jueves. 28.03.2024

Por Serapio Manuel Rojas de León

¿Cómo nos explican, presumidos nacionalistas, republicanos de lo más, independentistas, y ustedes insularistas, que haya terminado Inalsa precisamente en unas manos peninsulares? Para colmo, en la capital del mismísimo reino. Y con más Inri, llevando el nombre de una bebé que proclamaron Reina de España.

Se han olvidado del corazón y cerebro ideológico, para atender exclusivamente al llanto de su estómago. No sabemos si lo han llenado con agua de algún canal o con billetes impresos en España. También se revolverán en la basura, allá por Zonzamas, por si encuentran algo que llevarse a la boca al estilo los caimanes.

Seguro que a nadie se le escapa, que resulta contradictorio el deseo de bienvenida, con el desaire de mal hallada. Pero es que ese sentimiento inexplicable de lo uno contra lo otro, por un lado genera la desconfianza al ser una desconocida en esta latitud y al mismo tiempo, también se refrenda su necesidad, por la incompetencia y el fracaso de una gestión insular calamitosa, para con nuestro principal recurso.

Bienvenida la empresa Canal de Isabel Segunda (II), si viene a demostrar la seriedad, y el buen hacer de una gestión necesaria, para garantizar la persistencia de ese líquido vital en nuestra isla y por ende, la de toda su gente. Bienvenida, si será capaz de no poner por las nubes un recurso esencial de pervivencia, y de primera necesidad para los conejeros. No digamos ya, lo que significa para los gracioseros el disponer de agua.

Si la ponen inalcanzable, la ruina será de todos. La culpa, que nadie reconoce en esta ínsula, exclusiva de muy pocos. Esperemos que no nos ahogue y continúe calmando la sed a una tarifa razonable. Nadie se lo cree, pero no perdamos la fe, y pensemos que no serán capaces de igualarla al petróleo.

Así que mal hallada, si la intención que trae es la contraria a lo expuesto un poquito más arriba, y si ha decidido con nuestra imperiosa necesidad, realizar un ingente negocio.

No trataba el Consorcio en su inicial filosofía, de lucrarse cruelmente porque sí con la sed de su gente. No. La idea no era la de fomentar una empresa usurera recaudando por las ganas de beber. Ese compromiso en el inicio, era el de garantizar un servicio primordial, cuyos promotores primaban el interés general de su actividad pública, para responder a la necesidad de una población sedienta, sin ganar, pero no perdiendo.

Durante los últimos treinta años, la picaresca de unos cuantos, que es delincuencia admirada por otros pocos, llevó el egoísmo a su máximo exponente y no podía garantizarse la permanencia de la empresa acuífera eternamente. Una pena, sin duda, por cuanto que ese era el objetivo. Que fuera inmortal. Pero cuando no compensas y solo pierdes, o el saqueo no ha tenido límites, se evidencia la ruina anunciada, sin que haga falta para ello una profecía maldita.

Por tanto, doña Isabel parece que viene dispuesta a poner, pero ya se sabe que nadie deja caer, si piensa que no va recoger lo sembrado, y por supuesto, mucho más que sólo la simiente. Lo privado es bien distinto de lo público. Nadie sabe a ciencia cierta que deparará este nuevo designio, fruto de lo mal hecho con ganas durante demasiado tiempo, por sus trabajadores, sindicatos, políticos, responsables directos de la empresa, y por la permisiva sociedad conejera, a la que le daba todo igual, mientras abrieran grifos y el agua saliera. ¿Qué más da? ¡Viva el desmadre!

Sin embargo, no hace ninguna gracia, que vengan de fuera a decirnos y a restregarnos lo inútiles y lo indecentes que hemos sido. Bueno no, los deshonestos que han sido algunos y algunas, pero todos los demás, quedamos igual de cagados. No es ningún orgullo, ni podemos presumir, de que en esta isla no hubiera gente capaz de gestionar algo tan fácil y tan sencillo. Parece imposible y por increíble que parezca, nos estamos dando cuenta, algo tarde ya, que hemos estado en las manos de auténticos sinvergüenzas. ¡Sí! ¡En manos de unos jodiendosos e inútiles capullos choriceros!

