sábado. 20.04.2024

Resulta ser que Don Pepa creyó en sus sueños más profundos, esos que no compartía con nadie y que terminaban siempre en verdaderas diarreas mefistofélicas, que podría hacerse con el control territorial y humano de la ínsula conejera. Los precedentes históricos de orden caciquil alimentaron las ambiciones de este aprendiz de engendrito que a su manifiesta incapacidad para caerle bien a la gente sumaba el trauma de contar con una mente empobrecida por el virus de la ignorancia. En su día dijo a un grupo de ingenuos que sembraría todo el camino de acceso al poder de dinero con el que poder SOFOCAR cualquier disquisición. ¡Y casi lo logra, casi logra engañar a todo el mundo! Al final el Diablo, escondido siempre tras la puerta, descubrió que la verborrea facilota de Don Pepa era lo único que portaba, porque el dinero del que tanto presumía lo tenían otros. Se descubrió su juego, llegaron los fracasos a los que arrastró a los que no pudieron escapar de su discurso y no tuvo otro remedio que emigrar cual errante golondrina hasta la nación más caboverdiana de todas las posibles. Ojo que nos cuentan que Don Pepa viene de rebote, y además bastante rebotado. Así pues no habrá otro remedio que destapar los sepulcros menos pulcros, a ver si de una vez por todas descansa en paz y nos deja descansar en paz a los demás.

DON PEPA Y SUS DIARREAS MEFISTOFÉLICAS
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