miércoles. 24.04.2024

[Uno es un mandado, como casi todo hijo de vecina. Y como ayer un lector o lectora me sugería amablemente que retomara la intermitente serie “Allá cuando chinijos”, le haremos caso y dejaremos de hablar por un día de mujeres, como también se me sugería con razón en el comentario de marras, y hablaremos de chinijas, que sólo son mujeres pequeñas o en potencia]

A nuestra edad no estaba bien visto entre nosotros, vaya usted a saber por qué tácita razón o escondido prejuicio infantil, perder demasiado tiempo con las chinijas. Es más, el osado que lo hiciera o hiciese corría el serio riesgo de ser tachado al momento y sin piedad alguna como afeminado o traidor. No había término medio. No cabía excusa para aquel ominoso delito.

Pero sucedió que Néstor había sido visto en los últimos días, en más de una sospechosa y alarmante ocasión, rondando la escuela femenina. Nadie quería dar crédito al runrún, pero alguien se encargó enseguida de hacernos partícipes a todos del bulo:

-Chacho, ni creerlo quiero, pero Néstor está como un bobo detrás de una chinija.

-¿Y a ti quién te lo dijo, chismoso?

-Mi hermana, que lo ha visto por allí con sus propios ojos. Ella sabe que Néstor está detrás de la palmera...

-¿Qué palmera, la que está plantada delante del colegio o alguna de las de Haría?

-Una palmera de La Palma, tolete. Una tal Benedicta.

-Pero si es la más fea de todas...

-¡Eso lo dices tú porque no te has mirado en el espejo, fragilón! -exclamó Néstor, que llegó de repente y sin avisar y nos agarró a todos por sorpresa en el improvisado cónclave de urgencia.

Al día siguiente de conocerse la infausta noticia, de regreso al aula de castigo después del recreo y el correspondiente partido de fútbol con el reparto habitual de patadas en las canillas, apareció dibujado en la pizarra un corazón al lado de un hiriente texto: “Néstor quiere a Bene”. El aludido no tardó en reaccionar, refunfuñando:

-El que lo haya hecho me las va a pagar todas juntas. Lo prometo por mi madre.

Pero el anónimo escribiente no sólo no se arredró con la amenaza del presunto embobado o enamorado, sino que prosiguió con su gracia unos días después, remedando con tiza el famoso estribillo popular:

“Palmero, sube a la palma,

y dile a la palmerita

que su amor la solicita.

Nestito, vete a La Palma

y dile a la Benedicta

que su amor tú necesitas”.

-Como lo trinque lo mato. Como Néstor que me llamo. ¿Ustedes se apuestan algo?

Pero nunca se supo a ciencia cierta quién fue el autor que firmaba sus burlas con tiza blanca sobre el negrísimo encerado. De la misma manera que no se volvió a tener noticia sobre el presunto amor palmero de Néstor. Apenas unas semanas después, la supuesta historia amorosa se quedó en nada. Néstor seguía formando parte activa -la que más- de nuestra pandilla, como de costumbre, y Benedicta... bueno, Benedicta ya se había echado novio. Pero no era de San Bartolomé. Menos mal. El forastero había llegado de Teguise.

-Yo creo que ese tipo que anda con ella es medio “monosexual” o algo, para mi gusto, porque se pasa el día entero con chinijas. Sólo le falta jugar a las casitas con ellas...

-Pues yo tengo entendido que él prefiere jugar a los médicos...

-Lo que yo te dije: es un bicho raro. ([email protected]).

Chinijas
Comentarios