jueves. 18.04.2024

Por J. Lavín Alonso

Hace algún tiempo, en una de mis incursiones por la Red, topé con un escrito que una señora - su nombre no figuraba - había dirigido a un notable locutor de radio, cuyo nombre no hace al caso, con el ruego de que fuese leída en directo. Lo que verdaderamente resulta interesante es el contenido de la misma, o parte de él, y aquí está:

“Desde que la insignias se llaman pins, los homosexuales gays, las comidas frías lunch y los repartos de cine castings, este país ya no es el de antes. Ahora es mucho, muchísimo más moderno. Antaño los niños leian colorines o tebeos en vez de comics, los estudiantes pegaban carteles y no posters, los ermpresarios hacia negocios y no business, y los obreros, a la hora del papeo, sacaban las tarteras en vez de los tupper-wares.

Yo en el colegio, tonta de mi, hice aerobic creyendo que hacia gimnasia. Nadies es realemente “moderno” son no suelta unos cuantos palabrós en inglés. Las cosas, en otros idiomas, nos suenan mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir panceta que decir bacon, aunque tengan la misma grasa y procedan de la misma parte del cochino, o pork. Tampoco es lo mismo decir vestíbulo que hall ni inconveniente que handicap.

Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no decimos bizcocho sino plum-cake, ni tenemos sentimientos sino feelings. Sacamos tickets, compramos compacts, comemos sándwiches, hacemos camping, puenting y trecking y cuando hace frío nos limpiamos las narices con kleenex. Estos cambios en el lenguaje han mejorado mucho nuestro aspecto y mudado nuestras costumbres. Las mujeres ya no usan medias sino panties y los hombres slips en vez de calzoncillos. Después del afeitado ya no se ponen tónico facial sino alter-shave, que parece ser que deja la cara mucho más fresca, lo cual, en algunos que yo me sé, resulta algo casi imposible.

Correr es de cobardes, dicen los valientes de turno, por eso ya no se corre, se hace footing. Ya no se hacen cursillos de mejora sino masters y cada vez resulta más difícil, no ya aparcar, sino encontrar un parking. La mercadotecnia ahora es marketing y el autoservicio es self-service” Hasta aquí lo expresado en la carta de la dama en cuestión, que es mucho mas larga y pródiga en ejemplos, pero vaya todo en aras de no aburrir al lector con excesivas prolijidades.

Queda, pues, una buena porriada de palabrejas anglosajonas que, por mor de la interculturización tan en boga, que no pasa de ser una soberana memez, se han ido aposentando en nuestro idioma hasta el punto de que si Cervantes, Lope de Vega o Pérez Galdós levantaran la cabeza se llevarían el cabreo del siglo y nos correrían a gorrazos por toda la geografía patria - o lo qué vaya quedando de ella después de las pretensiones de los carodes y los ibarreches de turno, dicho todo ellos sin ánimo de ofender, aunque a veces las verdades duelan. Y es que el papanatismo va ganando adeptos a marchas forzadas y el país se moderniza hasta extremos insospechados. ¿Duyu spikingliss?

Duyu spikingliss?
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