jueves. 18.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Y, de pronto, se echó la gente a la calle, en tumulto, abarrotó los comercios y acabó con la mercancía, en unos días locos que continuarán hoy y mañana. Debo agradecerlo, porque se han vendido más libros míos que nunca y esto siempre es un consuelo. Se han vendido hasta las más remotas existencias de las librerías, por lo cual yo debería estar contento. Pero sé de las penurias que han pasado los comerciantes y sé de sus agobios para atender sus pagos y sé de la incertidumbre vivida hasta el final, en que llegó la explosión. Aún es pronto para valorar en cuánto ha caído el consumo, pero este año, con más cordura, las rebajas comenzarán el día 7 de enero, como es lo normal, aunque yo haya reservado para ese día lo que me quería comprar en Reyes. Es decir, que he hecho trampa, como tanto listo que pulula por este mundo, y me he ahorrado entre un 20 y un 30%. Las rebajas son una necesidad vital para el consumidor. En Londres comienzan cada día 2 de enero, si no recuerdo mal, y en Nueva York también, porque los países de habla inglesa, y otros tantos más, no celebran la festividad de los Reyes Magos, que en España es la fecha de regalos por antonomasia.

2.- Esta crisis nos está enseñando a todos, incluso a las organizaciones empresariales y de comerciantes. En varias comunidades autónomas españolas las rebajas empezaron a la inglesa, es decir, el día 2. Bueno, yo creo que el 7 está bien porque es lógico que el comercio quiera aprovechar el reseñado tirón de Reyes. He preguntado en los grandes centros comerciales y me han dicho que este año se ha convertido en el de la financiación. Se financia todo y algunos bancos y cajas han establecido plazos para las compras con tarjeta, en ocasiones sin intereses. El Corte Inglés también financia, a través de su propio centro de riesgos, compras en varios departamentos, como electrónica y otros. Daba gloria ver Santa Cruz este fin de semana, con la gente en la calle haciéndose con sus regalos y dejando los comercios literalmente vacíos, como en otros años. Sin embargo, muchos comerciantes siguen quejándose de bajonazo en sus ventas. Repito que es pronto para hacer balance. Claro que con esto de la crisis no se sabe qué es mejor: si meter las perras en el calcetín o consumir mucho para reactivar la economía. Es el eterno dilema que nunca consiguen descifrar los que se dicen expertos, aunque ya se sabe que los expertos en el actual sistema financiero han quedado a la altura del betún.

3.- Luego está la incertidumbre de la noche de los Reyes Magos, que este año pasearán sus túnicas en coches de bomberos y no en helicóptero. Por cierto, creo que han ofrecido un puesto de Baltasar a mi amigo Osman, pintor y arquitecto, que él ha aceptado enseguida. Al menos eso es lo que me cuenta Juan del Castillo, que un día se decidirá a hacer de Melchor en su querida Orotava y bajar resbalando herraduras por la calle del Agua, en una de cuyas esquinas, la de la casa de Juan Zárate y mi tía Gabriela González de Chaves, pasé los mejores años de mi infancia. Qué bueno es mantener las tradiciones; y la de los Reyes Magos es hermosa, tan solo por ver la cara a esos miles de niños que abren sus bocas, asombrados, a su paso. Uno recuerda el niño que fue y quiero estar oyendo el doblar de papeles de regalos de mi abuela y las amenazas de mi madre para que nos durmiéramos, so pena de encontrarnos con el temido carbón. Yo siempre sostuve que había visto a los Reyes; y era verdad, porque los niños jamás mienten. Los vi en sueños, o con la imaginación, pero los vi. La crisis los ha hecho bomberos, pero qué más da. Estarán, como cada año, en el estadio de Santa Cruz, alegrando la noche a miles de niños somnolientos que están pensando en la carta, en el zapato y en el día siguiente. Todos han sido buenos y no se agotarán las existencias de carbón. En otros países muy lejanos, los niños también han sido buenos, pero no tendrán un juguete, ni el consuelo de los Magos de Oriente. Se trata del final de las fiestas de Navidad, que han durado menos de lo que uno quisiera. Con los años me he instalado en el ocio, ya no tengo el empuje de antes y prefiero la paz a la algarabía. Pero también se puede encontrar la paz en unas fiestas llenas de tradiciones, de tópicos inmensos y de buenos deseos. Al menos esto nos alimentará hasta el año que viene. Nos queda un duro camino hasta entonces.

[email protected]

Compras y Reyes
Comentarios