miércoles. 24.04.2024

El Día de Canarias del próximo viernes trae parejo, además del enésimo puente festivo en lo que llevamos andado de 2008, el orgullo patrio insular, si lo hubiera o hubiese. La bobería de eso que el actor y director teatral catalán Albert Boadella llama “epidemia provinciana del nacionalismo” no tiene fin. Por aquí abajo, los afectados por la misma pasean de último una momia guanche. Muermo de memos. ¿Cuándo acabará tanta simplonada en nombre del entontecedor etnocentrismo?

Melonadas aparte, todavía quedan en las islas personas con más juicio y menos prejuicio que los que han hecho de un sentimiento natural una bandera política. Es el caso de la hoy casi centenaria María Rosa Alonso, una tinerfeña a la que ni siquiera una edad tan avanzada le ha robado su reconocida lucidez mental, y que guarda en su memoria el mayor y el mejor conocimiento de toda la literatura insular.

Años atrás, María Rosa, que ya apenas escribe muy de tarde en tarde en la prensa tinerfeña, hacía unas declaraciones sin desperdicio que guardo como oro en paño, sobre todo en estos momentos de interesada confusión ombliguista. Advirtió esta mujer sabia que "ahora los hay que vienen hablando guanche, cuando el guanche no existe como lengua con una estructura, es prehistoria. Con esas mentiras quieren hacer una Historia. En serio no sabemos casi nada, porque casi todo se lo han inventado de forma interesada cuatro cachanchanes".

Algunos totorotas incapaces de escribir su propio nombre sin cometer alguna falta de ortografía han llegado incluso a grabar canciones "en guanche" (la ignorancia es muy atrevida, como es triste fama). A su edad, claro, no está ya doña María Rosa como para apuntarse a mercenaria intelectual, al estilo de los vergonzantes estómagos agradecidos que todos conocemos. Y precisamente por eso habla desde la total independencia personal e intelectual, pues no tiene necesidad alguna de autoengañarse. No está pidiendo ningún carguito. Sólo quiere ser honesta con ella misma, con su memoria y con su riguroso, que no fantasioso, conocimiento: "A mí que no me vengan con boberías. He cumplido muchos años estudiando a mi tierra. Ya tenemos cinco siglos de cultura, que la hemos sacado adelante con gente meritoria. Un país no se improvisa diciendo bobadas y falsedades; nuestra tradición es europea y española, nos guste o no. La jota se suaviza en isa, la folía es portuguesa y la malagueña andaluza. Nuestra lengua se matiza, se llena de diminutivos, se llena de ternura. Nadie es puro; eso es un disparate propio de locos como Hitler".

Así retrataba hace unos días Erasmo (seudónimo del periodista José Luis Gutiérrez), en su micro-columna en El Mundo al ‘lindacara' Ibarretxe: “Qué pereza. Pervivencia, misterio del gamusino, Spock autista y estreñido. Su hoja de ruta: referéndum, marciano derecho a decidir, etecé. Su hoja de servicios: monserga etnicista, filorracista, reaccionaria, fraudulenta. Dolicocéfala historia de cráneos y errehaches. Disimulan: ruedas de prensa con Severo Moto. Y Zapatero: se dedican a dar la murga. Cambio de lema: Dios, patria y murgas viejas”. Igualito, igualito (o cada vez más igualito) que la murga que se empieza a dejar sentir por aquí abajo. Es como las películas pornográficas: vista una, vista todas. Siempre el mismo discurso. Siempre el mismo guión de risa. Verdaderamente, aburren. ([email protected]).

Dímelo en guanche
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