jueves. 28.03.2024

El que haya personas a las que les guste el fútbol para determinados intelectuales está como mal visto. Es cierto que los comentarios, los gritos, los insultos que algunos aficionados suelen lanzar al césped son vergonzosos. Yo nunca he oído improperios tan soeces y chabacanos como en los partidos de futbol. Mas también es cierto que aquellos que hemos practicado este deporte, solemos considerarlo como uno de los más competitivos y bellos “per se”. Además es un hecho sociológicamente muy importante, ya que arrastra a millones de personas. Presentadas estas excusas y aunque para algunos siempre serán injustificadas, me tomo la licencia de escribir algunas líneas sobre nuestro deporte nacional. Y tomo esta osada decisión porque días pasados pude observar unos acontecimientos lamentables al final del partido de la Supercopa entre el Barca y el Madrid retransmitido por TVE, que me preocupan especialmente. Paso a describirlos brevemente.

EL partido fue vibrante, donde compitieron 2 equipos para conseguir el objetivo final de la victoria. Hubo los lógicos roces entre los jugadores en un partido de una vieja, renovada y sana rivalidad. Mas todo el espíritu deportivo se vino estrepitosamente abajo, como consecuencia de una entrada fortísima por parte de un jugador, que le supuso la expulsión. Incluso, hasta esta última circunstancia puede “disculparse” como consecuencia de la tensión del partido. Todo lo que vino después fue lamentable. Dos jugadores que habían sido sustituidos se agredieron, con la correspondiente expulsión. Lo que ya sobrepasó el límite de lo razonable fue que el entrenador de uno de los equipos metiera el dedo en el ojo al segundo entrenador del equipo contrario, no sin antes haber intentado pisar la cabeza del jugador que estaba en el suelo consecuencia de la falta que dio origen a todos los incidentes. Mientras tanto, como muy pocas veces he visto en un campo de juego, el entrenador ordenó a su equipo abandonar el campo para no asistir a la entrega de la copa al vencedor, como suele acontecer tras una competición deportiva. Injustificable. Cuando se le preguntó en la rueda de prensa por esa acción tan negativa hacia el segundo entrenador del equipo contrario, respondió que desconocía el nombre de aquel al que había agredido. Obviamente los del otro equipo respondieron con palabras y hechos también lamentables. Fueron así los hechos resumidos brevemente. Nos debería preocupar el ejemplo que nos dieron determinados profesionales, con contratos millonarios, a toda la ciudadanía española. A mí además como profesor y educador me ha generado un gran malestar y desasosiego, ya que puede entorpecer gravemente mi tarea educativa, tan poco valorada en los últimos tiempos. Tras las clases en los tiempos de descanso por los pasillos puedo ver y oír como para un porcentaje importante de mis alumnos y alumnas de mi instituto el tema del futbol con la rivalidad del Barca y Madrid es el más recurrente. Los nombres de Messi, Ronaldo, Mouriño o Guardiola son los más oídos, siendo para ellos sus referentes. Un porcentaje no pequeño suelen llevar con gran regocijo las camisetas de sus ídolos. ¡Vaya ejemplos! Así se fomenta el espíritu deportivo, que deberíamos tener muy claro. Por lo menos los educadores sí que lo tenemos o por lo menos esa es nuestra pretensión. Pensamos que lo verdaderamente importante tras un entrenamiento concienzudo, con el máximo esfuerzo y colaborando todos si es un deporte de equipo, es competir en buena lid con el objetivo de alcanzar la victoria. Y según el desenlace, hay que aceptar la victoria y la derrota, ofreciendo amistosamente la mano a los del otro equipo. Haciendo un pequeño inciso, esto que acabo de decir parece razonable. No obstante en algunas ocasiones no lo parece, especialmente al observar los comportamientos de algunos padres que asisten a algún partido de sus hijos.

Si se ha llegado a esta situación, la culpabilidad debe ser repartida entre diferentes colectivos. Las directivas de los equipos con sus declaraciones extemporáneas que encrespan los ánimos de los aficionados. Los medios de comunicación deportivos que en lugar de informar y comentar, lo que suelen hacer es retorcer y desfigurar la realidad ocurrida para regocijo de sus lectores. También las declaraciones y comportamientos poco deportivos de determinados jugadores. Algunos entrenadores que para conseguir la victoria a sus jugadores los tensionan hasta unos límites excesivos. De los dos entrenadores del partido comentado, del ganador no puedo emitir crítica alguna, porque siempre me ha parecido un señor a lo largo de toda su trayectoria deportiva. Para corroborar esta afirmación, puede servir la opinión que tienen de él sus compañeros de profesión. Del segundo, del equipo perdedor, mi opinión es completamente diferente. Desde el primer día que fue contratado ha destacado por una actitud displicente, malcarado, chulesca, que es muy poco ejemplar. Se ha enfrentado con todo el mundo, con bastantes compañeros de profesión, con algunos miembros de su equipo deportivo, con los medios de comunicación, con jugadores del equipo propio y contrario. Lo de ayer no es sino la culminación de una trayectoria. Pronto se la van a acabar los enemigos. Con este comportamiento resulta sorprendente que se le hayan concedido todo tipo de poderes por parte de la directiva de su equipo, con el beneplácito de sus seguidores y los diarios deportivos capitalinos, que lo han convertido en un auténtico ídolo. Cabe pensar que después de los acontecimientos comentados modificarán su opinión. Algunos parece que solo les preocupa el que va a romper la unidad y armonía de la selección nacional. Es algo intrascendente. Entiendo que una institución de la historia y la solera del Real Madrid, que tiene millones de seguidores dentro y fuera de España, no debería permitir un solo día más tener al frente de su equipo un personaje de esta catadura y que transmite semejante imagen. Y si su presidente no toma cartas en el asunto debiera hacerse desde otras instancias superiores, por las razones expuestas. ¡Qué diferencia de imagen con la que transmite el exentrenador del Real Madrid y actual seleccionador nacional¡ ¡Qué contraste!

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

EL PARADIGMA “MOURIÑO”
Comentarios