viernes. 19.04.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Que en una democracia todo ciudadano tiene el derecho de exponer libremente su opinión, parece claro. No obstante, en determinadas circunstancias a aquellas personas que han desempeñado importantes cargos políticos, se les debería exigir cuando menos ciertas dosis de responsabilidad y de sentido común. Y si ha sido Presidente del Gobierno, más todavía. Por ello, parece poco digno, además de muy poco patriota, que alguien que ha estado al frente del gobierno durante 8 años en el Estado español, pueda hacer determinadas declaraciones, a no ser que sean producto de un desvarío pasajero.

De ellas podemos elegir al azar unas cuantas perlas como la que sigue: Hoy que el mundo vive "una explosión de libertad" y que los cambios que se han producido en Irak, en países como Ucrania, el "sometimiento" del Líbano a la autoridad internacional o el "acercamiento" entre israelíes y palestinos son consecuencia de la 'Cumbre de las Azores'. ..Y se queda tan ancho.

O con motivo de una campaña de educación vial de la D.G.T. : “A mí no me gusta que me digan no puede ir usted a más de tanta velocidad, …No podemos conducir por ti'. Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?

¿Y qué se puede decir de su visión peculiar de la Historia de España? :: A él no le habían pedido todavía disculpas los árabes por haber invadido España en el 711, y haberla dominado durante ocho siglos. Emitir estos juicios con lo que está lloviendo en estos momentos en relación con el mundo del Islam, parece de poco tacto.

Y especialmente sería exigible una exquisita prudencia cuando esas declaraciones sobre su país, se hacen fuera de España. En una entrevista poco ha en Argentina dijo: Que España está en riesgo de convertirse en nada y de disgregarse.

Y ahora mismo en la clausura de la jornada "Hacia un sistema eléctrico sostenible", organizada en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid por el Instituto Choiseul ha seguido en la misma línea, ejerciendo de Aznar, criticando con extraordinaria dureza la gestión económica de Rodríguez Zapatero, y acusándole de haber devuelto a España a la "segunda división" de la que había logrado salir. Y especialmente la más dura de todas las invectivas: "Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo".

En general, todos los que han sido Presidentes del Gobierno han acostumbrado a guardar un prudente silencio respecto a su sucesor, porque saben lo complicado que es gobernar, por la soledad del poder, y por simple responsabilidad de Estado. La crisis económica actual es gravísima, probablemente la más traumática que ha sufrido el sistema capitalista en toda la historia. En España se ha dado con mayor intensidad, porque a la crisis financiera internacional, se ha sumado la explosión de la burbuja inmobiliaria, que se inició en 1998 y se mantuvo hasta finales de 2007. Por cierto, nuestro ínclito expresidente, no tuvo empacho en decir que con él la crisis no se hubiera producido, y que con él ya estaría corregida. ¿No tuvo nada que ver en el origen de la burbuja inmobiliaria la ley de liberalización del suelo de 1998? Somos muchos los que no creemos todo lo que nos dice, que tenemos unos básicos conceptos de economía, que nos permiten saber quién es el responsable de la burbuja inmobiliaria, y ese responsable son al menos dos personas, el actual y el anterior presidente. La historia siempre pone a cada cual donde le corresponde.

Por ende, en una situación económica como la actual, con tan graves dificultades, a la que intentan corregir de todas las maneras desde el Gobierno, aunque sin éxito hasta el momento y que tan poco les preocupa a algunos políticos, entiendo que no deben ponerse palos en las ruedas, con determinadas declaraciones. Y todavía menos de un expresidente del Gobierno. ¿Y por qué? Porque las agencias de calificación de riesgos, los inversores extranjeros suelen leer la prensa. Y así cada vez será más cara la financiación de la deuda pública en los mercados extranjeros, además de otras graves consecuencias. Algunos podrán argüir que tales declaraciones están motivadas porque siente en su alma un profundo pesar. Yo no me encuentro entre ellos. Muy al contrario, pienso que son producto del rencor, del engreimiento y de la prepotencia, de las que ha hecho gala a lo largo de toda su carrera política. De verdad, flaco favor esta haciendo a su país, y eso que alardea de patriotismo. Si verdaderamente lo fuera, se mantendría en una silente distancia. Como lo hacen otros políticos normales, en otras latitudes. No me imagino a Jimy Carter o Bill Clinton hablando mal de su país y mucho menos fuera. Ellos estuvieron al frente del Estado más poderoso del mundo, cumplieron sus mandatos con aciertos y con errores, y se marcharon a sus casas. Su experiencia acumulada la pusieron al servicio de instituciones nacionales o internacionales, en tareas de pacificación de conflictos o de asesoramiento a su Gobierno en cuestiones políticas complicadas. Además escriben libros, dan conferencias y participan en foros internacionales. Son actuaciones sensatas y responsables. Es lo menos que puede pedirse a un expresidente de un gobierno democrático.

Aznar sigue ejerciendo de Aznar
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