Valgan esos vocablos insultantes, también para las féminas enredadas en la gestión de Inalsa. En femenino, suenan todavía mucho más descalificantes y más desagradables a los oídos que escuchan. Por eso, vayan las disculpas adelantadas por la poca elegancia de esas palabras usadas, además de por algunas otras que leerán, si continúan en estos renglones.

Esa clarividencia de los significados despreciativos, fruto del cabreo incontrolado del teclado que escribe, no se vayan a creer lectores, que a quienes van dirigidos esos insultos, se nos van a ofender y se molestarán por ello, cuando todos sabemos que esa golfería humana, posiblemente ni se sienta aludida. Sus caras son el doble de sus espaldas y no sentirán en absoluto los escupitajos que se les dirijan. Y menos aún estos salivazos, que se quedan sólo en las líneas de una opinión casi perdida por entre las alforjas repletas de lo que entre la mayoría se han llevado.

Este descalabro de nuestra querida Inalsa, no va con ellos. Lanzarote es muy raro que haya sido del interés de alguien. Todo lo contrario, han sido demasiados los que han trincado a Lanzarote, exclusivamente para su propio interés. Una desgracia, que en este caso, no es como otra cualquiera, lamentablemente.

Pero así, tampoco se podía continuar. Era patente la imposibilidad del intelecto de nuestras autoridades de hoy, para resolver un problema, donde esas mismas responsables autoridades nuestras, se convirtieron en el problema mismo. Inalsa, versus Inalsa.

Confundieron el interés general conejero, con los intereses partidistas de los politicuchos interesados, y en esas aguas removidas a conciencia por los intereses electorales, emergió de pronto, un interés sindical contrario al interés público y general de la población. Algo incomprensible y no entendible a los ojos de nadie.

Puesto que en vez de preocuparse, denunciando la desastrosa gestión con decisiones irreversibles que tomaban sus responsables para el hundimiento y evitarlo, se acomodaron a sus intereses particulares, pasando de la vigilancia al descontrol, para compartir el expolio con la excusa endeble, de que como algunos jefes roban, pues ellos también.

Crearon a conciencia dos agujeros enormes, hasta encontrar un buen requeme, asegurándose así, que ninguno se llenaba. El primero, el más profundo e injustificable, es el de la responsabilidad política con su nefasta gestión y decisiones absurdas. Pues saqueando las arcas sin raciocinio lógico para llevarse el dinero, dejaron unas cuentas sin cuentas, dirigidas a meter en la ruina más absoluta a una empresa imprescindible.

Con una indecencia infinita, le robaron a su propia gente un presente digno y un futuro mejor. Sin embargo, todavía se atreven a pasear con descaros presumidos, sabedores y seguros, de que nadie hallará en sus frentes la diana perfecta para pegarles un tiro.

El segundo, no tan hondo, pero no por ello menos importante, es fruto de la inconsciencia laboral con pretensiones de casi cobrar por ir, y si además se les ocurría trabajar, pues cobraban otra vez. Es un símil recurrente y exagerado, pero que compendia todas las prebendas de sus insólitos Convenios. Nos reíamos con las pajitas en los ojos de los griegos y sus dispendios disfrutados, cuando tan cerquita, los nuestros andaban acarreando con tremendas vigas.

Surgió de esas aguas un egoísmo particular nunca imaginado, que sólo trataba de conseguir las máximas prebendas por parte de un comité de empresa, que incomprensiblemente era contrario al interés de su propia empresa, exigiéndole para un año lo correspondiente a cinco. Objetivo conseguido. La han cerrado. ¡Qué orgullo caramba!

En vez de garantizarse, que el trabajo les aguante lo que dura su vida laboral, revientan ese compromiso por su feroz egoísmo a disfrutarlo hoy, olvidando que mañana es otro día y los que vienen detrás, se las van a tener que ingeniar ante tanta intransigencia.

¿En qué clases se impartió tal exigencia, imposible de encajarla en el sentido común? ¿No había deberes, ni se conocía la solidaridad en esas aulas? Menuda generación majadera, incapaz de sostener lo heredado y sin respeto alguno a las penurias pasadas.

Chantajistas. Esa era su definición correcta. Nadie paró los pies a una carrera imposible. No había una meta. Al llegar, la trasladaban cada más lejos para que fuera inalcanzable. Eran insaciables los derechos adquiridos. Derechos. Derechos, era lo que de un lado al otro de la cabeza les rondaba a cada instante en el ámbito laboral. Robar. Mal gestionar a conciencia, era lo que sus responsables firmaban con impunidad absoluta para satisfacer egoísmos personales no entendidos.

