sábado. 20.04.2024

Por J. Lavín Alonso

“Hicieron un desierto y lo llamaron paz” (Tácito) En política, como en muchos otros ordenes de la actividad humana, se recurre a tapar un roto con un apresurado zurcido, quedando así en evidencia que hay ciertas operaciones de cosmética tan apresuradas y chapuceras que dejan bien a la vista que ha sido peor el remedio que la enfermedad, sobre todo si al apresuramiento y la falta de cautela se unen la flaqueza de memoria y el exceso de mediatización, que hace que el efecto buscado se convierta en un bumerán que se vuelve contra sus poco hábiles manipuladores. En resumen, que se tiende con descarada facilidad a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, y los hay que se dejan llevar por aquel sofisma que dice que en la guerra y en el amor, todo está permitido; solo que trasladándolo a la arena política.

Estos son tiempo de crispación y bronca política, en los que es mas importante tirar a degüello al adversario y dejarlo ciego, aun a costa de quedarse tuerto, que poner la atención en lo verdaderamente importante y trascendente, que es acabar con el enemigo común del terrorismo y otras lacras de la Sociedad. Se insiste en resucitar viejos rencores que se suponían extinguidos tras la transición y la promulgación de una nueva Constitución consensuada por todos, o casi, que de algún modo exorcizase el largo vacío del franquismo. Pero parece que aquel consenso no fue todo lo sólido que se creía, ni resultó tampoco al gusto de todos, como luego lo reconocieron hipócritamente, agazapados y en espera de una ocasión propicia para sacar las pezuñas del revanchismo y otros “ismos” deleznables; ocasión que parece haber llegado.

Sostiene el presidente del Gobierno que aquella transición se hizo a base mucha concordia y poca memoria; que la heridas aun están abiertas. Tal vez sea por eso que algunos conspícuo de la farándula, adoradores de sansubvención, eso sí: con pólvora del contribuyente, sostienen que debe establecerse un cordón sanitario para evitar que una “derecha gótica” contamine su “marxismo rococó” - la definición es de Tom Wolfe, no mía - Están en su perfecto derecho. No comulgo ni con tirios no con troyanos; tengo mis propias opciones y pienso que uno también merece un “cordón sanitario”, sobre todo en el aspecto de la salud mental, por eso creo que debo aislarme de sus efusiones artístico-intelectuales y voy a pasar de sus paridas cinematográficas durante una buena temporada - unos setecientos meses, quizá - que oferta foránea la hay a barullo. Cuestión de gustos, supongo.

Decía Tocqueville acerca de la democracia que no todo era miel sobre hojuelas; también había ciertos peligros en ella: una cierta falta de altitud de miras, mediocridad y una notable tendencia a la corrupción generalizada, motivada por una inhibición egoísta que solo empuja al beneficio personal. Desde luego, ojo clínico y clarividencia no le faltaban a don Alexis. Escribió esto hace mas de ciento cincuenta años y vaya si acertó. En cualquier caso, y ciñéndonos a todo este maldito embrollo politiquero, es posible que estemos pagando por pecados cometidos en esta vida o en anteriores. Es la ley de la justa retribución, llamada también karma en las filosofías y creencias orientales.

Divagaciones insomnes
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