jueves. 28.03.2024

En Tías, los tíos del PP osan sugerirles a algunos concejales del grupo de gobierno municipal que, si no es mucho pedir ni les va a suponer excesiva molestia, devuelvan lo que han podido cobrar de más, que ya están tardando en hacerlo. También son ganas de fastidiar, porque mira que pretender que se le devuelva al pueblo lo que es del pueblo... ¿A dónde vamos a llegar con esta manía de la oposición de hacer oposición?

Cerrábamos la columna de ayer, titulada precisamente “No con mi dinero”, con estas líneas (con perdón por la autocita): “O se acaba el relajo, o la abstención va a ser una broma comparada con otras medidas ciudadanas a tomar, a las que desde ya y desde aquí me apunto el primero. Se admiten ideas o propuestas en el buzón de sugerencias [email protected]”. La mayoría de los correos que recibo al respecto son impublicables, tal es el creciente cabreo ciudadano que existe sobre este escándalo de las sobresueldos y sueldazos autoadjudicados. Rescato y reproduzco no más unas líneas del correo que me envía una sufrida lectora, que encima se confiesa, la pobre, votante del PSOE (allá ella con su conciencia): “Manuela Armas, que siempre habla de participación ciudadana y se le llena la boca diciendo que las cosas hay que consultarlas para llegar a un consenso con el pueblo y la oposición, ¿consultó con alguien que no fuera del propio grupo de gobierno del Cabildo la desorbitada subida de sueldos?”. Ni quito ni pongo rey.

Que no se diga por más tiempo, entonces (visto lo visto y leído), que estamos ante un asunto menor o baladí que no le interesa a la ciudadanía. ¿Cómo no le va a ocupar y preocupar a la gente el uso -y sobre todo el abuso- que se hace de su dinero en las instituciones oficiales? En la prensa nacional han editorializado al respecto los dos diarios de información general de mayor circulación, El País y El Mundo. Ambos editoriales, algunos de cuyos párrafos ya hemos citado aquí, abogaban por lo que ya empieza ser un clamor general: legislar de tal modo y manera que cada alcalde, concejal o consejero cobre un sueldo arreglado a su representación, y no a capricho del grupo de gobierno de turno.

Un lector del periódico El País, Enrique Chicote Serna, lo resumía muy bien en una carta publicada este martes, bajo el título “Alcaldes con sueldos brutísimos”. Su atinada parrafada no tiene desperdicio alguno, para mi gusto: “Mijas, Torrelodones, Hellín, Algemesí... son algunos de los pueblos cuyos alcaldes se habían aprobado para sí mismos unos sueldos verdaderamente brutos. En lugar de enriquecerse de golpe, hay quien prefiere hacerlo poco a poco, que se nota menos y es legal. Lo triste del caso es que si la prensa no llega a hacerse eco de los atropellos a las arcas municipales, estos excelentísimos tipos seguirían llenándose los bolsillos regularmente cada mes (por partida doble en junio y diciembre), siempre con el máximo respeto a la legalidad vigente. ¿Si la legalidad permite semejantes despropósitos, no habrá que reformarla? En una sociedad dominada por el culto al dinero, dejar estos asuntos en manos sólo de la ética, tal y como está de desvalida, la pobre, no parece ser una buena idea”. Razones de peso. Falta que se imponga el peso de la razón. ([email protected]).

Devuelve lo que no es tuyo
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