martes. 16.04.2024

Verano, sol, playa, mucho tiempo libre y hormonas alborotadas. Con semejante cóctel, no es de extrañar que muchos adolescentes lanzaroteños estén a punto de empezar sus primeros escarceos sexuales. La Sociedad Española de Pediatría habla de los 15 años como la edad en la que muchos chicos y chicas hacen el amor por primera vez, algo que puede asustar a muchos padres. Y en algunos casos, es para asustar, ya que psicólogos advierten de que iniciarse en el sexo demasiado pronto puede acarrear diversos trastornos en la personalidad de estos jóvenes que perdurarán también llegada su edad adulta.

La psicóloga Milagros Armas Arráez entiende que este es un período propenso a los amores de verano y que los adolescentes tienen que probar nuevas experiencias. De todos modos, matiza que lo positivo o negativo de estos primeros amoríos tendrá que ver en buena parte con la edad de los afectados. Explica que “es lógico que las personas tengan varias relaciones antes de encontrar a la persona ideal pero las que empiezan en vacaciones no suelen durar más de un par de meses, sobre todo a los estudiantes”.

Armas Arráez coincide con los informes de otros expertos en que 15 años aportan un cuerpo perfectamente preparado para el sexo pero en raras ocasiones suponen una madurez intelectual que haga comprender los inconvenientes de una actividad sexual mal realizada.

En relación a cuestiones planteadas en un congreso realizado recientemente por la Sociedad Española de Pediatría que ponen sobre el tapete que el inicio precoz en el sexo puede traer problemas mentales o de otra índole como el abuso de drogas o incluso la delincuencia, la psicóloga comenta, sin querer entrar en el alarmismo, que “aunque estas cuestiones no tengan una relación directa con el sexo, puede determinarse que quien es irresponsable en este sentido, lo puede ser también en otros asuntos, como la ingesta de alcohol o las drogas”. Se refiere a aquellos individuos que no son capaces de controlar sus impulsos y que pueden dejarse llevar por ellos sin evaluar las consecuencias. Dice que “quienes no son responsables para una cosa no suelen serlo para las demás”. Comenta que no se puede hablar de una causa efecto pero sí de una relación.

Sexo a los 15 años

“Hay que esperar un poco más porque esta edad es demasiado temprana y si la relación sexual ha sido mala puede generar rechazo a posteriores relaciones o miedo a un embarazo que se van a quedar latentes en la madurez”, comenta. Esto a su vez puede crear problemas físicos como posteriores coitos dolorosos o vaginismo.

Depresiones en chicas

Otro estudio realizado, esta vez en Estados Unidos, y que también tuvo como objeto de estudio a los adolescentes, en sus primeros contactos sexuales, estima que los síntomas depresivos asociados a una mala experiencia afectaron de forma exclusiva a las chicas. Sobre esto, dice la psicóloga, que “por el tipo de educación que hemos recibido o el rol que se nos ha impuesto, para nosotras sigue siendo mucho más importante la primera vez y lo asociamos más al amor que los chicos”. Aún así, asegura que poco a poco esto va cambiando y se van igualando opiniones.

Y si bien, hace pocas generaciones, era imprescindible llegar virgen al matrimonio para no ser considerada una fresca, hoy en día, la virginidad es motivo de vergüenza para muchos y muchas adolescentes, sobre todo si se es el único virgen del grupo. Para Armas Arráez, “afortunadamente ya no hay que llegar virgen al matrimonio pero sí sería bueno que los jóvenes no se tomaran a la ligera el sexo para prevenir embarazos no deseados o enfermedades que puedan derivarse de relaciones sexuales sin protección”. Dice que “también ocurre que tras un rollo de una noche muchas personas se encuentran vacías, sobre todo las mujeres, ya que se pueden sentir utilizadas en contraposición con algunos hombres, que todavía tienen la sensación machista de que son más machotes cuantas más chicas se liguen”.

Niños que se creen adultos

Una de las consecuencias que puede traer aparejada una relación sexual precoz es que los adolescentes se crean mayores de lo que realmente son y empiecen de forma también temprana el coqueteo con el alcohol o las drogas. Según comenta la psicóloga, “puede que estos adolescentes se crean más seguros de si mismos pero todo va a ir en función de la educación que hayan recibido”.

Lamentablemente, según Armas Arráez, son todavía pocos los padres que hablan abiertamente de sexo con sus hijos y cree que esta falta de diálogo va para largo. Comenta que “el joven quiere sentirse adulto y tener independencia y esto es incompatible con consultar a sus padres cuestiones relacionadas con el sexo para que no le controlen y opinen sobre sus actos”. Por ello, recomienda que en cuanto los niños empiecen a preguntar por los órganos sexuales o las relaciones íntimas se les hable con claridad. Así, se evitará que los chicos se informen por otras vías, que puede que no sean las más recomendables. Cree que a los doce o trece años ya se deben entablar este tipo de conversaciones y que los padres deben dirigirse de la misma manera a hijos e hijas.

Por último, recomienda que los progenitores de varones no piensen que en caso de embarazo, el mochuelo se lo queda la mujer y deben educar a sus hijos en el concepto de que un hijo es cosa de dos y que ambos tienen exactamente la misma responsabilidad.

Cuidado con los amores de verano
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