutos. Pero semejante barbaridad se dijo en el reportaje, y los que lo defienden no son conscientes del daño que hace una mentira de ese calibre. Les da igual; a unos, porque lograron el objetivo que perseguían, y a otros, porque es un asunto baladí que no puede tapar el verdadero trasfondo de la “investigación periodística”, que no era otro que el retrato de la corrupción en Lanzarote.

También hemos demostrado que La Sexta manipuló un audio del programa “A buena hora” en el que se junta una frase de un tertuliano con la del presentador del espacio para crear un diálogo centrado en que uno diga que el reportaje era una “cortina de humo” y el otro que pareciera que dice que “La Sexta es una mafia”. Como han expuesto los compañeros de la emisora, los montadores de La Sexta cogieron el trozo de un programa y lo juntaron con el trozo de otro, descontextualizando lo que se dijo y mintiendo a su audiencia para dar fe de que había una emisora que estaba menospreciando su trabajo antes de que se emitiera. Para darle algo de realismo al asunto, lanzan el audio en la tele con dos periodistas sentados en un coche atentos a lo que se decía en la radio. Esos periodistas jamás pudieron escuchar esa secuencia porque esa secuencia jamás se produjo. ¿Hay alguien de verdad que pueda defender este tipo de prácticas, hay alguien que pueda demostrar que lo que decimos aquí es incierto?

Pero había que vincular a nuestro grupo de comunicación con el Lancelot, para trasladar a la opinión pública que somos lo mismo. Respetando lógicamente a los profesionales que trabajan allí, lo que hacen en el Lancelot y lo que se hace en nuestro grupo de comunicación no se parece en nada. Cualquier persona de las que viven en Lanzarote y que sabe de qué va el tema de los medios es consciente de que nuestra línea editorial y la del Lancelot son radicalmente opuestas en temas fundamentales, como es, por poner un ejemplo, el tema del petróleo. Aquí ni hemos defendido ni defenderemos la búsqueda de petróleo frente a nuestras costas si el objetivo final es perforar el subsuelo para extraer crudo. Eso no quita que en otros asuntos, como puede ser el de denunciar a determinado lobby instalado en Lanzarote desde hace muchos años para perpetrar todo tipo de fechorías y saquear las arcas públicas, podamos coincidir.

La reacción de la clase política ha sido prácticamente unánime. Y no sólo de la parte de la clase política corrupta o de la que defiende prácticas corruptas. También de la clase política compuesta por gente honrada y honesta que ni ha delinquido ni tiene intención de hacerlo. La mayoría coincide en que el programa poco o nada aporta a la sociedad. La mayoría cree que la imagen que han trasladado del Lanzarote actual no se parece en absoluto a lo que ellos dicen que existe y que se le “oculta” a los turistas. El presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, ha hecho a través de las redes sociales una magnífica defensa de la verdad del Lanzarote actual, de un territorio con un nivel de conservación que ya lo quisieran en cualquier rincón del globo con una situación urbanística que aunque es mejorable dista mucho de ser un “desastre”. Y lo mejor, el rechazo a la tozuda mentira que se empeñan en repetir en este medio y que llevan defendiendo años aquellos que están detrás del reportaje de que la Isla corre el riesgo de perder el título de Reserva de la Biosfera. Lo publicó en su día el Financial Times, y por mucho que lo repitan, es falso. Tanto la Unesco como el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tuvieron que salir a desmentirlo, y a día de hoy nadie ha dicho que algo así pueda suceder. Es por tanto otra gran mentira.

Mienten aquellos que además hablan de la impunidad de los políticos locales, de lo importante que es sacar este tipo de reportajes para intentar que paguen aquellos que la hacen porque hasta ahora no lo han hecho. Y mienten porque se olvidan de los hechos. Los hechos son que en Lanzarote ha habido periodistas valientes (algunos de ellos están en la redacción de esta casa) que han luchado contra la corrupción en todos sus frentes, que han perseguido el tremendo desmadre urbanístico que se produjo a finales de los noventa entre otras cosas por lo mal que se ejecutó la moratoria turística, que han conseguido que algunos de esos políticos corruptos terminen entre rejas o al menos sentados en un banquillo… Mienten los que obvian que uno de los principales protagonistas del reportaje, el histórico líder del PIL, Dimas Martín, ha pasado casi más tiempo dentro de la cárcel que fuera, siendo probablemente el único político de España que va a cumplir en estos días de forma íntegra una condena de ocho años por malversación de caudales públicos, la que está relacionada con el Complejo Agroindustrial de Teguise. Dimas Martín ha sido condenado en varias ocasiones, las mismas que el PSOE ordenaba concederle y retirarle el tercer grado en función de sus intereses de pacto en Lanzarote.

Lo que no dice el reportaje de La Sexta es que en Lanzarote hay más medios de comunicación y más abogados por habitante y por metro cuadrado que en cualquier otro rincón del globo. Eso ha generado no sólo una tensión social evidente que algunos jalean sino un permanente traslado a los tribunales de justicia de cualquier tipo de asunto, especialmente los relacionados con la política. El nivel de crispación que ha padecido la política local está directamente relacionado con este hecho. Algunos han nadado tremendamente bien en el río revuelto, y lo que es peor, han sacado un notable rendimiento económico. De ahí a pensar que todo el mundo es corrupto hay un trecho, como lo hay en determinar, por muchos catedráticos que lo digan, que Lanzarote es el rincón de España donde más corrupción hay.

Como dijo en su día el empresario Manuel Cabrera, si a otros partidos políticos o a otros lugares les hubieran hecho la radiografía que se le hizo al PIL y a Lanzarote en la operación que dio paso al caso Unión, tal vez el resultado habría sido mucho más llamativo. Fue una opinión discutida por muchos, pero que encierra una realidad evidente aunque difícilmente demostrable. ¿Cómo se mide la cantidad de corrupción que hay en un territorio, cómo se cuantifica? La corrupción, lo sabemos todos, está instalada en todos los órdenes del poder, desde el legislativo al judicial. El sistema falla y hay que arreglarlo, pero no con reportajes sesgados que encierran una vergonzosa guerra de medios que no conduce a nada.

EL REPORTAJE DE LA “SECTA” (y II)
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