miércoles. 17.04.2024

Por Mare Cabrera

Sigo esperando, como la que predicaba en el desierto, a que a alguien al que le competa o le preocupe el asunto le llegue la directa y acabe dotando al menos de una mini unidad canina a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que trabajan en Lanzarote en la resolución de crímenes tales como asesinatos.

Hace tiempo que escucho en boca de un amigo una interesante versión sobre la seguridad física o ciudadana en Lanzarote: "Esta es la isla ideal para cometer el crimen perfecto". Sólo hay que ir a las hemerotecas o tirar de memoria para poder nombrar al menos un par de casos de asesinatos que han quedado sin resolver: el asesinato del taxista en Montaña Mina, el de aquel hombre que apareció muerto en la zona de Los Roferos entre Guatiza y Teseguite, la de la anciana que encontraron en el aljibe, o el más reciente en el tiempo pero no menos macabro caso de la chica que apareció muerta en el maletero de un coche, cuyo cadáver encontró su madre, no las fuerzas policiales (y no era la primera vez en el que han tenido que ser familiares o vecinos los que daban con el cuerpo de la víctima). Hay más casos similares pero no me caben todos en el espacio de esta columna.

Parece haber en Lanzarote una tradición incalificable, instaurada por los indeseables que se atreven a desposeer del bien más preciado a sus congéneres: una vez cometido el crimen, dejar el cuerpo en el basurero para que al final lo terminen encontrado –si lo encuentran- los propios familiares de la víctima o uno que paseaba con su perro por allí. Me pregunto por qué no se busca bien en determinadas zonas como esa donde tantos cadáveres han terminado siendo arrojados como simple basura, con el fin de comenzar cuanto antes las investigaciones.

En su día, no desaproveché una oportunidad que se me presentó de casualidad e hice este mismo comentario a un policía. Una de las respuestas que pudo darme fue que, por supuesto, ellos buscaban por allí, ya que conocen la mencionada “tradición”, pero que las labores de búsqueda se complican porque es una zona amplia y no tienen perros adiestrados que se las faciliten.

Las cosas vistas desde fuera son muy sencillas, y no pongo en duda su profesionalidad ni su empeño, tampoco su preparación, pero los resultados hablan por sí solos y no es de recibo que existiendo tan sencilla solución no se pongan los medios. No pedimos al famoso perro Rex ni al también televisivo can de Colombo, sino un chucho más sencillo o de andar por casa. Pero supongo que es más importante que los uniformes de la Policía Autonómica luzcan relucientes y lustrosos con su diseño inspirado en la lava encarnada y el blanco del salitre (todavía lo veo y no me lo creo), que nos sale a todos los canarios por un pico y total para nada efectivo. Que les sigan poniendo colores a esa Policía Canaria que tanto nos cuesta y para tan poco nos vale: verde mojo picón, canelo bizcochón, naranja chorizo de Teror, rojo tuno o amarillo frangollo con bienmesabe. Yo lo voy a seguir viendo todo negro.

Colombo no vive en Lanzarote
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