jueves. 28.03.2024

El profesorado canario no universitario anunciaba a principios de esta semana que estaba dispuesto a bloquear en febrero, mes clave para las elecciones generales, la actividad docente de los colegios e institutos si no se llega a un acuerdo sobre su homologación salarial con la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. El colectivo, que se manifestó este jueves en todas las islas en protesta por el bloqueo de las negociaciones y que, por cierto, la armaron frente a la oficina insular de Educación, afirma que responderá con “jornadas de huelga” durante el tiempo que la situación lo requiera para lograr una solución al conflicto. De esta forma el comité de huelga da un nuevo giro a sus medidas de presión, advirtiendo, eso sí, que el conflicto podría tener “un alto coste político” para el Gobierno autónomo como ya ocurrió en las autonómicas del pasado año.

La última oferta de la Consejería, calificada de “ridícula” por parte de los representantes sindicales de los trabajadores, planteaba dar 13,33 millones de euros anuales con una aplicación limitada a los próximos seis años entre los docentes que cumplieran una serie de requisitos cuyo objetivo final era mejorar la calidad de la enseñanza.

Visto desde fuera, todo hace pensar que efectivamente este conflicto ya enquistado, -recuérdese que las movilizaciones vienen del curso pasado y del anterior mandato político-, tendrá un coste político importante, no olvidemos que Coalición Canaria (CC), formación política que gobierna también en el actual Ejecutivo canario junto al Partido Popular y cuya consejera de Educación milita en sus filas, se juega mucho en estos comicios, pero sobre todo tendrá nuevamente como víctimas a los alumnos canarios.

Nadie duda de que los profesores tienen todo el derecho del mundo a hacer huelga para conseguir todas las mejoras laborales que requiera su colectivo y de utilizar para ello las fechas que consideren más efectivas, pero también tienen unas responsabilidades, nada menos que la educación de la totalidad de los alumnos canarios. Los profesores y maestros deben tener presente en todo momento que de su trabajo depende el futuro de esta sociedad y parece que de alguna manera esto se ha olvidado en los últimos tiempos. Ser maestro es algo más que ser un trabajador, insisto, con todos los derechos exigibles. Ser maestro supone servir de guía a todos nuestros alumnos por el camino del conocimiento haciendo de esta sociedad una sociedad más ilustrada, cosa que parece que no se está consiguiendo.

Aparte del dinero para homologar al profesorado, que a todas luces es justo, pues es verdad que el poder adquisitivo del profesorado ha menguado en comparación con otros funcionarios con la misma categoría y quizás mucha menos responsabilidad, durante todo este conflicto se ha hablado de mejorar la calidad de la enseñanza. Canarias se ha caracterizado en los últimos tiempos por bajar su nivel educativo hasta límites insospechados y mientras los profesores echan la culpa a los padres y al sistema, los padres lo hacen a los profesores y al mismo sistema, aunque yo creo que siendo sinceros todos somos culpables.

Los datos ofrecidos por el Ministerio de Educación revelan que durante 2006 se produjo un 29,9 por ciento de abandonos de media, que en el caso de Canarias es aún mayor. Un porcentaje que representa un máximo histórico comparado con los últimos cuatro años -28,9 por ciento en 2002; 28,7 en 2003; 28,5 en 2004; 29,6 en 2005-, una realidad que la propia responsable de esta cartera, Mercedes Cabrera, califica de «insostenible en el futuro».

El fracaso escolar español supone casi el doble de la media europea (15,3 por ciento), y nuestro país encabeza el ranking de los comunitarios: sólo nos superan en desastre educativo Portugal y Chipre. Como objetivo común para 2010, la UE se ha propuesto rebajar al 10 por ciento las cifras, una meta de la que España todavía está muy lejos. «Es un objetivo ambicioso para el Ministerio y nosotros no le vamos a quitar la ilusión a la ministra, pero situarlo en el 15 por ciento ya sería un éxito», exponía el secretario general de FETE-UGT, Carlos López. «España está a años luz respecto a educación de lo que ocurre en el resto de Europa y en los países de la OCDE», apreciaba también Isabel Bazo, presidenta de la Confederación de Centros de Enseñanza (CECE).

No obstante, y a pesar de estas opiniones contrarias, Mercedes Cabrera sacaba hace unos días una nueva ley mediante la que los alumnos de Bachillerato no tendrían que repetir curso si suspendían cuatro asignaturas... ¡Qué barbaridad!.

Todo hace pensar que de esta manera se intenta evitar ese abandono y sólo aparentar un menor fracaso escolar frente a Europa para la foto de rigor. ¡Increíble, pero cierto!. La pregunta que surge ahora es qué conseguimos con eso si no es engañarnos simplemente por mejorar unas cifras que no indican en ningún caso la realidad de la enseñanza en España, porque cuatro asignaturas suponen casi más de medio curso.

Precisamente ésta también parece haber sido una de las causas del importante fracaso escolar que nos azota. Los alumnos ya no se tienen que esforzar en aprender sino que los van pasando de curso año tras año sin tener convalidado el anterior. ¿Qué puede hacer, pues, un padre cuando su hijo suspende si el propio Gobierno le dice que eso no importa, que debe pasar al siguiente curso porque solamente pueden repetir un curso por ciclo? ¿Con qué base se enfrenta ese niño al siguiente curso? ¿Los profesores son conscientes de esta realidad u otras víctimas del sistema?

Es probable que sean también víctimas de la política arbitraria de esta área en España y en Canarias en particular en los últimos años, seguramente eso hace que cada vez estén más desmotivados, pero tienen que entender que ponemos en sus manos la educación de nuestros hijos, lo más preciado para todos los padres. No parece de recibo que un profesor diga desde principio de curso estos niños no valen para nada, no podemos hacer nada con ellos. No, hay que trabajar e intentarlo, porque si todos, la sociedad, los padres y los alumnos, ponemos algo de nuestra parte, a lo mejor logramos algo más que lo conseguido hasta el momento, no en vano estamos hablando de algo fundamental para la sociedad del futuro y los profesores son sus principales actores. No hagamos de los alumnos otra vez las víctimas de todos nuestros problemas.

Derechos frente a deberes
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