Deber. Deberes, ya se ve que no los conocieron en sus escuelas. Cada renovación de sus convenios laborales, era una quimera impensable en cualquier otro lugar mínimamente razonable. Sin embargo, INALSA, era el hada madrina perfecta para conceder los deseos. Bueno no. La payasada en realidad, la protagonizaban autorizando la locura sus gestores incompetentes. Un auténtico disparate.

No pedían, ni solicitaban. Exigían. Los políticos cedían y todos tan contentos. La empresa se arruinaba más y más en cada nómina, en cada paga extra, en abonar horas extras incalculables y en los caprichos conseguidos para ellos y los suyos, con jornadas libres para asuntos propios que terminaban siendo vacaciones pagadas, en listas de productos para cestas de navidad a la carta,... La panacea INALSA, que pagaban el resto de los conejeros sin prebendas parecidas, y ni mucho menos, iguales.

A todo eso le llaman el chocolate del loro, pero vaya loro con suerte, que sólo él se comía el tal chocolate. Parar no se podía. La gerencia estaba en manos políticas a la sazón corruptas y eso era la ruina garantizada, por cuanto que además, no soportaban una huelga, una cacerolada o los cortes de agua a la población inocente. No se les ocurrió la figura de un gestor en lo económico, en lo administrativo y en la estricta logística funcional laboral. No pagaban la luz. No podían cumplir con proveedores. No se invertía en el mantenimiento de potables, canalizaciones y depósitos. Sus mismas instalaciones se les caían encima, pero nada les preocupaba, nada les importaba, pues cobraban religiosamente.

Veían como casi no querían suministrar combustible a los vehículos, pero aún así, en el siguiente convenio, había que mejorar todavía más lo ya conseguido en los anteriores. Comparados estos convenios, el Estatuto de los Trabajadores es una risa. Carcajadas desgraciadas, por cuanto que han supuesto, junto al añadido del robo incalculable del primer agujero, el cierre de una empresa tan importante que no era privada, sino de todos. Seguramente por eso era de nadie, y acabó siendo nada.

Al consumo de agua que sus domicilios particulares no pagan, por contar con una nómina privilegiada de Inalsa, algunos les añaden el de garrafas y depósitos de amigos y familiares. Nada importa. No pasa nada. Con risas presumen de ello y tan campantes. La excusa que dan al resto es la de, pues total, si todos roban… ¿Pero qué coño hemos bebido, o nos dieron de comer, para atrofiar nuestras neuronas hasta el punto de justificar lo injustificable y consentir los desatinos?

A ese ladronío institucionalizado, hay que sumarle el de otros tantos isleños tramposos, que tienen conexiones con aljibes fuera de contadores, regando y trasladando cubas de un lugar a otro como si tal cosa. Se creen inteligentes por ello, pero no son más que vulgares delincuentes robando lo que es de todos, y aquellos otros que lo saben, en vez de denunciarlos, los admiran y se convierten en cómplices de la pillería y el robo.

La sociedad así, casi podrida en sus bajos fondos, proyecta esa sombra miserable en las Instituciones que rebozan la idéntica mezquindad. Tanto en la dirección política, como en su gestión y el descontrol de sus responsabilidades. La crisis no vino sola, fueron muchos de iguales ejemplos a buscarla, pero la están pagando sólo unos cuantos. Aquellos que nada tuvieron que ver con ella y que siguen sosteniendo los privilegios a semejantes privilegiados.

Ya lo dice el refrán, que por serlo, es acertado: “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Que descanse en paz, Insular de Aguas de Lanzarote, Sociedad Anónima. (INALSA) Estaba claro que cuando eres anónima, eres nada, de nadie. La desaparición era inevitable.

Dicen los trabajadores de las gasolineras, que por qué a ellos no les dan la gasolina gratis. No hace falta que se rían. Es impensable que...

Pero en Inalsa, la meta de las prebendas laborales y la nula gestión de sus responsables políticos, no tenía horizonte. La ruina de la empresa tenía una ralla que nadie quiso ver. No les interesaba esa ojeada a los sillones que se ocupan con los votos.

