viernes. 29.03.2024

1.- Con el pelete que hay en este norte, apenas salgo. Y el no salir me provoca: a) concentración de mala leche; b) cierta sensación de recluso. En fin, que este invierno, con la aparición de las primeras y tardías nieves en el Teide, me tienen más metido en casa que en la calle. Donde mejor se está es en la casa de uno. A todos mis amigos les digo que si me quieren ver, que vengan al Puerto, lugar del que espero no moverme mucho. Ya ni siquiera viajo, ni me he apuntado en el Imserso, ni nada de eso. El otro día me dijo mi amigo el director de cine Raúl Jiménez que está trabajando en un guion derivado de mis historias sobre el mago. No le será difícil componerlo. Y hasta tiene el personaje perfecto para una película sobre el personaje. No voy a revelar su nombre, aunque opino lo mismo que él: es perfecto y se le podría sacar mucho partido. No he contado, o eso creo, lo del mago de la nieve. En cuanto aparecen las primeras nieves, el mago, desafiando los propios atascos que él mismo crea, se va a Las Cañadas. Lanza al niño por las pendientes, montado en cartones, y luego deja los cartones allí; ni siquiera se molesta en recogerlos. Al regreso al barrio, el mago coloca un muñeco de nieve en el capó del coche y le hace un bigote de retama, con lo que logra un doble efecto: joder la pintura del vehículo y putear la flora de la montaña tinerfeña. Y es que el mago ha sido siempre muy considerado. La Guardia Civil desvía casi siempre la caravana de magos hacia el Teide, que se terminará cuando se cobre peaje por acceder al parque; aunque ya se las arreglará el rural para tomar atajos, en los que probablemente acabará desriscado. Porque el mago se desrisca con enorme facilidad, ya que no controla, bebe más de la cuenta y al bajar eso se nota. Pues el Teide se ha llenado de magos en estos días de primeras nieves y no les digo nada a partir del viernes. Va a ser imposible subir al parador a mandarte un puchero, porque te lo impedirá el jodido mago, su cuñado y el resto de la familia, acampados todos en los bordes de la carretera, con los coches mal estacionados y los niños cruzando sin mirar, que es una característica del mago desde su más tierna infancia. Los frenazos de las guaguas de turismo se oyen desde aquí, para no atropellar a las entrañables criaturas.

2.- Todo ese lío catalán de formación del Parlamento, la Mesa y la madre que los parió se solucionará en tiempo y forma. Ya lo verán. Puigdemont termina esta semana su cruzada imposible, el Tribunal Constitucional actuará a instancias del Gobierno del Estado, dejando en suspenso decisiones ilegales, y al que viole la ley, el Supremo lo meterá en la cárcel, si es aforado, y si no lo es, otro tribunal cualquiera. A los catalanes que han salido ranas se les va a ir acabando el cuento poco a poco. Además, Puigdemont, a pesar de que miente como un bellaco, no ganó las elecciones: las ganó Inés Arrimadas, de Ciudadanos. Todo es ruido, cuando su procés se les va de las manos. Mientras, la república independiente de Tabarnia ha elegido presidente en el exilio al genial Albert Boadella, que manda butifarras a los independentistas catalanes desde su voluntario exilio de Madrid. Para mí, Boadella es un genio, allí donde esté. Yo le tengo una grandísima admiración.

3.- Mis amigos me han dicho que vaya hoy a “El Pole”, al bistec empanado, y a lo mejor me doy una vuelta por este santuario de la cosa. Antes teníamos un cañizo que nos protegía un poco del murmullo, pero ya lo han quitado y estamos a salón libre. En estos lugares, la gente habla alto para hacerse entender; a gritos, como si estuviera llamando a alguien en un barranco. Pero es lo que hay. Será difícil erradicar la cultura del ruido que nos ha masacrado a lo largo de la historia. Un día analizaré por qué las tapas de las alcantarillas de esta isla son las más ruidosas del mundo. Es insoportable.

Es una publicación de El Diario de Tenerife.com

Con el frío, no salgo
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