viernes. 29.03.2024

Por Juan Jesús Bermúdez

El insostenible bajo coste en la era de la creciente escasez. Vueling, una de las grandes del transporte aéreo de bajo coste, nacida en el año 2004, está registrando numerosas incidencias en su actividad diaria: retrasos en el cumplimiento de horarios, varios problemas técnicos en aviones, que se han difundido públicamente, una creciente desvalorización de sus acciones en el mercado bursátil y el incremento de sus pérdidas. Esta situación coincide con una expansión insólita de su número de pasajeros, apertura de nuevas rutas y centros de operaciones. El incremento de los costes - entre ellos fundamentalmente el del combustible - ha causado mella en su estructura productiva, así como la competencia vía precios de otras aerolíneas más consolidadas. Al parecer, Vueling, para compensar estas pérdidas, reducirá el número de aeronaves y rutas con respecto a la prevista expansión.

Las líneas de bajo coste operan con “máxima eficiencia” y “máximo ahorro” en sus políticas de mercado, lo que para muchos es considerado como una virtud. Sin embargo, es necesario abordar la sostenibilidad en la gestión de una empresa de ese tipo. Thomas Homer Dixon, un lúcido analista de nuestra civilización, cita a otro ilustre, James Howard Kunstler, el autor de The long emergency, que considera la eficiencia como “el camino más directo hacia el infierno”. ¿Por qué? Se asocia eficiencia con la obtención del máximo provecho por unidad de esfuerzo o gasto empleado. Así, en el caso de las líneas aéreas, el máximo beneficio con el mínimo coste, trasladando más pasajeros por avión, trabajador, gasto de combustible, etc. Esta estrategia tiene unos límites muy claros: que todo se mantenga igual, tanto el comportamiento de los competidores, como los gastos ordinarios y las expectativas de crecimiento. Su delicado equilibrio eficiente se basa en que no falle nada. Pero claro, la máxima eficiencia es muy poco permeable a los humanos problemas; en palabras de Dixon, “cuando los recursos son usados de la forma más eficiente posible, no hay capacidad excedentaria para absorver los shocks del sistema”. Y lo que le ocurre a Vueling es eso: su gestión “óptima” provoca retrasos por uso intensítimo de sus aeronaves, habiéndose registrado incluso algunos incidentes en el funcionamiento de los aparatos, bordeando así de forma muy peligrosa el umbral de confianza que toda línea aérea suele garantizar en Occidente, alejados de las listas negras de la aviación en el resto del mundo. Además, su nivel para soportar las escaladas de los precios del petróleo es menor que el de otras compañías, que aún podrán intentar seguir ajustando sueldos y otro tipo de gastos, aunque todas ellas tendrán graves problemas de viabilidad a medio plazo: sin embargo, esta compañía ya lo ha hecho, y tiene poco margen para ajustar más. La estructura de una empresa de bajo coste es, pues, de extrema rigidez y su éxito es inversamente proporcional a su capacidad de ajustarse a las condiciones necesariamente cambiantes del mercado. Paradójicamente, surgieron esas líneas aéreas como proceso de máxima optimización de la infraestructura que acompaña el transporte aéreo, hoy en sus máximas posibilidades de desarrollo histórico. Pero esa situación no es sostenible. Particularmente, la continua subida de los precios del combustible, supone un duro golpe para este tipo de actividades. Probablemente veamos varios factores obrar en el corto y medio plazo: el retraimiento del consumo de ocio, debido a la inminencia de la crisis económica que ya se está empezando a sentir; la subida de los precios de la energía, la sobreoferta aérea resultante, etc. obligarán a una reestructuración a la baja del sector aéreo, en forma de fusiones, absorciones o, como ya ha ocurrido, suspensiones de pago y quiebras. Estamos asistiendo, al mismo tiempo, al último esplendor del transporte aéreo y al comienzo de la pérdida de importancia de este sector en la historia. Ambas corrientes se están cruzando en estos momentos, por lo que resulta difícil de percibirlas, pero este fenómeno ocurre cotidianamente. Los sucesivos batacazos bursátiles de Vueling, que huelen a peligro definitivo para su supervivencia, son la enésima señal de que la reestructuración está ahí. Las líneas de bajo coste son “flor de un día” en la historia del transporte aéreo, y el sorprendente canto del cisne de este sector. La pugna mundial por los recursos energéticos pasará, en nuestras vidas, una factura definitiva a este modo de transporte, básico para entender hoy Canarias, lo que supondrá un antes y un después en nuestra breve historia de crecimiento exponencial en un Planeta finito. http://www.crisisencanarias.wordpress.com.

Caída de Vueling y ajuste en el transporte aéreo
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