El chantaje a no te votamos nosotros, ni los nuestros, hacía posible la pérdida de muchos despachos, de estupendos sueldos, de privilegios amenazados. Sin embargo, nadie observaba a una población y a una isla que un día, más pronto que tarde, se quedaría sin agua o que tendría que pagarla al precio del oro.

No intuían los chantajistas, en su ignorancia, que propiciando el mantenimiento en sus puestos a semejantes irresponsables, por su benevolencia concediéndoles el todo, le estaban echando la llave a la empresa que les pagaba el sueldo. Mordiendo la mano que les daba de comer y aún así, pretendían seguir comiendo. ¡Qué desfachatez, sosteniendo a jefes que con otro tipo de contubernios, al mismo tiempo desvalijaban la empresa, y por lo tanto, también les robaban a ellos! ¿Cómo es posible que Inalsa haya podido subsistir hasta hoy? Inexplicable.

No. Sí se explica. El océano inmenso que nos rodea, le permite contar con la materia prima necesaria totalmente gratis. No es como la pintura de una ferretería, que si no pagas lo que debes, no llevas más pintura. Entonces, lo que sí que no tiene explicación, son los agujeros económicos que han creado, puesto que esos no tienen justificación alguna.

Esta situación mísera de ahora, es de responsabilidad compartida, tanto por el egoísmo incontrolado de los unos, como de las irresponsabilidades asumidas de los otros.

Menuda vergüenza para la colonia con aspiraciones de autogobierno, que ni más ni menos, que una tal Isabel Segunda (II), venida desde la metrópolis tan vilipendiada, sea quien nos restriegue ahora tremendas bofetadas de posible salvación y de un algo de esperanza.

Los gobernadores de la insular colonia, consintieron el saqueo de la empresa ejemplar y modelo para tantos otros, convirtiéndola en esta loza que nadie ha querido cargar y mucho menos asumir. Han deseado cobardemente que alguien de fuera les buscara el remedio, por no afrontar con valentía y coraje lo que había que hacer, para reconducir ese desmadre auspiciado por todos. ¡Sí! Lo que está pensando. Que en esta isla nadie tiene ovarios, ni cojones suficientes, para recolocarlo todo en su sitio otra vez, y exigir que paguen los culpables la situación alcanzada. ¡Cobardes!

Y lo incomprensible. Que además, esos gobernadores eran de origen isleño. Ya se sabe que la traición así es doble y se paga mejor. Convertidos en vende patrias, con la ratería descomunal en el lado político los unos, y con la exigencia de caprichos inconcebibles ayudando al sendero de la ruina, en el sindicalista con trabajadores los otros, forjaron en connivencia una guarida de ladrones para robarse en su propia casa.

¡Sí! ¡Es así! ¡Aunque sea imposible de creerse! Le han dejado de momento en alguna pared, pintadas las letras INALSA, porque no se comen, ni se beben, puesto que si no, ni el nombre se leyera. ¡Caníbales!

Encima, a todos esos, que entre 2007 y 2009, forjaron el binomio del demonio gobernando en esta isla para el desastre, el Psoe canario los ha instalado y les ha premiado con un cargo y un sueldo en el Gobierno de Canarias. Búsquelos en educación, en justicia, o en ese otro invento del instituto canario de estadística. Agujeros inventados inútiles y despilfarrantes, para colocar demostradamente a ineptos que se cargaron a Inalsa.

Gobernar a costa de que lo sea, sosteniendo a un Gobierno con semejantes antecedentes, es improcedente y desde luego vergonzante. El nuevo Psoe conejero nos resulta más consecuente, sin embargo, todavía los sostiene cobrando inmerecidamente. No es capaz de cortar los cabos al lastre de tremendas potalas, para potenciar y promover en esos puestos a nuevas personas honestas y responsables de cara a su inmediato futuro político. A los socios contrincantes de Coalición, naturalmente, les interesa que esas caras continúen siendo la primera línea socialista y les paga encantado el sueldo, pues se garantizan así más votos. Saben que están perdiendo los dos, pero es la hipocresía en su máximo exponente. El PP estará encantado de recoger lo que quede de ese suicidio, si es que les quedara algo.

