jueves. 18.04.2024

Por Domingo García

Érase un señor, consejero, angelical y leal, pero un tanto bronco y ronco, un señor, que le gustaba considerarse obrero y de izquierdas. Su pasión era los trovadores, pero también, la buena vida, aunque esto, no pegara tanto con su inocente nombre. Decidido, este buen hombre, a organizar un magno festival, para contentar al proletariado y llenar sus arcas y las de su hermandad y que coincidiera en el tiempo, con la visita de significados viajeros, para agradecerles la importante contribución que para con el pueblo tenían. Se puso manos a la obra.

Como el buen cuento, busco, busco y busco, por todos los rincones, de su afamada ínsula, para dar, con quien pudiera localizar a los mejores rapsodas, tanto busco, que al final solo pudo encontrar a un solo agente capaz de cumplir sus sueños, ¡casualidades del destino! ¡Era su gran amigo, el que siempre estaba presto! Por unas módicas monedas, que incluso estaría dispuesto a compartir con la hermandad, seria capaz de convertir sus fantasías en realidad. Este gran hacedor de sueños, le propuso organizar una gran fiesta y para ello, contar con los mejores juglares, que además eran de la hermandad, con grandes relaciones con el sumo sacerdote. Presto anduvo nuestro buen señor, para asentir tal propuesta, solicitando conocer sus nombres, a lo que fue de inmediato complacido. Víctor y Manuel, Ana y Belén, son los elegidos para tamaña ocasión y el buen señor, dando saltos de contento.... ¡Se despertó! y viéndose rodeado de consejeros, en no se que cabildo, hecho a correr y no paro hasta llegar a zonzamas, la montaña sagrada, donde descansaban los antiguos pobladores, encerrándose, en ella, para siempre, o... ¿ hasta las aproximas elecciones?.

P.D. la realidad se confunden con los sueños, por lo tanto cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... ¿o no?

Cuento del buen patrono
Comentarios