viernes. 19.04.2024

Estamos absorbidos y asfixiados por esta crisis económica que no cesa y que cada día muestra un futuro más desolador. Para olvidarnos de tantos problemas, puede resultar pertinente la práctica de la lectura. Probablemente una de las mejores alternativas a la hora de llenar el ocio, así como también una fuente inagotable de sensaciones y placeres diversos. Quien haya adquirido este hábito será harto complicado que pueda aburrirse. Mas las ventajas son otras muchas. Amos Oz, nos dice: Cuando lees una novela de otro país, Se te invita a entrar en sus penas secretas, en sus alegrías, en sus sueños. Y por eso creo en la literatura como puente entre los pueblos. Creo que la curiosidad tiene, de hecho, una dimensión moral. Creo que la capacidad de imaginar al prójimo es un modo de inmunizarse contra el fanatismo. Parte de la tragedia árabe-judía es la incapacidad de muchos de nosotros, judíos y árabes, de imaginarnos unos a otros. Clara Sánchez, en un artículo bellísimo, La pasión lectora, nos dice: la lectura es el único caso del que todos salimos fortalecidos, con el corazón más fuerte, y más jóvenes. Emili Teixidor "Leemos para ser más felices, para pasarlo bien... En cierta ocasión pude leer el siguiente aforismo: de joven hay que leer mucho; en la madurez, lo bastante; de viejo, poco.

Cuando los años pasan, aprovecha mucho más el dedicarte a rumiar las lecturas pasadas, reflexionando sobre ellas, analizándolas y contrapesándolas. Esta sí que es una labor entretenida y provechosa. Y este consejo lo tengo cada vez más en cuenta. Una de las obras que he releído en numerosas ocasiones, porque siempre encuentro en ella algo novedoso, que me produce además gran disfrute y continuas reflexiones es La Velada de Benicarló: Diálogo de la Guerra de España de Manuel Azaña, escrita hace 75 años. Según el mismo autor, “dos semanas antes de la insurrección anarquista de mayo de 1937 en Barcelona contra la República y la Generalitat”. En plena guerra civil y en medio de este dramático enfrentamiento dentro del bando republicano”. Es un momento que en España corría mucha sangre y había mucha violencia, en el que el Presidente de la República esta desilusionado por el fracaso del sistema republicano, en el que había depositado tantas ilusiones. Se siente un político amortizado. El nombre de Benicarló, se explica por ser el lugar donde se reunió en repetidas ocasiones con Largo Caballero, al estar a medio camino su residencia de Barcelona desde septiembre de 1936 y la del Gobierno de la República en Valencia desde noviembre de 1936.

Es una obra que tiene la forma del diálogo, que permite su representación teatral. Participan once personajes y aunque Azaña nos advierta en el prólogo: “Sería trabajo inútil querer desenmascarar los interlocutores tratando de encontrar personajes concretos”, algunos podrán estar identificados. El doctor Lluch, de la Facultad de Medicina de Barcelona sería Negrín, Claudio Marón el abogado Ossorio y Gallardo. Pastrana, el prohombre socialista Indalecio Prieto. Barcala el propagandista Largo Caballero. Azaña estaría representado doblemente en Elíseo Morales, como escritor y en Garcés, como ex ministro. El resto serían: Miguel Rivera, diputado a Cortes. Blanchart, comandante de infantería. Laredo, aviador. Paquita Vargas, del teatro. Un capitán. Las personas que participan en el diálogo representan corrientes de opinión mayoritarias en la España republicana, y llama la atención que no participen los anarquistas por su negación del Estado en sí (objetivación de la razón política de Azaña), y catalanistas y nacionalistas vascos por au ataque al Estado español.; lo que tiene cierta lógica, si tenemos en su concepción racionalista del Estado. Todos los demás prototipos, el republicano, el intelectual, el socialista moderado, el socialista radical, el comunista, el militar republicano, etc, a pesar de sus diferencias, participan ya que todos ellos tienen el mismo ideal: la defensa del Estado republicano.

El tema fundamental de esta obra es la guerra fratricida, tratando de indagar las razones de semejante hecatombe, como también sacar consecuencias para el día después, ya que en la nota preliminar, sus últimas palabras se refieren al consuelo y ala esperanza. En este libro devastador Azaña vertió los sentimientos de tristeza, angustia, abatimiento y pesimismo con que reaccionó ante el levantamiento militar del 18 de julio de 1936. Todavía más desesperanzado cuando el Gobierno de la República es abandonado por las democracias occidentales europeas. Es un acto de desesperación, porque su alma está destrozada al contemplar cómo los españoles se están matando sin piedad, lo que supone el fracaso de su proyecto político. Por ello hace decir a Lluch:¡Utilidad de la matanza! Parecen ustedes secuaces del Dios hebraico que, para su gloria espachurra a los hombres como el pisador espachurra las uvas, y la sangre le salpica los muslos. Vista la prisa que se dan a matar, busco el punto que podrá cesar la matanza, lograda la utilidad o la gloria que se espera de ella. No la encuentro… En cuanto a los culpables del desencadenamiento de la tragedia lo expresa Blanchart: En nuestro país, violento, intolerante, sin disciplina, los generales menores de sesenta años son un peligro nacional. Una vez estallada la guerra los enemigos de la República según Garcés: Enumerados por orden de su importancia, de mayor a menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa, la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de julio, si las otras tres causas, singularmente, la primera, no hubiesen obrado a su favor?.. Las diferencias de la represión en ambos lados son claras según Marón: Con una diferencia importante. En esta zona, las atrocidades cometidas en represalia de la sublevación, o aprovechándola para venganzas innobles, ocurrían a pesar del Gobierno, inerme e impotente, como nadie ignora, a causa de la rebelión misma. En la España dominada por los rebeldes y los extranjeros, los crímenes, parte de un plan político de regeneración nacional, se cometían y se cometen con aprobación de las autoridades.

En todo momento el texto mantiene un tono pedagógico y justificativo: cómo y por qué se matan entre sí los españoles, como si fueran herederos de una tradición histórica, por ello las generaciones futuras deben conocerlo. Garcés: ¿Qué aberración fascinante arrastra a los promotores de este crimen contra la nación y a quienes la secundan? Una porción de españoles ha pedido y admitido la entrada de los ejércitos extranjeros. De otra manera, no habría invasión. Con tal de reventar a los demás compatriotas, entregan la Península a un conquistador. Fuera de España, el caso no tiene semejanza en la historia contemporánea. .. De nuevo Garcés: Otros pueblos ambiciosos o semibarbaros dirigen su furor contra el extranjero. España es el único que se clava su propio agujón. Quizá el enemigo de un español es siempre otro español. Por ello tiene pleno sentido la pregunta que se hace Morales: ¿Qué se han hecho los españoles unos a otros para odiarse tanto?

Estas pequeñas migajas mostradas nos pueden servir como un atractivo aperitivo para inducirnos a todos los españoles a conocer esta extraordinaria obra, una de las obras más importantes del pensamiento político español de los últimos tiempos, el mejor documento quizá sobre la República y también un inapreciable testimonio sobre nuestra guerra civil. Por ello debería ser lectura obligatoria entre los estudiantes de secundaria. LA VELADA cumple así dos importantes objetivos: por un lado, su valor es inmenso para que las generaciones actuales comprendan mejor la guerra y la República, y, por otro, refleja de modo meridiano la real dimensión de Manuel Azaña; el hombre de razón, el liberal insobornable que ni en los momentos más duros de su vida perdió su amor a España y a la libertad.

Con tal de reventar a los demás compatriotas, entregan la Península a un conquistador
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