Y los últimos que vinieron a gestionar, tampoco lo hicieron. Otra golfería disfrazada de legalidad para llevarse unos salarios, que Inalsa no los podía, ni debía pagar. En vez de tratar de remontar la marcha atrás, cuesta abajo, sin frenos y con tendencia a empeorar de Inalsa, lo primero que calcularon fueron sus sueldos a cobrar, a sabiendas de que no iban a solventar el problema. Nos dejaron los mismos agujeros conocidos sin rellenar y abrieron uno nuevo para el fin definitivo.

La incongruencia de los solucionadores, que nos cobraron un dineral por venir a no resolver absolutamente nada. Tampoco se les piden responsabilidades y lo que han cobrado inmerecidamente no se lo van devolver a las alcancías de Inalsa. Disfrutarán los caudales de sus talegas entre carcajadas y que les han financiado las necias autoridades de Lanzarote causantes del naufragio. Deseamos con ansias, que no logren disfrutar de nuestra desgracia sus maravillosos sueldos y que esos dineros mal ganados, los ahoguen en su indecencia. Ahí nos han dejado esa cosa que se llamó Inalsa. Que le vaya bonito, señora Concursal. Gracias por tan tremendo simulacro, para otra payasada sin risas.

Han pedido los nuevos salvadores, ojalá que sea así, puesto que entonces, tendremos que abrir el mapa y buscarnos otro islote, que para la continuidad de ese milagro de quitarle la sal al agua del mar, necesitan la gestión de treinta años.

Necesitan los de Madrid para recuperarla, los mismos años que llevan hundiéndola los irresponsables de aquí. ¡Ahí es nada! A saber cuánto nos costará esa garantía, de que sigan escurriendo las tuberías del terruño, al menos durante otras tres décadas.

Los que nazcan en la isla a partir de ahora, se creerán hasta su treinta cumpleaños, que la tal Isabel, de siempre les ha dado de beber, y les permitió ducharse. Se enterarán entonces, que unos indecentes botarates de esta tierra, ahora, treinta años antes, no fueron capaces de sostener el milagro de un ente conejero propio y con idiosincrasia de superación sedienta, por parte de unos visionarios comprometidos que querían mejorar y desarrollar a este pizco de volcanes, hace ahora también, algo más de treinta años.

Los presumidos del nacionalismo, la independencia, el insularismo y el republicanismo, tan solo por el nombre, Isabel II, no debieron dejarla participar en este concurso. Ella fue esa niña, criaturita de apenas los tres años mal contados, a la que con tremenda edad, la proclamaron ni más ni menos que Reina de España, bajo la tutela y la regencia de María Cristina, que ya se sabe que la quería gobernar y ella le seguía la corriente, tal y como recoge una famosa canción.

Pues estos supuestos defensores, nuevos nobles de la defensa de esta patria de nadie, tan dados como son a vociferar que lo nuestro, sólo nosotros sabemos gestionarlo, cómo nos explican, que haya terminado Inalsa en manos peninsulares y para colmo, en las de la capital del mismísimo Reino de España. Y con más Inri, llevando el nombre de la que fuera una Reina infante.

Aunque visto lo visto, estamos casi seguros, de que en cualquiera de nuestras guarderías, hubiéramos encontrado a alguien que gestionara Inalsa, mucho mejor que sus trabajadores y por supuesto, con más responsabilidad que los políticos infames de esta tierra. ¡Menuda vergüenza, graznando a cada rato, que gestionar nosotros lo nuestro es lo mejor de lo más, resultando demostrado todo lo contrario!

Nos dejaron nuestros Padres un tesoro de empresa, y hemos permitido que unos inconscientes iluminados, fueran capaces de maquinar dilapidarla con insolencia inaguantable, soportándolos de esta manera tan increíble. A estos conejeros de hoy, sumisos y borregos, las generaciones del futuro no les perdonarán jamás, que hayamos sido tan deshonestos, tan mansos, tan ingenuos, con todos esos ladrones que poseen nombres y apellidos, y que mataron la ilusión, un sueño, y el futuro de nosotros para los nuestros.

Y lo peor, consentimos impasibles, no sólo que no se reconozcan los delitos y errores cometidos, que debieran pagar por ellos, sino que saben que quedan inmunes y exculpados de la sin razón que entre todos han creado. Sin embargo, con igual serenidad, les aguantamos sus puñeteras risas hasta el infinito. En fin, que nuestra cobardía de hoy, puede que algún día encuentre la justicia no terrena que les cobre lo que no somos capaces de abofetear y les borre de sus caras duras las embusteras sonrisas.

