jueves. 25.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Esta misma semana de abril se inician los actos por el aniversario de los nuevos locales de la Sociedad El Porvenir de San Bartolomé, con la particularidad añadida de que el pasado 29 de agosto de 2005 se cumplía una efemérides aún más redonda y meritoria: el 75 aniversario del nacimiento de esa institución social (El Casino, como lo llamábamos allá cuando chinijos), cuyos muros tienen ya una historia que habla a su vez de la intrahistoria social, política y hasta amorosa o sentimental de casi ocho décadas de Lanzarote: medio pueblo, y casi media isla, se conoció y se emparejó en la Sociedad que en su día fue la más activa y dinámica de entre todas las existentes. Un 29 de agosto de 1930 se erigieron en sus fundadores nombres tan conocidos en el céntrico municipio como el folclorista José María Gil, creador del afamado Sonrondongo, y el cura-párroco don Víctor, que antes de la guerra se encaramaba al púlpito a lanzar proclamas pro republicanas (él fue un ilustrado que trabó amistad, durante su estancia en Fuerteventura, con el desterrado escritor vasco Miguel de Unamuno, con el que mantuvo durante mucho tiempo una correspondencia epistolar que todavía hoy es comidilla de leyenda por algunos rincones de mi pueblo). Durante la guerra (1936-39), la Sociedad sufre un parón: apenas celebra dos juntas al año y no hay bailes que valgan porque no había jóvenes que bailaran. Con la dictadura, el poder político y eclesial aprovecha para acabar con los cuasi clandestinos bailes de taifas y candil, centrando cualquier celebración festiva en una sola Sociedad bajo su estricto control. Desde un principio, y casi hasta los últimos años, siempre hubo una estrecha relación entre La Sociedad y el poder político de la época. En muchas ocasiones, el presidente de aquélla terminaba ejerciendo de alcalde, y a la inversa.

Su época dorada va de los primeros años de la década de los 50 hasta poco más allá de la mitad de los 80. Fueron sus días de esplendor, a juicio de todos los que tienen memoria para recordarlo. Por aquellas fechas, los bailes en San Bartolomé convocaban a lanzaroteños de los siete municipios, más el añadido de no pocos peninsulares que cumplían el servicio militar en la isla. Miles de isleños que hoy ni siquiera saben de la existencia de la Sociedad le deben la suya propia a algún encuentro feliz que allí mismito tuvieron sus padres o sus abuelos, allá cuando El Porvenir era parada obligada cada vez que se anunciaba un baile o un asalto prolongado.

A principios de los años 90 del siglo pasado, alcaldes como el de Teguise o Yaiza inician su política populista consistente en la creación de "centros socioculturales" por todos los rincones (los tele-clubes, que terminaron siendo casi todos simples bares o cantinas); se monta la enorme carpa en La Villa y se contrata las actuaciones "gratis total" de costosas primeras figuras de la canción popular, como Rocío Jurado, Isabel Pantoja y otras por ese mismo estilo y coste millonario. Todo ello, junto con el inevitable cambio de costumbres sociales, el auge de las discotecas en las zonas turísticas y en la capital conejera, así como la facilidad para el desplazamiento y la progresiva baja en el número de socios, abocan o precipitan paulatinamente a la Sociedad a sus estertores actuales... aunque algunos todavía creen en la posibilidad de mantener al enfermo con vida, y esperan -quizá utópicamente- que algún día regresen, como por ensalmo, aquellos recordados tiempos de esplendor, de los que hoy sólo nos queda el recuerdo y la magua, incluso a los que nunca fuimos a ningún baile. ([email protected])

Baile en El Porvenir
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