jueves. 18.04.2024

Por Román Cabrera

Llevo varios meses asistiendo atónito a lo que entiendo que es una campaña de difamación y descrédito contra un hombre que no lo merece, el empresario canario Juan Francisco Rosa. Y resalto lo de “canario” porque resulta curioso observar cómo siempre se acuchilla con las palabras, se ataca y se intenta masacrar a aquellos que son de aquí, a la gente de nuestra tierra.

Entiendo que Juan Francisco Rosa no necesita que salga un jubilado como yo a defenderlo, ni mucho menos. Sin embargo, como otras muchas personas en Lanzarote, tengo una deuda de gratitud con esta maravillosa persona. Y eso es lo que es ante todo, una gran persona, un hombre discreto al que no le gusta el figureo que se ha dedicado toda la vida a utilizar su indiscutible inteligencia para hacer crecer sus negocios. ¿Es eso un delito? Yo creo que no, creo que es un mérito tremendo que provoca la envidia y la inquina de los más incapaces. Son estos, los que no han conseguido llegar al lugar donde está ahora Juan Francisco, los que han utilizado todas las artes a su alcance para intentar confundir a la gente, para trasladar una imagen distorsionada de él.

Juan Francisco Rosa, como he leído en otras cartas similares a la mía que se han publicado en la prensa, ha sido un hombre comprometido con su tierra, ha sido generoso en muchos terrenos, en especial en todo lo concerniente al deporte. Y tengo que decir, a pesar de que todo el mundo me conoce por mi relación con el deporte y por mi vinculación profesional con la Ciudad Deportiva de Arrecife, que mi gratitud está encaminada hacia otra dirección.

Que pregunten a los empleados que tiene, que pregunten a todas las familias a las que ha echado una mano (y no sólo con dinero) sin pedir nada a cambio, que pregunten a los que tiene la suerte de vivir más cerca de él. Verán cómo no les cuentan la historia del empresario feroz y depredador del territorio que sólo quiere construir y construir hoteles para destruir Lanzarote.

Estoy convencido de que Juan Francisco Rosa ama profundamente esta tierra. Estoy seguro de que todo lo que hace, incluyendo su última y espectacular obra, la bodega de La Geria, tiene algo que ver con ese amor que siente por nuestra pequeña islita. Me da igual que esté o no relacionado con ésta u otra ideología, me da igual que en la cuenta corriente tenga un euro o mil millones… Lo que verdaderamente me importa es que se esté cometiendo una injusticia con esta persona, que no se valore lo que es y lo que ha hecho.

Modestamente escribo estas líneas para defender a un hombre que sé que no lo necesita, porque sabe defenderse solo. Me duelen las injusticias, y con él se ha estado y se sigue cometiendo una muy grande.

Defensa de un hombre que no lo necesita
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