miércoles. 24.04.2024

Mucho se está hablando y lo que te rondaré morena, sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Son muchas las voces, infinitamente más autorizadas que la mía, que hablan de las consecuencias negativas que esta salida de la UE tiene para los ciudadanos británicos a todos los efectos, económicos y financieros, sociales, deportivos y todos aquellos aspectos que inciden en el status de cualquier sociedad civilizada.

No les voy a repetir lo que hasta la saciedad se está publicando ya en prensa sobre las repercusiones que, la votación del jueves pasado, va a tener dentro y fuera de las fronteras de United Kingdom. Y no lo voy a hacer por varias razones, aunque la fundamental es que ya están ustedes más que enterados de lo que decidieron hacer con su futuro los ciudadanos hijos de la Reina Madre.

En lo que si quisiera hacer una pequeña reflexión es en lo que esta decisión podría suponer en caso de que los ciudadanos catalanes tomaran el mismo camino, en caso de que decidieran que su futuro está mejor fuera que dentro de las fronteras del Estado Español y, consecuentemente, bajo el paraguas protector de la Unión Europea.

Entre Cataluña y Reino Unido hay diferencias sustanciales que hacen que su separación del conjunto de Europa sea todavía peor en el caso catalán que en el británico. La primera es que en el caso Británico, se va de la UE un país con un potencial económico, de momento, incuestionable y con unas influencias mundiales fuera de toda cuestionalidad. Se va un país con un potencial impresionante a todos los niveles, económico, financiero, político, social, militar, deportivo, etc., mientras que Cataluña, a los niveles de los que hablamos, res de res, no tiene sistema financiero propio, carece de Banco emisor, moneda propia, economía autosuficiente, etc., etc.

Si todos los analistas mundiales, exceptuando a aquellos extremistas que les da igual arre que so o aquellos que pretenden seguir su ejemplo solo por fastidiar, como Marie Le Pen, los ultranacionalistas holandeses, húngaros y algún que otro país más, si todos los expertos auguran un futuro tremendamente incierto para la segunda potencia económica de Europa, imagínense por un momento lo que podría suponer a Cataluña su separación de España y, consecuentemente, su salida de la Unión Europea.

Es fácil pensar, por lo menos para aquellos que estén dotados de un par de neuronas, tampoco mas, que las medidas que la Comisión Europea va a tomar contra Gran Bretaña por esta decisión unilateral de separarse del conjunto de los países de la unión, no van a ser muy diferentes con las que tomarían contra Cataluña si se proclama la independencia del Estado Español.

El Presidente de la Comisión Europea, o sea el Primer Ministro de la Unión, ya ha dejado claro, por si alguno le cabía alguna duda, que concesiones a los británicos pocas, por no decir ninguna y que si han decidido marcharse que lo hagan pero cuantos antes mejor. Al gobierno de la Unión no le va a doler en prenda tomar medidas contra esta decisión entre otras razones porque lo que no pueden permitir es que el ejemplo cunda y que en un plazo muy corto otros países decidan tomarse las de Villadiego y dejar la unidad europea con menos miembros que el clan de los Salvamerianos, Jorge Javier, La Esteban y Cía.

¿Hay alguien que todavía se puede cuestionar que con Cataluña no se haría exactamente lo mismo? Si Junqueras y sus secuaces están pensando que la independencia de Cataluña va a ir por derroteros diferentes, en cuanto al tratamiento que la Unión Europea va a tener hacia ellos, es que el orujo que se toman por la mañana con el café es de garrafón caducado.

Hay un asunto que debería preocupar todavía más a los británicos después de aprobar el Brexit y no es otro que la postura que va a tomar Escocia e Irlanda del Norte, partidarios de la permanencia en la UE. Su más que posible petición de referéndum de independencia y el más que posible resultado positivo a esta independencia, va a dejar a la Reina Madre con un chiringuito con menos influencia mundial que la capacidad mental de algunos dirigentes políticos españoles. La potencia mundial que es hoy Gran Bretaña se va a reducir a límites nunca vistos en el contexto de la política internacional de nuestro continente.

Y si todo esto le va a pasar a la segunda economía de la zona Euro y una de las democracias con más capacidad de influencia en el contexto de la política mundial, que no le va a pasar a una Cataluña liderada por ese fenómeno de la política patria que es Oriol Junqueras.

Y por último, si ven el análisis de quien ha votado a favor del Brexit se darán cuenta de que, en determinadas cuestiones, las cosas deberían requerir una mayoría cualificada de, por lo menos, dos tercios de la población.

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