Pero nuestra empresa por excelencia, era como ese manicomio gestionado por los propios locos. Tarea imposible lógicamente. (Torcuato Luca de Tena, en los Renglones Torcidos de Dios). Quiere decirse, que en la compañía del agua, eran demasiadas voces cacareando y ninguna dirigiendo o gobernando adecuadamente. Inalsa era una loquería en manos de los caprichos y la pillería. Sus días estaban contados desde el inicio mismo del despropósito. Como algunos jefes roban, los trabajadores también. ¡Pues vaya! Seguro que está pensando que en cualquiera de los manicomios, los hay más cuerdos que en Inalsa. Y trasládense las mismas locuras hasta esos otros organismos y empresas públicas isleñas en idénticas condiciones.

Lo más lógico, es que cuando algunos jefes roban, se les denuncie y se les meta en la cárcel. No se les encubre y se convierten en cómplices, señores sindicalistas y representantes de comités de las empresas públicas arruinadas y vergonzosas de esta pizquita tierra. No han hecho más que bailar al son de la música política conveniente; y cuando no lo era, organizaban alguna movidita estúpida, pero no para denunciar al jefe robón, sino para aprovechar y exigir más extraordinarias prebendas. ¡Sigan así hasta cerrarlo todo, luego váyanse a comer picos a las pencas!

A estas alturas de todo lo ilógico conocido, lo que tenga que ser será, y si es malo, nos lo tenemos merecido, por permitir la sin razón y consentir el despilfarro. Aunque sepa esa empresa con nombre de reina infantiloide, que tampoco será justificable lo que sea y que los conejeros ya no están dispuestos a permitirlo todo. ¿O sí? Visto el pasotismo hasta ahora…

¿Ese mismo plan de viabilidad y de pagos aplazados que hará el Canal de Isabel II, no lo podía realizar Inalsa? Pues posiblemente, pero la reina, por serlo, reinará y los gobernantes electos tienen que subir pronto a los escenarios a pedirnos el voto. ¡Qué peligro!

La nueva reina del agua en Lanzarote no afrontará elecciones chantajeadas y los políticos, seguro que sí. Mejor que sea ese Canal de Madrid el que gestione, ya que está dispuesto a invertir.

Es de sobra conocido, que estos Partidos nuestros, en vez de actuar razonablemente, congelando, eliminando caprichos y reduciendo costes, si continuaran en Inalsa, el dinero en vez de ir a parar a la empresa, se malgastaría en lo absurdo, desaparecería casi misteriosamente y acabaría también en sindicatos y comités, aprobándoles un mejor y disparatado nuevo convenio, pues las elecciones hay que ganarlas como sea, y total, qué más da, si todo lo que concedan, lo acabará pagando el resto de Lanzarote. Que no. Que no. Probemos este nuevo invento de la empresa privada, a ver que nos depara.

En definitiva, que muchos con decepción infinita, tendremos que aparcar ese orgullo patrio de lo nuestro para los nuestros con nosotros, y que doña Isabel haga lo que pueda, que todavía no sabe muy bien dónde se ha metido, puesto que ya da igual quién sea y de dónde venga, si trae un pizco cordura y la riega en esta isla necesitada de tanta consecuencia.

Pues bueno INALSA, fue un placer haberte conocido y maldita la gracia que hace que te hayamos perdido, pero es lo que hay. Así que hasta dentro de treinta años. No sé si estaré por aquí para ver tu resurrección. Si es que resucitas, que a lo mejor, ya se queda Isabel para los siglos venideros. Fuiste interesante hasta tu adiós, sobre todo para quienes te sacaron el jugo y exprimieron insaciables tus gotas, no de agua precisamente, sino del dinero inmerecido y de los caprichos interminables que les permitiste.

Te ahogaron irremediable con el mismito amor y cariño, que tú sin saber de la traición, les regalaste siempre confiada. Descansa en paz este ratito. Tres decenios no más. Después, a saber qué se les ocurrirá que puedan hacer contigo. Aunque si te digo la verdad, si continuara vivo allá cuando eso ocurra, te juro Inalsa que seguramente ya me importarás una mierda. Nada, quise decir.

Bienvenida y mal hallada, Isabel Segunda (Adiós Inalsa)
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