jueves. 28.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- La misma causa general que Eligio Hernández anunciaba en sus artículos, ya citados en esta sección, contra el magistrado y ex presidente de la Audiencia de Las Palmas José Antonio Martín y su familia, en la infructuosa búsqueda de un presunto delito de cohecho que nunca existió, se está siguiendo contra el alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo . Si un día del siglo que viene se levanta el secreto del sumario del caso Las Teresitas podrán leerse las tonterías que le están preguntando a los imputados, la caza de brujas que se ha desarrollado en Canarias y la pérdida de tiempo y de dinero público de la policía y del ministerio fiscal, en su búsqueda a la desesperada de algo sustancial; porque no encuentran nada contra los imputados. Sólo tienen humo. Es curioso que cuando a los magistrados les tocas algo sensible (dicho así, en general, para no hacer comparaciones anatómicas innecesarias), enseguida amenazan con querellarse. También pretendieron unos compañeros suyos, como conté ayer, que la jueza Bellini se querellara contra Eligio Hernández, quien sencillamente se frotaba las manos de gusto. Conozco magistrados que se privan por interponer pleitos contra periodistas que critican su tarea. Bonito fuera que regresáramos a los tiempos del famoso delito de desacato, trampa saducea en la que muchos mortales picaron hasta el momento de su abolición, caída la dictadura.

2.- A mí el estamento judicial nunca me ha dado miedo. Me he defendido como gato panza arriba en más de veinte procedimientos, siempre por delitos de opinión, en mis cuarenta años de profesión. Ha sido divertido. En cierta ocasión estuve como cuatro o cinco años imputado; un tipo se consideró agraviado porque se empeñó en que yo dije que se había comido un cuarto kilo de jamón serrano, propiedad de su empresa. En otra ocasión se querelló contra mí un político de Coalición Canaria sólo porque creía que me iba a acojonar y pretendía otorgarme el perdón ante el juez. Lo mandé a la mierda y salí absuelto sin agachar la peta. No digo que los juzgados me gusten, sobre todo porque te citan siempre muy temprano, y porque hay jueces, policías y fiscales muy chulos; pero no me asustan ni policías, ni jueces ni fiscales. Me dan igual.

3.- No me gustan las causas generales, como la que intentó montar Garzón contra el franquismo. ¿Contra el franquismo sí y contra quienes mataron en nombre de la República no? Hemos de deplorar todos los crímenes, pero hemos también de olvidar la guerra civil, que acabó hace 80 años. Nadie me puede acusar de no haber recordado en mis libros a los que murieron asesinados, tanto en un bando como en otro. Hace unos meses falleció en el Puerto de la Cruz un gran socialista, Rafael Abréu . ¿Saben quién lo condujo a la cárcel?: mi padre, que era falangista. ¿Y saben lo que mi padre hizo la primera noche en que el prisionero estuvo encerrado?: llevarle el colchón de su propia cama (de la de mi padre). Fueron amigos hasta que los dos murieron, uno hace años, el otro hace unos meses.

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Causa general
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