viernes. 29.03.2024

Por Lorenzo Lemaur. Nacido en Agüimes y conejero de adopción.

Era domingo, sobre las 6 de la tarde, y llegaron a casa mis sobrinos Francisco y Adrián. Los dos traían en sus manos una carta: sus respectivas cartas para sus majestades los Reyes Magos de Oriente. Después de darme un besito y otro a la abuela, ¡Lorenzo, Lorenzo -me dice Francisco-, vamos al ordenador a escribir la carta a los Reyes Magos! Pero si ya la tienes escrita, les dije. ¡Sí, pero es que tenemos que mandársela a los Reyes por Internet! Claro, pensé, es que por correo postal tarda mucho y además por e-mail es más seguro y no se pierde.

Pues eso, como hago por estas fechas, cada año desde hace creo que tres, me puse ante el ordenador a escribirle sendos correos electrónicos a SS.MM. los Reyes Mayos de Oriente, primero la de Adrián, luego la de Francisco. Niños son, 7 y 9 años respectivamente, así que: Nintendo DS, Brin Breyn, Pokemon Diamante (cosas que no sé ni lo que son). Y, claro, el fútbol manda: para Francisco la ropa de Raúl (del Real Madrid), la nueva, claro- me precisó-, y los guantes de Iker Casillas; Adrián pedía la ropa de Henry, del Barcelona, y los guantes de Víctor Valdés. También, patines con ruedas de gomas, botines de material resistente, experimentos electrónicos, y ropa. ¡Ropa cómoda!, aclaró Francisco.

Igual se preguntan cómo piden, los niños, la ropa de Raúl o Henry y también los guantes de los porteros de sus respectivos equipos. Fácil. Les explico: como son 2 hermanitos, de edades similares, cuando juegan al fútbol en el patio de su casa, lógicamente, uno se ha de poner de portero y el otro tira a gol. Lo entienden, ¿verdad?

Hasta aquí todo normal. Nada diferente a lo que, por estos días, estará ocurriendo en cualquier familia de similar situación en todo Lanzarote, Canarias, y sitios más lejanos.

Pero la carta a los Reyes Magos no acababa con estas cosas, naturales, por otro lado, en niños de esa edad. Mis sobrinitos han pedido a sus majestades más cosas. Adrián, que solo tiene 7 añitos, ha incluido en sus peticiones a los Reyes “tres juguetes para los niños pobres de África”. Y Francisco, que ya tiene 9 años, le ha pedido a SS.MM., “para los niños pobres, agua para beber, para los niños de África, una potabilizadora (cerca del mar), en África también, comida para todas las familias de los niños de la India, ropa para los niños de Sudamérica, cultivos (granos, algodón) para las familias de los niños de la India, y un hospital en África”.

Ambos, se despedían con un ¡Adiós, Reyes Magos! y con una observación final para Sus Majestades: “Si algo no me lo pueden traer, me lo traen el próximo año”. Acabadas y enviadas las cartas, porque eso era lo más importante de la visita de ese día, me pidió, cada uno, un folio, de los ya usados, para hacerse un avión. Nos fuimos a la calle y jugamos durante un buen rato a ver qué avión volaba más lejos. Yo vigilaba, por si venía algún coche, para que los niños subieran a la acera. Alguna que otra vez el avión se caía al Parque Los Pinos, así que acabamos jugando a que ellos lanzaban el avión desde el Parque y yo se las devolvía desde la calle.

Al día siguiente, el lunes, recibo un correo electrónico de Melchor. Los Reyes Magos me pedían colaboración, pues ni Francisco ni Adrián les habían indicado su edad ni su talla de vestimenta. Como a mí siempre me ha encantado colaborar con SS.MM., casi sobre la marcha, el mismo martes, me fui a una tienda de material deportivo para, en nombre de Melchor, encargar los respectivos uniformes de Raúl y Henry, y los guantes, claro, que son muy importantes.

En la tienda me atendieron 4 empleados muy simpáticos. Dos chicas y dos chicos, de entre 20 y 30 años. Fue muy cordial su atención, muy colaboradores. Claro que es su trabajo, pero con una sonrisa siempre todos lo disfrutamos más. Como el ambiente era cordial, hablando con ellos, les comenté que, además de lo natural, mis sobrinos pedían otras cosas a los Reyes. Y les conté qué cosas. Mientras les contaba, en los ojos de aquellos 4 jóvenes, en cómo me miraban cuando les decía qué otras cosas pedían mis sobrinos, en cómo me decían que la carta de Francisco a los Reyes les ponía, a los 4, los pelos de punta, vi que el hospital, la potabilizadora, los cultivos, y los otros regalos que mis sobrinos han pedido llegarían a los niños pobres. Sólo es necesario, para que lleguen, que todos tengamos la capacidad de dar valor a esa petición de unos niños de 7 y 9 años. Claro que también influirá mucho que, todos los padres y madres, como hacen mi hermano Paco y mi cuñada Nely, les hagan notar a sus hijos que otros niños no son tan afortunados como ellos.

P.D.: Salí muy contento de la tienda de deportes. Siempre he creído en los Reyes Mayos. Para mi es el día más bonito del año.

Carta a los Reyes Magos
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